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Neuquén

ENTREVISTA A ADRIANA CALVO

“Nos desaparcieron porque luchábamos, y porque aparecimos seguimos luchando”

Con motivo de su viaje a Neuquén para declarar como testigo en el juicio a los militares de la región, entrevistamos a Adriana Calvo de la Asociación ex Detenidos Desaparecidos de La Plata

PTS Neuquén

15 de septiembre 2008

Con motivo de su viaje a Neuquén para declarar como testigo en el juicio a los militares de la región, entrevistamos a Adriana Calvo de la Asociación ex Detenidos Desaparecidos de La Plata.

¿Cuál es el motivo de tu visita a Neuquén?

Vine invitada por los compañeros del Ce.Pro.D.H. que forman parte de una de las querellas, me propuesieron como testigo y el tribunal aceptó. Y me pareció bien que aceptara porque yo vengo a declarar en lo que se llama testigo conceptual, que es alguien que tiene algo para aportar a la causa que se investiga aunque no sea de forma directa. En mi caso lo que yo voy a aportar es sobre mi experiencia como integrante de la Asociación ex- detenidos desaparecidos, cuyo objetivo central que tiene en estos 24 años de existencia es luchar por la justicia, y uno de los objetivos es la investigación exaustiva y pormenorizada de lo que ocurrió en los distintos campos de concentración.

Por supuesto no hemos podido con todos porque no nos han dado los brazos para llegar hasta Neuquén, por ejemplo, y hemos empezado por los campos donde nosotros mismos hemos estado. Pero nos pareció, y a los compañeros del CeProDH que conocen nuestro trabajo también, mostrar estas investigaciones en el sentido de dar un marco a los hechos ocurridos en Neuquén, que no se entiendan como hechos aislados o como producto de mentes afiebradas de algún integrante de las fuerzas armadas o de seguridad, sino que fueron parte de un plan sistemático, perfectamente pensado, orquestado, diagramado y puesto en práctica en todo el país, simultáneamente y con los mismos métodos.

¿Qué opinión tenés de los juicios que se están haciendo acá en Neuquén y en el resto del país?

Yo creo que en Neuquén están viviendo la contradicción enorme que vivimos nosotros cuando se abrió el juicio a Etchecolatz en La Plata, que realmente es una contradicción que te cala hasta los huesos. Porque no es solamente una contrucción en abstracto sino que realmente te ves tironeda por el hecho que decís: “aunque sea que juzguen a uno, aunque sea por pocos casos, y sí, que se lo juzgue, que se pudra en la cárcel, no esperemos un día más”, y eso realmente te sale de muy adentro. Pero por el otro lado la conciencia de saber que estos juicios retrasan la verdadera justicia, no la aceleran. Y eso que al momento del juicio a Etchecolatz era más que nada un razonamiento elaborado desde la realidad, lamentablemente dos años después es una certeza confirmada por la práctica, ya que después del juicio a Etchecolatz vimos el juicio a Von Wernich, después el juicio en Córdoba contra Menéndez por nada, después el juicio en Tucumán a Bussi y Menéndez por menos, y también lo de Febres que termina con su asesinato. Después tenemos otro juicio a tres represores en Buenos Aires por poquísimas víctimas, el de Corrientes. Cuando sumás, y no sólo desde afuera sino cuando lo hacés desde adentro, ahí te das cuenta. Esto no es parte de la maquinaria judicial que no se puede evitar y entonces después de estos van a venir juicios masivos. No, eso es una expresión de deseo de alguien que puede tener muy buena voluntad pero que no conoce cómo se gestaron estos juicios.

Es evidente el accionar de los jueces y fiscales para que los juicios que vienen sean así, por unos pocos casos, contra unos pocos represores, lo cuál implica un enorme retraso que si nada cambia, nada más terminar los juicios de La Plata va a llevar cien años más. Y no es una especulación, están hechas las cuentas, nos morimos todos los testigos, todos los represores y hasta nuestros hijos antes de terminar. Ahí se ve que esto apunta a la impunidad y se termina de confirmar este diagnóstico cuando uno escucha a la presidenta Cristina Kirchner hablar de tener este tema cerrado para el bicentenario, o sea que de acá a dos años es un punto final, distinto al que conocimos pero un punto final al fin.

Además de lo que nos contaste sobre el trabajo de investigación que se ha hecho desde la Asociación, ¿qué otras cosas han abordado?

Hemos abordado una enorme cantidad de cuestiones, por supuesto nuestro objetivo central es este aspecto de los derechos humanos. Reconocemos y somos concientes que es un pequeño aspecto la cárcel a los genocidas, pequeño pero importante ya que considerábamos que si no lograbámos dar vuelta esta impunidad, no había futuro para el pueblo trabajador que no fuera más opresión y más explotación. Nos parece que es un paso imprescindible para avanzar en otros aspectos porque la impunidad de los genocidas lo que genera es más impunidad.
Si un genocida como Videla y miles de otros más estaban alegremente en sus casas y hasta reivindicados, mal podíamos pensar que un trabajador iba a tener derecho de exigir aumento de su salario. Es por esto que pensamos que esta lucha de hoy no es mirando al pasado sino mirando al futuro.

Por supuesto que la Asociación entiende que los derechos humanos no se acaban con luchar por la cárcel a los genocidas y en este sentido apoya todas las luchas. Por eso hoy estuve en Zanon y sentí un orgullo, una alegría, no conocía la fábrica, no había venido a Neuquén desde hace por lo menos 20 a 30 años, y la verdad que cuando ví el cartel nomás me corrió un frío, una emoción muy grande.

Y no dejamos de ser militantes, además de nuestra militancia en la Asociación, nosotros tenemos militancia en algún gremio, en algún partido político, en una asamblea barrial. Eso somos, y bueno, nos desaparcieron porque luchábamos y porque aparecimos seguimos luchando.

Te queríamos preguntar, si te parece, por tu experiencia como detenida, y por qué te llevaron.

Si, por supuesto, si se lo he contado a cuanto juez anda por el mundo cómo no se lo voy a contar a ustedes.

Yo estudiaba Física en la Facultad de Exactas de La Plata, y en realidad mi militancia empezó bastante tardíamente. Yo era lo que se nombraba en los 70´ en la izquierda, de forma un poco despectiva, una “observadora lúcida”. Así nos decían a los que mirábamos de afuera sin compremeternos realmente, criticábamos, leíamos los carteles, los volantes y criticabas a este, a aquel y nada te venía bien. Y bueno, esa paz, esa tranquilidad del observador lúcido se terminó cuando en el año 72, que yo ya era docente en la Facultad, secuestraron primero, y luego por suerte legalizaron, a mi compañero de trabajo. Lo secuestraron, lo torturaron en la dictadura anterior, en la de Lanusse y ahí empecé a comprometerme en este tema y en la lucha por su libertad. Por supuesto que el primer cartel que hice, con un marcador de puño y letra fue “Libertad a Carlos Mosquera”, así se llama el compañero.
Igual yo previamente había empezado a involucrarme en la organización sindical de los docentes universitarios, y me metí mucho más, el gremio tomó forma, se constituyó, creció y se extendió a otras facultades, porque era un gremio por facultad, fue uno de los primeros gremios del país de docentes universitarios. Y finalmente resolvimos crear un gremio de toda la Universidad de la Plata, que en realidad transcurrió las primeras etapas organizando su estatuto, asambleas fundadoras y cuando estábamos haciendo las primeras elecciones, en el año 75´, los asesinan a dos compañeros de la facultad, uno docente y otro no docente. Intervienen la Universidad, la cierran y después viene el golpe de Estado y las elecciones nunca pudieron terminar, unas elecciones que hubiesen sido históricas porque eran las primeras de un gremio de la Universidad.

Después la vida fue otra, aparecían cadáveres todos los días en La Plata y después vino el golpe de Estado. El gremio siguió funcionando un tiempo en la clandestinidad.

En dicembre del 76´ desaparece un docente, que en realidad después me entero se lo llevaron equivocado porque tenía el mismo apellido de uno que estaban buscando. Pero cuando cantamos “no hubo errores, no hubo excesos” es cierto, porque aún en casos como éste que eran “errores” los sabían aprovechar y después de una semana de tortura que se dieron cuenta que era un error, le empezaron a preguntar por gente de la facultad con ideas de izquierda y demás.
Así fué que en febrero del 77´ me secuestran a mí y al que era mi compañero en ese momento y otro compañero de la Facultad, o sea que fueron cuatro entre diciembre y febrero, fue un golpe muy duro. En diciembre desaparece otro estudiante que estaba bastante avanzado, que es el hijo de Hebe, Jorge Bonafini. En noviembre o ahí muy cerquita había desaparecido otro docente, Federico Luder. O sea que en 3 meses se llevaron a 6 docentes. Por supuesto esto paralizó al gremio, que era lo que buscaban, desarmó todo y por años no se pudo armar nada nuevo.

Bueno, esa fue mi historia previa, y sí, me secuestraron porque querían desarmar ese gremio que seguía peleando, que estaba en contra del golpe, que había sacado pronunciamientos en contra de la dictadura, aún clandestinamente.

De los 6 docentes, Federico y Jorge están desaparecidos, pero los otros cuatro aparecimos, pero el efecto ya estaba logrado.

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