Me levanto a las 4 de la mañana, le preparo la mamadera a la nena y me quedo un ratito con ella, para que sepa que estoy. Me tomo unos mates, arreglo lo que tengo desordenado y, a las 5, salgo para la fábrica. Cuando llegás, te cambiás y te mandan a las líneas. Si anda la tuya, vas a esa, sino a cualquiera que necesite gente ¡que son casi todas!
Yo soy colocadora: pongo los paquetes de galletitas en las cajas. La máquina tira aproximadamente 1.200 paquetes por minuto. Eso hace que muchas chicas tengan tendinitis en las muñecas, en los codos, en los hombros... ¡porque es mucho el peso que nos hacen levantar! Cada caja pesa, aproximadamente, 50 kg y lo hacemos solas, porque a los hombres los ponen a hacer otras tareas.
Hace poco abrieron una línea nueva, la de Cerealitas y Club Social, con nueva maquinaria. Si te toca trabajar ahí, ves que la velocidad a la que anda es el triple. Para esa línea se preparaban 27 bateas de masa y ahora se hacen 40. Además, ahí no se puede levantar una caja cerrada y ya cargada, porque el lugar que tenemos para hacerlo es muy chico y corrés el riesgo de tener un accidente en el que podés llegar a perder la mano o el brazo. Ahí hubo problemas porque las chicas se desmayaban, el calor es insoportable.
Encima viene la líder y nos pide a las más viejas que trabajemos más. Quieren calidad y producción y en esas condiciones no se puede. ¡Y para colmo nos piden que controlemos a las nuevas! Yo no lo voy a hacer... ¡ni por más plata! Incluso me quisieron poner de maquinista. Ahí estás más tranquila, pero es donde la empresa te pone del otro lado de tus compañeras, porque ahí vos las estás explotando. ¡Yo no voy a ser cómplice de la empresa! Porque son estos ritmos de producción los que hacen que cada día haya más accidentes. Después de tantos años en la empresa, sigo viendo que no les importa la vida de los trabajadores... si tenés un accidente y sos de agencia, te echan; si estás embarazada o tenés alguna enfermedad laboral, te discriminan, porque no te pueden explotar al 100%.