En el vestuario de una fábrica de la alimentación una obrera saca el tema: “¡¿vieron lo que dijo Cristina por cadena nacional!?”. Y sin respirar, ya que no paraba de insultarla, soltó: “¡que una familia tipo puede vivir con $35 por día!”

La indignación fue completa. Las mujeres obreras saben que por día no se gasta menos de $100 sólo para comer.
Otra obrera le replicó: “claro, ella vive como una reina y no tiene ni idea todo lo que hacemos nosotras para llegar a fin de mes…”

Y otra: “esta mujer se está hundiendo, yo no la voto más”.

A los pocos días, un grupo de obreros analizaba la ley de ART, y las conclusiones no se hicieron esperar: “ Bueno, se saca la careta a cada rato Cristina, mucho más rápido que antes, por más que suba el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias ya no es lo que se esperaba” . Y otro: “en un año se pudre, ya los aumentos no van a servir”.
Es más claro que hace unos meses que el gobierno está perdiendo base de apoyo en los obreros industriales, que tienden a hacer cada vez mas horas extras para hacer “ahora” lo que ven que no podrán hacer en unos meses o el año que viene.

Pero esta vez el debate pega un giro brusco y se empieza a hablar de “uno mismo”. Un obrero de los viejos dice “acá todos hablan pero nadie se mueve, todos putean pero sentados y tranquilitos”. Se arma el debate: llueven las respuestas para atajarse, todos opinan.

Que el problema es que “nosotros nos movemos poco, la clase media se mueve más, hay que reconocerlo”; o “tendríamos que estar todos luchando, es verdad, ¿por qué no lo hacemos?”

Y la marcha del día de hoy que convocó el nuevo tandem M&M (CTA Micheli-CGT Moyano) responde mucho a esta pregunta. Si la ley de ART es un ataque directo a la salud y la supervivencia de la clase obrera, la marcha insulsa que convocaron los sindicalistas opositores a CFK fue para que se desanime, se desmoralice (y se embronque también) cualquier trabajador que quiera enfrentarse al gobierno y su ley antiobrera. ¡Sólo 30 minutos de concentración frente al Congreso!

El debate se puso más lindo cuando empezamos a hablar sobre la plata que gastan los empresarios en mantener a sindicalistas millonarios, en propaganda y si, no les alcanza, reprimiendo, para mantener divididos y desorganizados a los trabajadores. Y que por eso teníamos que organizarnos nosotros e intentar poner en movimiento a miles de jóvenes precarios y mujeres trabajadoras, para sacarnos de encima a la burocracia y luchar en serio por nuestros intereses. Y se puso más picante.
Pero ese debate será para próximas notas…