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Vergonzosa condena a las activistas feministas Pussy Riot en Rusia

El 21/2, la banda punk feminista rusa Pussy Riot realizó una acción de repudio a la Iglesia Ortodoxa y al recientemente presidente reelecto Vladimir Putin.

Celeste Murillo

23 de agosto 2012

Vergonzosa condena a las activistas feministas Pussy Riot en Rusia

El 21/2, la banda punk feminista rusa Pussy Riot realizó una acción de repudio a la Iglesia Ortodoxa y al recientemente presidente reelecto Vladimir Putin. Las activistas ingresaron en la principal catedral de Moscú y en medio de una acción totalmente pacífica hicieron una representación musical que llamaron “plegaria punk” donde le pedían a la Virgen María que proteja a Rusia de Putin.

Esta acción se realizaba luego de las elecciones presidenciales en las que Putin se declaró vencedor, a pesar de las denuncias de fraude y el creciente repudio entre la población, especialmente entre la juventud. El gobierno ya venía endureciendo las medidas represivas y recortando las libertades democráticas, con el objetivo de trabar la expresión de sectores opositores. La acusación contra las activistas feministas busca ser aleccionadora contra los sectores opositores al régimen y contra quienes cuestionen la Iglesia Ortodoxa rusa, con un gran peso dentro de él.

La Iglesia, con su líder Vladimir Mikhailovich Gundyayev (“Patriarca Kirill” según la jerarquía eclesiástica) a la cabeza, viene apoyando a Putin con el objetivo de que este defienda sus intereses. Durante su mandato, Putin le ha devuelto a la Iglesia Ortodoxa una gran parte de las propiedades expropiadas por la Revolución de octubre de 1917. Y por si quedaran dudas de lo artificial de la separación entre Estado e Iglesia, el propio Gundyayev declaró que la Iglesia y el Estado en Rusia están separados pero persiguen los mismos intereses morales.

Este golpe reaccionario a las libertades democráticas es doble cuando pensamos en la tradición revolucionaria de Rusia, donde la gran Revolución de octubre de 1917 no solo expropió a los explotadores sino que se sacó de encima siglos de opresión y oscurantismo de la Iglesia Ortodoxa, posibilitó la conquista de derechos inusitados para las mujeres jamás vistos en la Europa “moderna” como el divorcio o el derecho al aborto, y terminó con la criminalización de la homosexualidad, por mencionar algunos ejemplos. El gobierno reaccionario de Putin, en la Rusia capitalista, no hace más que honrar la pesada y embrutecedora herencia de la reacción estalinista; nada más lejano de la generación bolchevique que puso en pie el primer Estado obrero de la historia.

¡Libertad a las Pussy Riot!

El 17/8 se conoció la condena de 2 años de prisión contra las 3 mujeres por “vandalismo motivado por odio religioso”. Es claro que esta pena nada tiene que ver con una supuesta ofensa religiosa como intentó justificar el gobierno. Es un intento de disciplinar a todas las personas y organizaciones que cuestionen al régimen y sus instituciones.
Esta medida reaccionaria busca fortalecer con mano dura la cuestionada legitimidad del régimen, que con esto no hace más que profundizar su política de recorte de las libertades democráticas. En este caso para salvaguardar una institución reaccionaria como la Iglesia, pero en la perspectiva de blindar su régimen frente a protestas que, aunque todavía son intermitentes y heterogéneas, no parecen disminuir.

El rechazo al encarcelamiento ya había recorrido el mundo entero y fuera del juzgado cientos de personas estallaron de indignación al conocer la sentencia. La manifestación terminó con varios arrestos de activistas y personalidades que se habían acercado al juicio en solidaridad con las Pussy Riot. Ese mismo día la Corte Suprema rechazó la apelación de la comunidad LGTB ante la prohibición de la marcha del orgullo gay durante los próximos 100 años en Moscú. La justicia rusa ratificó la sentencia y así da una nueva embestida contra las libertades democráticas.

La pelea por la libertad de las Pussy Riot es impulsada por muchas organizaciones (no solo feministas) porque la lucha por su libertad expresa el repudio al endurecimiento del régimen de Putin y su ofensiva represiva.

Las declaraciones de indignación de Obama y la Unión Europea no son más que cinismo descarado. Ellos mismos limitan las libertades democráticas dentro de sus fronteras: en EE.UU. sosteniendo las reaccionarias leyes de la “guerra contra el terrorismo”, y en Europa persiguiendo descaradamente a las y los millones de inmigrantes que viven y trabajan en sus países. Ninguna declaración ni denuncia en los organismos internacionales debilitará el régimen represivo de Vladimir Putin y sus instituciones reaccionarias, solo lo harán con su movilización independiente las y los trabajadores, las mujeres y la juventud.

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