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Nacionales

Una respuesta obrera y socialista

Unidad de clase y Frente Político de los Trabajadores

1ro de octubre 2004


La clase obrera hoy tiene que enfrentar las dificultades surgidas de su retroceso en la década anterior donde además sus organizaciones dirigentes fueron asimiladas para las políticas de los patrones y el estado como nunca antes. La crisis capitalista actuó trazando al interior del proletariado la línea de división más peligrosa y dolorosa, la que existe entre ocupados y desocupados, sumada a la de efectivos, contratados y precarizados, sindicalizados y no sindicalizados. La fragmentación de sus fuerzas hace perder de vista el enorme poder social y la capacidad de subvertir revolucionariamente la sociedad que posee la clase trabajadora. Tan es así que desde los medios académicos –en consonancia con el interés burgués por crear la imagen de que no hay alternativas a su dominio- e incluso sectores de la izquierda, se busca un sustituto a la fuerza social de los trabajadores en distintos actores sociales y movimientos reivindicativos que se oponen a aspectos parciales de la dominación del sistema pero que carecen de potencia para encarnar un proyecto de transformación de la sociedad. Paradójicamente la burguesía es consciente del peligro latente que implica una clase obrera movilizada, la actualidad de la huelga, el piquete y todos sus métodos de lucha. Saben lo que significa para el sostenimiento de su poder los más de 9 millones de asalariados, unidos a los casi 3 millones de desocupados, si se ponen en movimiento como una fuerza social que postule sus propias demandas y su propia salida. Fue por eso que tras las jornadas de diciembre de 2001 utilizó todos los recursos a su alcance para mantener fuera de la lucha de clases a los trabajadores ocupados y se preocupó por montar el Plan Jefas y Jefes de Hogar para impedir que una rebelión social de los desocupados tuviera eco entre los que conservaban el empleo. Así también se encargó de cooptar a distintos sectores de los movimientos de ocupaciones de fábrica tratando de limarle su contenido anticapitalista y evitar su efecto contagio.
Kirchner dedica mucho de su retórica a los trabajadores ocupados. Su visita a los Astilleros, a las automotrices y a distintas plantas fabriles donde se entremezcla con los obreros son una muestra gráfica. El gobierno a su vez intenta fortalecer a la burocracia sindical –cuestionada y repudiada en gran medida por la base- como su interlocutora válida –y para debilitar a los movimientos de lucha- como lo hizo auspiciando la unidad de la CGT y la integración de la CTA en el Consejo del Salario.
La situación de la clase obrera es más favorable hoy, que hace dos años, para luchar por sus reivindicaciones. La reactivación templa el ánimo de los trabajadores y en numerosos sectores se fortalece un proceso de reorganización donde crecen tendencias antiburocráticas y combativas. Tal es el caso de Subterráneos, de Astilleros Río Santiago, la gran elección de la lista Celeste y Blanca de la Alimentación que triunfó en las grandes fábricas del gremio, la comisión provisoria de los mineros de ATE Río Turbio. Junto a estos fenómenos sigue resistiendo y manteniendo un gran peso la experiencia militante del Sindicato Ceramista de Neuquén y los obreros de Zanon que haciendo producir la fábrica bajo su propio control muestra la posibilidad de una organización de la producción orientada en un sentido social y enfrentada al capital.
Sin embargo, este proceso entre los trabajadores ocupados tiene su contracara en la situación defensiva actual de los movimientos piqueteros combativos luego de que en una primera fase del gobierno kirchnerista una gran parte de las organizaciones fueran cooptadas por el proyecto oficial o neutralizadas mediante el clientelismo y en una segunda fase, aquellas que se mantuvieron en la oposición o que reclamaban trabajo genuino están siendo sometidas a la demonización pública y la persecución judicial.
Sólo una lucha común por el trabajo para todos y el salario puede unir a los trabajadores, pero para que esto sea factible es necesario luchar por recuperar los sindicatos y las comisiones internas de manos de los dirigentes traidores y abrirlas al conjunto de los trabajadores ocupados y desocupados, dotándolas de un contenido democrático, de fuerza militante y autonomía frente al capital, sus políticos y su estado. La formación de agrupaciones antiburocráticas, listas opositoras, comisiones de trabajadores –al resguardo de la alcahuetería patronal- que se preparen para enfrentar a los patrones y a la burocracia es una tarea urgente. La unidad de los sectores antiburocráticos y combativos, sumando a los movimientos piqueteros, en una Mesa Nacional de Organizaciones Obreras Antiburocráticas es un primer gran paso a dar para coordinar esfuerzos, medidas de lucha comunes, y postular a este sector como una alternativa para el conjunto de los trabajadores. La solidaridad activa con todas las luchas obreras y populares, así como la lucha por la libertad de nuestros presos, es la primer tarea a encarar para todos los luchadores. Los movimientos piqueteros combativos tienen planteado abandonar las divisiones que sólo responden a un interés de aparato que quiere mantener el control sobre su porción de planes sociales para reorganizarse en un movimiento único de trabajadores desocupados, con plena libertad de tendencias en su interior y control de la base en el reparto y la negociación de los planes sociales, para mejor resistir la política de cooptación y represión estatal, dirigiéndose al conjunto de los desocupados y orientándose a la unidad con los ocupados.
La reorganización de las fuerzas militantes para poner en pie un nuevo movimiento obrero tiene que tener su expresión en el plano político. La constitución de un Frente Político de los Trabajadores para luchar por la ruptura con todas las políticas y partidos patronales y de conciliación de clase, por la independencia política y un programa obrero, es la base para plantear la unidad obrera y popular y la lucha por un gobierno de los trabajadores. Para lograr poner en pie una herramienta de esta naturaleza hay que luchar contra los proyectos de colaboración de clases que encarnan frentes como Izquierda Unida y contra la autoproclamación sectaria de organizaciones como el PO que se niega a la unidad de la izquierda clasista (funcional a sus acuerdos con corrientes populistas en la ANT y en el movimiento estudiantil).

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