logo PTS

Nacionales

Declaración programática del PTS

Una respuesta obrera y socialista

1ro de octubre 2004



El gobierno de Kirchner se consolida en el poder luego de su pálido ascenso a la presidencia. A base de un discurso "antineoliberal" y de un estilo "nacional y popular" despertó expectativas en amplias franjas de las clases medias y los trabajadores ocupados. Pero las ilusiones en que un cambio desde arriba trastocará las condiciones generadas en la década anterior, se chocan ante la realidad de un rumbo de continuidad con el viejo régimen político, tal como lo expresa la alianza con el duhaldismo y el acuerdo que se apresta a firmar con el FMI.
El presidente cimentó su prestigio haciendo hincapié en los derechos humanos y en que no iba a criminalizar la protesta social pero frente a la presión de una derecha "ciudadana" movilizada que exige seguridad y mano dura, hace suya la agenda reaccionaria del empresario textil Blumberg y la línea represiva del PJ bonaerense. Al día de hoy en las cárceles hay más de 35 presos políticos. Raúl Castells y los militantes del MIJD, los compañeros de Caleta Olivia, los detenidos en los sucesos de la Legislatura porteña, los militantes de Quebracho, los más de 3000 luchadores procesados, son los perseguidos por un sistema que genera desempleo y marginalidad y luego pretende proscribir el derecho a la movilización, a la lucha por el trabajo y a la resistencia contra la opresión que la subsistencia del capitalismo semicolonial argentino, somete a la mayoría del pueblo.
La restauración del orden público, que comparten Kirchner, Duhalde y la derecha, tiene que ser rechazada por los trabajadores y el pueblo. Su objetivo no es devolver la seguridad a los ciudadanos ni garantizar el "derecho al trabajo" o acabar con la impunidad. Todo lo contrario, incluso los cambios institucionales con los que se quiso dar una imagen renovada dieron paso al contubernio de la vieja política y a la impunidad que permitió por ejemplo la libertad de los responsables locales del atentado a la AMIA. El objetivo que buscan es borrar todo vestigio de las jornadas revolucionarias de diciembre del 2001, donde el pueblo movilizado impuso su voluntad soberana al derrocar un presidente. Quieren a su vez prevenirse de la violencia generada por la desgarradora desigualdad de una sociedad fragmentada y ante una futura emergencia de luchas por reivindicaciones obreras y populares.
El gobierno kirchnerista gusta mostrarse junto a Chávez y Lula. Presenta al MERCOSUR como un espacio de unidad regional y dice alinearse en un eje continental que marca distancia de Washington. Pero dicha afirmación está reñida con una política exterior que llevó a Argentina –y a Brasil- a acompañar la aventura golpista norteamericana en Haití y a sostener al gobierno de Mesa contra los obreros y campesinos bolivianos. Hace pocos días Kirchner volvió a dar su apoyo en Nueva York a la "guerra contra el terrorismo". Así, lejos de defender una mínima soberanía de nuestras naciones se las compromete en las aventuras guerreristas de Bush que mantiene ocupado Irak y busca aplastar a sangre y fuego la persistente resistencia de su pueblo.
El sideral endeudamiento de los EE.UU., la suba histórica del precio del petróleo, la nueva ronda de ataques a las conquistas de los trabajadores en los países "desarrollados" (incluso en aquellos que son presentados como "alternativa" al modelo norteamericano como Francia y Alemania), señalan que a escala mundial la dinámica de los acontecimientos no es hacia un "crecimiento" cada vez más "armónico" de la "globalización", sino, más tarde o más temprano, a nuevas crisis capitalistas, mayor competencia entre los bloques comandados por las principales potencias (EEUU., Japón y la Unión Europea comandada por Francia y Alemania) y mayor saqueo e intento de sometimiento de los países semicoloniales, como los de nuestro sub-continente. En este marco, la política de Kirchner y Lula, lejos de fortalecer la "unidad latinoamericana" -identificada en tiempos de José Martí como la de la causa común por la independencia nacional- profundiza la subordinación de las burguesías y los políticos locales al amo imperial, socios menores del capital extranjero en el saqueo de nuestras riquezas.
La denuncia de los socialistas revolucionarios al actual gobierno y al régimen político y social no es compartida aún por la gran mayoría de los trabajadores y el pueblo. El desastre provocado por el menemismo y el neoliberalismo en los ‘90, la huella dejada por la desocupación masiva y la pobreza y la corruptela impune de esos años, actúan a favor de una conciencia posibilista dando aires de cambio a un gobierno, que lo único que ofrece como distinto de la década anterior, es un discurso "progresista" y cierta capacidad de maniobra basándose en un cambio en la tendencia económica que permitió crecer tras el hundimiento y cuatro años de recesión. Así, el gobierno otorgó algunos aumentos salariales ínfimos (y necesarios desde el punto de vista del interés de la burguesía mercado internista) si se los compara con las extraordinarias ganancias capitalistas.
La prédica alrededor de la "causa nacional", la "distribución del ingreso", la "producción y el trabajo", la "renovación política e institucional" no pueden llamar a engaño. Por eso los marxistas combatimos el carácter ilusorio de estos slogans que alimentan la idea de que el gobierno es un cambio positivo. Hay que ser claros y no formarse una falsa expectativa, el gobierno actual es el del PJ, el mismo que bajo Menem implementó el neoliberalismo y la entrega; el que con Duhalde hundió a los trabajadores en la pobreza; y el que hoy con Kirchner intenta mantener las conquistas que el imperialismo y la burguesía local lograron sobre los trabajadores, como una condición necesaria para su "capitalismo en serio".
En la actual situación política, donde se mantienen latentes los elementos de la crisis de hegemonía del capitalismo semicolonial argentino y su estado, el rumbo adoptado por Kirchner es de continuismo de la entrega y de engaño sobre la mayoría mientras se reprime a los luchadores. Sin embargo, a los trabajadores que confían en el gobierno les proponemos luchar juntos por nuestras reivindicaciones y no creer en la palabra de los políticos capitalistas. Los marxistas del PTS consideramos necesario acompañar la experiencia de los trabajadores y el pueblo en sus luchas cotidianas, a la par que combatimos las ilusiones de una mejoría bajo los marcos del actual régimen capitalista y del comando del actual gobierno peronista. Alertamos también sobre el peligro de depositar expectativas en las distintas variantes opositoras patronales, ya sean de derecha (López Murphy) o centroizquierdistas (Carrió), o los que promueven la conciliación de clases (Izquierda Unida), que buscan evitar que se exprese con independencia la fuerza obrera y popular.
La clase trabajadora tiene que poner en el centro de la lucha política un programa obrero independiente. La lucha por la independencia de clase, por organizaciones obreras militantes, por recuperar la unidad de la clase trabajadora, es la tarea de primer orden planteada todos los que se reclaman de la izquierda obrera y socialista. Con este fin es que venimos proponiendo la constitución de un Frente Político de los Trabajadores, de las organizaciones obreras y piqueteras combativas, la izquierda clasista y los movimientos de lucha, que de constituirse será la herramienta fundamental para luchar por este programa. Lamentablemente organizaciones como el PO se vienen negando a esta perspectiva ya sea por autoproclamación, sectarismo o por sus compromisos con corrientes de conciliación de clases (en la ANT). En el caso del MST sostiene su alianza con Izquierda Unida, junto al PC que cada vez más gira a la derecha priorizando sus acuerdos con el Partido Socialista o incluso como en Santiago del Estero unido electoralmente a un sector de la Democracia Cristiana.
La batalla que desde el PTS nos planteamos por la independencia de clase, por constituir un frente político de los trabajadores será un paso adelante en la construcción de un partido marxista revolucionario e internacionalista cuyo objetivo sea imponer mediante una revolución social, un nuevo orden, un nuevo estado: el poder de la clase obrera y el pueblo autoorganizados, el gobierno obrero y popular, única manera de conquistar la independencia nacional, la satisfacción de las demandas populares y el fin de la pobreza y el desempleo.
A continuación presentamos una serie de medidas programáticas para enfrentar los actuales desafíos políticos.


Más artículos de esta Declaración:


No pago de la deuda. Ruptura con el FMI
http://www.pts.org.ar/notas.asp?id=2089


La lucha contra la represión y en defensa de las libertades democráticas
http://www.pts.org.ar/notas.asp?id=2090


La lucha por el trabajo para todos y el salario
http://www.pts.org.ar/notas.asp?id=2091


Unidad de clase y Frente Político de los Trabajadores
http://www.pts.org.ar/notas.asp?id=2092


Por un gobierno obrero y popular. Federación de repúblicas socialistas de América Latina
http://www.pts.org.ar/notas.asp?id=2093

Prensa

Virginia Rom 113103-4422

Elizabeth Lallana 113674-7357

Marcela Soler115470-9292

Temas relacionados: