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Internacionales

Una oleada de huelgas recorre Brasil

1ro de octubre 2004


Mientras se preparan las elecciones municipales en Brasil para el próximo domingo, diversas huelgas de distintos gremios se extienden por el país, ganando una creciente importancia en el escenario político, destacándose especialmente la huelga nacional de los bancarios que el 30 de septiembre completó su decimoséptimo día. Incluso, el imperialista Financial Times del 22 de septiembre alertó sobre lo que definió como una "oleada de huelgas" en Brasil.
Motivados por la sensible recuperación de la actividad económica –que se proyecta a un 4% de crecimiento del PBI para este año– los trabajadores se han movilizado para recuperar las pérdidas salariales de los últimos años provocadas por la creciente inflación. Recientemente se publicaron las estadísticas que informan que los ingresos de los trabajadores cayeron un 7% en el 2003, resultando los más bajos desde 1992. Durante las campañas salariales del primer semestre de 2004, el 79% de los gremios conquistaron un reajuste por encima de la inflación. En el segundo semestre, se agrega el desarrollo de huelgas prolongadas que muestran importantes elementos de politización y radicalización de los conflictos.
La actual oleada de huelgas demuestra que uno de los principales sostenes del gobierno de Lula son los burócratas de la CUT, que cuando no boicotean directamente las movilizaciones, dejan las luchas abandonadas a su suerte. Esa contradicción entre la disposición a la lucha de la clase trabajadora y el papel traidor de las direcciones políticas enquistadas en el PT y el gobierno han provocado un importante proceso de reorganización en amplios sectores de vanguardia, con un número creciente de sindicatos que han comenzado a romper con la burocracia cutista y con el gobierno, sentando las bases para nuevos y superiores embates de la lucha de clases en el país.

Se extienden las huelgas en los empleados públicos
A mediados de año ya se había destacado la huelga de 65 días de las tres universidades del Estado de San Pablo, dentro de la cual sobresalió la radicalización de los empleados de la USP que resistieron la represión del gobierno del estado adoptando el método del piquete y levantando importantes demandas como la expulsión de la policía del campus, elecciones directas para el cargo de rector –que actualmente es elegido por el gobierno–, y la apertura de los libros de contabilidad de la universidad.
Siguiendo el mismo camino, los funcionarios de la Universidad Estadual de Río de Janeiro ya pasaron los 100 días de huelga con duros enfrentamientos con la policía. En distintos estados, ya sea por parte de los estudiantes o de los trabajadores, los paros en las universidades federales también han sobrepasado los 100 días de duración con ocupaciones de unidades claves contra la reforma universitaria privatizadora que el gobierno Lula planea implementar a partir de noviembre: "Los recientes episodios ocurridos en la Universidad Federal de Bahía (UFBA), en la Universidad de San Pablo (USP), en el Consejo nacional de Educación e, infelizmente también en la Universidad del estado de Río de Janeiro (Uerj), donde trabajadores insatisfechos con las condiciones de trabajo, usan la estrategia de ocupación para manifestarse –son ejemplos de variables normalmente incontrolables, en la medida en que la solución a sus reivindicaciones no están en manos del gestor de la institución sino del estado"1.
Además se han sumado a la lucha los trabajadores públicos del Poder Judicial que paralizaron sus actividades en diversos estados, como Santa Catarina, Maranh˜ão y Bahía. En el Estado de San Pablo, cerca de 40 mil judiciales de San Pablo protagonizaron la mayor huelga de la historia del gremio, paralizando las actividades por 91 días al punto de poner en riesgo el funcionamiento de las elecciones municipales que ocurrirán en octubre y provocando la reacción de la burguesía y sus abogados: "En San Pablo en casi 90 días, la democracia no se realiza, la República está herida, (...) el gobierno está incompleto. Es el momento de la intervención federal para garantizar el libre funcionamiento de uno de los Poderes"2

El movimiento alcanza nuevos sectores

En las últimas semanas, el movimiento huelguístico llegó a algunos "pesos pesados" de la economía. Los metalúrgicos de las empresas que quedaron fuera del reciente acuerdo de aumento salarial negociado entre la patronal y la CUT realizarán una semana de huelga hasta conquistar las mismas condiciones que habían sido acordadas para los restantes sectores del gremio. Después de los paros de 24 horas, los pilotos de Vasp –bloqueando el funcionamiento de prácticamente todos los vuelos de la compañía– obligaron a la patronal a pagar sus salarios atrasados. La campaña salarial de los petroleros se destacó por los paros parciales a lo largo del día y sigue abierto un impasse entre los trabajadores y la dirección de la empresa. Estos nuevos movimientos huelguísticos a pesar de estar controlados por la burocracia sindical, expresan un proceso de efervescencia en los principales bastiones obreros del país.
Dentro de los nuevos gremios que se movilizan se destacan los trabajadores de servicio bancario, no sólo por la masividad de su huelga, sino también por los importantes elementos de radicalización y antiburocratismo. Ya son más de 15 días de un paro protagonizado por 200 mil trabajadores (50% del gremio) en 24 capitales y diversas ciudades del interior, la mayor huelga de gremios desde 1990. Este conflicto tiene especial importancia por ocurrir en una de las principales bases históricas del PT, cuna de diversas direcciones sindicales que hoy ocupan cargos muy importantes en el partido. Esa relación se muestra en la misma composición del gobierno, donde cuatro de los principales ministros son ex-dirigentes de la Confederación Nacional de los Bancarios3. El gremio desató la huelga pasando por encima del acuerdo que la burocracia había negociado con los bancos. En las asambleas, que reúnen a cerca de 2.500 personas diariamente en San Pablo, el actual Presidente del sindicato es frecuentemente repudiado por los activistas. Los paros en las sucursales han sido garantizados con piquetes y enfrentamientos con la policía en diversas partes del país. Las recientes órdenes judiciales de retorno al trabajo y de multa para el sindicato no han sido suficientes para barrer el movimiento.

Que la CUT y sus sindicatos rompan con el gobierno de Lula y el PT

En medio de la oleada de huelgas que recorre el país, la CUT llega al absurdo de anticiparse y tomar la iniciativa de proponer un "entendimiento nacional" para la Federación de las Industrias del Estado de San Pablo, con lo cual entrega en bandeja a la patronal la renuncia a cualquier lucha de los trabajadores por mejores salarios en los próximos años, para que Lula no tenga que preocuparse por la inflación. Como si esto no bastase, la burocracia cutista es socia del gobierno en la implementación de las reformas sindical y de las condiciones de trabajo, mostrando descaradamente su papel traidor como brazo de los intereses del gobierno dentro del movimiento obrero.
El principal obstáculo para unificar y coordinar las luchas de los trabajadores es la propia dirección de la CUT. Varios sindicatos importantes del país ya rompieron con la burocracia cutista y con el gobierno de Lula en los últimos meses y muchos otros desarrollan en sus bases discusiones sobre qué hacer en el actual escenario político. La clase trabajadora tiene que exigir que la dirección de la CUT rompa con el gobierno y con el PT y asuma una lucha por un programa en defensa de los intereses de los trabajadores. Esa exigencia debe ser coordinada entre los sindicatos que rompieron con el gobierno y los que conforman la Coordena˜ç˜ão Nacional de Lutas (Conlutas) en un movimiento que se transforme en un polo antiburocrático nacional que unifique y coordine las luchas y pelee por recuperar los sindicatos para los trabajadores expulsando a la burocracia traidora.
La perspectiva de que los trabajadores que históricamente confiaron en el PT comiencen a buscar nuevos caminos de la lucha de clases plantea la necesidad de una herramienta política capaz de dar respuesta a los 40 millones de asalariados urbanos que producen y hacen funcionar todo. Los trabajadores necesitan un instrumento político unitario y democrático para imponer su voluntad, superando los límites de la división entre los distintos gremios y los sindicatos que actúan al interior de cada uno de ellos para alcanzar la unidad de la clase trabajadora. Los partidos de izquierda como el PSTU y el P-SOL, no son capaces de expresar la voluntad de millones de trabajadores. Los sindicatos que ya rompieron con el gobierno de Lula y los que conforman Conlutas tienen que dirigirse a los millones de trabajadores y a sus sindicatos exigiendo que rompan con el PT e impulsen la construcción de un nuevo partido obrero independiente controlado por los sindicatos y sus trabajadores para evitar que los burócratas sindicales y los parlamentarios pequeño burgueses traicionen los intereses de la clase trabajadora como hizo el PT. Un partido que luche por un gobierno de los trabajadores. Pero no un gobierno como el de Lula en alianza con la burguesía sino un gobierno de la clase obrera aliada con la mayoría explotada y oprimida de la población, cuyo poder emane de las asambleas de millones de trabajadores de las principales concentraciones obreras del país.

1 Jornal O Globo, 13/09/2004.
2 Declaración del presidente del Superior Tribunal de Justicia, ministro Edson Vidigal. Folha SP, 21/09/2004.
3 Dirceu (Casa Civil), Bersorini (Trabalho), Gushikein (Comunica˜ç˜ão estratégica) y Olívio Dutra (Cidades).

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