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MOVIMIENTO OBRERO

EL PARANÁ INDUSTRIAL

Una nueva generación de obreros y estudiantes despierta en Campana

LVO charló con jóvenes obreros y estudiantes que militan en la Juventud del PTS en Campana, que junto a Zárate constituye un polo industrial a orillas del río Paraná.

Verónica Zaldívar

27 de septiembre 2012

Una nueva generación de obreros y estudiantes despierta en Campana

Es sábado y la siesta atraviesa Campana de punta a punta; el silencio sólo es interrumpido por una mujer que anima algún tipo de festival o competencia, cerca.

Pocos de los jóvenes que nos reciben son oriundos de esta ciudad bonaerense; casi todos llegaron con sus familias durante la crisis de una década atrás, buscando una vida mejor en este conglomerado industrial. El discurso de la “cultura de trabajo” parece marcar una impronta a todo lo cotidiano. “Siderca regimenta la vida acá”- cuenta una estudiante -“a las 9 están todos cenando y a las 10 a dormir porque hay que estar fresco para arrancar temprano en la fábrica”, o sea, para rendirle mejor al patrón.

Para muchos adolescentes, vivir en Campana significa terminar el secundario y laburar en alguno de los talleres que trabajan para las multinacionales. Después de varios años de jornadas laborales de 12 horas o más, en pésimas condiciones, su máxima aspiración es entrar a alguna de las compañías grandes, como la ESSO. La petrolera tiene una destilería donde trabajan mil personas, está muy próxima a la ciudad y provoca gran parte del olor nauseabundo a gas y combustible que invade la zona. Las llamaradas de la destilería, que pueden verse desde la plaza en pleno centro, son parte del paisaje. Para entrar a la ESSO primero tenés que trabajar en alguna de sus tercerizadas, luego entrás como contratado y recién después pasás a planta; todo este proceso en general lleva varios años, y es muy similar a lo que ocurre en Siderca, donde primero se ingresa para cubrir vacaciones, esperando luego el ansiado llamado para un puesto fijo. Varios de los talleres que trabajan para Siderca son de jefes de esa empresa o de los capangas de la UOM local.

Un polo industrial a orillas del Paraná

La cantidad de fábricas y talleres ubicados en las inmediaciones de Campana sorprende. Hay multinacionales como Monsanto, que elabora su tristemente célebre glifosato, y Bunge (ex Petrosur), cuyos 300 operarios producen fertilizantes. Otra decena de químicas trabaja allí con altísimos niveles de producción (y exportación), como Carboclor, Cabot o Quipro. Las multinacionales Petrobras y Enarsa también tienen sede en Campana, además de la papelera Valot. Las sustancias con las cuales trabajan todas estas empresas son sumamente tóxicas, y existen denuncias por los “efectos colaterales” provocados en la salud de la población y el medio ambiente. Otras multinacionales radicadas en la zona son Honda y Toyota. “No creo que nadie llegue a jubilarse en Toyota”, comenta un joven metalúrgico. Explica que se debe a que las condiciones de trabajo producen lesiones severas y crónicas a los más de mil operarios de esa automotriz con planta en Zárate.

Algo despierta en Rocca’s City

La historia oficial relata que en 1924 un incendio destruyó el frigorífico que era el epicentro económico del lugar, y que la vida del pueblo prácticamente se apagó hasta que 30 años después otro empresario, Agustín Rocca, fundó Dálmine SAFTA (actual Tenaris/Siderca). Así se “refundó” la ciudad y la burguesía local encontró en Rocca un nuevo “prócer”, al punto que una de las avenidas principales lleva su nombre; antes se llamaba “Avenida de los Trabajadores”… ironías de la historia.
Los Rocca fueron hábiles para relacionarse con la comunidad local y garantizar así una base sólida donde apoyarse para atacar a los trabajadores que los cuestionaran; constantemente se muestran como “benefactores” realizando donaciones, fundando desde escuelas hasta campeonatos de fútbol, organizando capacitaciones para los docentes y hasta una fiesta anual a la que toda la ciudad quiere asistir. Así buscan imponer sus condiciones como patrones sin cuestionamientos, y ocultar los ataques que cometieron históricamente contra los obreros: en gran parte gracias a su influencia, poco se dice de los campos de concentración creados allí mismo, con ayuda de estos y otros empresarios, aun antes del ’76, y de los obreros desaparecidos, 48 de ellos trabajadores de Siderca. O de la persecución a compañeros como Guillermo Bentancourt, a quien el sindicato cómplice expulsó para que la empresa pudiera despedirlo, cuestión que no logró gracias a una intensa campaña impulsada por el PTS y su juventud.

Pero una nueva generación de obreros y estudiantes está despertando en Campana, se está organizando y está dispuesta a combatir los atropellos de la burguesía desde su lugar de militancia: en las fábricas, los terciarios y los secundarios. Son los que desobedecen el “no te metás” y no temen enfrentar el autoritarismo del gobierno y la patronal. Son quienes ya están dando pasos en sacudir la modorra del conformismo y la falta de expectativas del presente, para rescatar las grandes luchas que dieron otros antes y construir una sociedad sin explotadores ni explotados.

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