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OPERATIVO REKONCILIACION

¿Una fuerza cipaya para la defensa nacional?

Un argumento utilizado por los kirchneristas para justificar el Operativo Rekonciliación con las FF.AA. es la necesidad de contar con una fuerza de defensa nacional contra una hipotética agresión imperialista. Este argumento es desmentido por la orientación del ejército argentino que, desde el menemismo, se basa en la participación de las misiones militares al servicio del imperialismo yanqui como en Irak en 1991, el Líbano, la ex Yugoslavia y Haití, por nombrar sólo algunas.

Facundo Aguirre

10 de junio 2010

Un argumento utilizado por los kirchneristas para justificar el Operativo Rekonciliación con las FF.AA. es la necesidad de contar con una fuerza de defensa nacional contra una hipotética agresión imperialista. Este argumento es desmentido por la orientación del ejército argentino que, desde el menemismo, se basa en la participación de las misiones militares al servicio del imperialismo yanqui como en Irak en 1991, el Líbano, la ex Yugoslavia y Haití, por nombrar sólo algunas. En esta última, las tropas argentinas, como parte de las fuerzas del MINUSTAH, intervienen desde 2004 en la represión directa al pueblo haitiano en lo que es una auténtica ocupación militar norteamericana, agravada después del terremoto de 2009. No sólo eso. La posición del gobierno argentino ante Irán por el caso del atentado a la AMIA está en profunda sintonía con los intereses norteamericanos. Para que haya hipótesis de conflicto con el imperialismo es necesario sustentar una política antiimperialista, cosa que el kirchnerismo está en sus antípodas.

Los kirchneristas imaginan unas FF.AA. “antiimperialistas” completamente desmentidas por toda la historia de las fuerzas militares argentinas que siempre actuaron como agentes del imperialismo y el capital extranjero. La única vez que se enfrentaron a una potencia imperialista fue en Malvinas en 1982 donde, amén de su “valor” para torturar jóvenes conscriptos argentinos, capitularon vergonzosamente ante las tropas británicas, negándose a tocar los intereses económicos ingleses.

El ser cipayo (sinónimo de vendepratia y servil del imperialismo) es una constante de los militares argentinos. Salvo por la guerra de Independencia, cuando de hecho no existía la República Argentina tal cual la conocemos hoy, las FF.AA tienen un largo historial de cipayismo en defensa de los intereses de las potencias extranjeras. Junto al genocidio de pueblos originarios encabezado por Roca, la otra marca de origen del Ejército nacional fue entre 1864-1870 la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay. Los militares encabezados por Bartolomé Mitre, junto a Brasil y Uruguay, hicieron la guerra para imponerle a Paraguay la obligación del comercio con Gran Bretaña. Un auténtico genocidio que redujo la población paraguaya de 1.525.000 a 221.000 habitantes, donde sólo quedaron 28.000 hombres vivos. En 1890 las tropas del Ejército argentino aplastaron la Revolución del Parque encabezada por la naciente Unión Cívica, contra el gobierno de Juárez Celman representante de los intereses de la aristocracia terrateniente y financiera de la Baring Brothers. Ya en el siglo XX el ejército reforzó su papel represor contra la clase obrera y su servilismo al capital extranjero. En 1921 durante las huelgas de la Patagonia Trágica fueron fusilados por el nefasto Coronel Varela cerca de 1500 obreros rurales para defender los intereses económicos de los estancieros británicos. El golpe de Uriburu en 1930, que marcó el inicio de ciclos de golpes de Estado del “partido militar”, tuvo como fin crear las condiciones políticas para subordinar el país al dominio británico, lo que se concretó con el Pacto Roca-Runciman en mayo de 1933. En 1945 los militares “nacionalistas” del GOU encarcelaron a Perón por presión de la embajada norteamericana y la oligarquía terrateniente y en 1955 el “nacionalismo” católico militar, representado por el Gral. Lonardi, encabezó el golpe que derrocó a Perón y abrió las puertas de la ofensiva semicolonizadora de EE.UU. El golpe de Onganía en 1966 tuvo por finalidad abrir las puertas al capital extranjero y a la liberalización de la economía con el plan Krieger Vasena. La ofensiva colonizadora norteamericana tuvo su máxima expresión en el golpe genocida de 1976.

La realidad de América Latina y los pueblos oprimidos demuestra que las únicas fuerzas capaces de enfrentar al imperialismo son las de obreros y campesinos autodeterminados. Esa fue la conclusión de Augusto Cesar Sandino, quien supo decir que sólo los obreros y campesinos irían hasta el final. Fue la lección de la revolución cubana que tras expropiar a la burguesía nacional, conquistó su independencia real y derrotó con la movilización de las milicias obreras y campesinas la invasión de los gusanos entrenados y financiados por la CIA, en Bahía Cochinos en abril de 1961.

La posición de los socialistas revolucionarios es clara. Consideramos que las FF.AA. son el brazo armado del Estado burgués semicolonial, un instrumento de la dominación de una burguesía nacional completamente entregada al imperialismo y al capital extranjero. Luchamos por la disolución de las fuerzas represivas y la destrucción de las FF.AA. Por una instrucción militar universal controlada y organizada por las organizaciones obreras, populares y de derechos humanos, para poner en pie una verdadera fuerza democrática y popular para la defensa nacional, una milicia obrera y del pueblo pobre, brazo armado de un gobierno de los trabajadores.

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