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EconoCrítica N°1

Una estructura productiva primarizada, en menos manos… y extranjeras

El crecimiento de la industria de los últimos años no ha revertido el proceso de primarización que se viene dando desde los ’80, y se profundizó en los ’90. Esto lo vemos en la composición de las exportaciones (ver gráfico), donde el 35% corresponde a actividades primarias y extractivas, aún cuando la producción agropecuaria sólo explica el 5,3% del PBI en 20071.

Pablo Anino

10 de abril 2008

El crecimiento de la industria de los últimos años no ha revertido el proceso de primarización que se viene dando desde los ’80, y se profundizó en los ’90. Esto lo vemos en la composición de las exportaciones (ver gráfico), donde el 35% corresponde a actividades primarias y extractivas, aún cuando la producción agropecuaria sólo explica el 5,3% del PBI en 20071.

En 1980 la industria representaba el 21,4% del PBI pasando al 16,3% en el año 20022. El agotamiento de la convertibilidad llevó a una retracción del 30%3 de la producción industrial y al cierre de numerosas fábricas entre 1997 y 2002. Esto dejó una enorme disponibilidad de capacidad que, junto con la devaluación y la caída salarial, son la base del incrementó del 41% de las cantidades producidas entre 2002 y 2006. Este incremento resulta insuficiente para revertir la primarización, perdiendo la industria manufacturera4 participación en el PBI con una caída del 17,5% al 16,5% entre 1997 y 20065.

El gran motor de la industria han sido las terminales automotrices de multinacionales como Ford, General Motors, Peugeot, VW, etc. que en el 2006 produjeron con un 26% menos de trabajadores casi la misma cantidad de autos que hace una década, en realidad un 1%7 menos que en 1997, aprovechado la gran capacidad ociosa que disponían en el año 2002 cuando la utilización se ubicaba en el 20%. Otro de los motores, la fabricación de equipos y aparatos de radio, televisión y comunicaciones, es la rama que más crece en producción desde el 2002, pero todavía no alcanza el nivel de 1997.

El crecimiento ha significado enormes ganancias para el conjunto de los capitalistas, pero sólo han sido parcialmente reinvertidas. Según La Nación, entre las multinacionales, a pesar de que mantienen fuertes ganancias, la reinversión de utilidades cayó un 40% en 2007 en relación con el año previo8. El resto lo giran a sus casas matrices. Así, el crecimiento de las ganancias contrasta con la existencia de importantes ramas de la industria operando casi al borde de su capacidad instalada.

Esto provoca los conocidos “cuellos de botella”. Aunque las principales ramas industriales que aumentaron su rentabilidad fueron la fabricación de maquinaria y aparatos eléctricos (128%), automotores (112%), equipo y aparatos de comunicaciones (96%), productos de metal (43%) y productos de madera (43%)9, los proyectos de inversión anunciados en 2007 (todavía no ejecutados y cada vez más en duda por la crisis financiera), están concentrados en muy pocos sectores y empresas de la industria automotriz, extractiva y manufacturera de exportación. A pesar de que el nivel de inversión bruta fija en relación al PBI es superior a años anteriores, llegando al 24% en 2007, la gran mayoría corresponde a la construcción, compra de celulares, entre otras “inversiones” por el estilo, y sólo una ínfima parte está destinada a la ampliación de la capacidad productiva.

Asociado a las grandes ganancias, se profundizó un proceso de concentración, centralización y extranjerización del capital. Esto se expresa, por ejemplo, en las ventas de Quilmes y Loma Negra a capitales brasileños y en el hecho que las empresas extranjeras productoras de bienes pasan de explicar el 59% del PBI en 1997 al 69% en 2005, y a su vez en las ventas de la cúpula empresaria los primeros cincuenta grupos pasaron de representar el 52% en 1997 al 56% en 2005.

En síntesis, en los últimos años hay una sustitución parcial de importaciones. Algunos bienes volvieron a producirse en el país luego de una enorme crisis. Pero es un proceso muy parcial de recuperación de la industria, dado que no se han desarrollado nuevos sectores. El crecimiento se viene apoyando en el aprovechamiento de las condiciones extraordinarias de bajos salarios, subsidios a la producción, capacidad ociosa disponible desde la salida de la convertibilidad y la protección del tipo de cambio devaluado. Se pone en evidencia que lo que mueve a los “empresarios argentinos” (y extranjeros) es el deseo de ganancias rápidas aprovechando las “oportunidades” del momento. Incluso, este pobre desarrollo industrial estuvo asociado, esquema de subsidios mediante, a la absorción de una parte de la renta agraria obtenida con gran facilidad por las excepcionales condiciones internacionales.

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