Los trabajadores administran hoy una planta de 80 mil metros cuadrados y alta complejidad: coordinan los 36 sectores de la planta, el abastecimiento de centenares de insumos diferentes, la comercialización y distribución de los productos. ¿Quién conoce mejor una fábrica que sus propios trabajadores?

El comando capitalista es reemplazado por la gestión obrera colectiva. Liberados del látigo de los empresarios y supervisores, los obreros ceramistas han puesto su ingenio y su capacidad para crear nuevos productos y aumentar la producción, para reducir los costos y los accidentes de trabajo. Una auténtica escuela de planificación, que pone de relieve la capacidad de la clase obrera para organizar racionalmente la producción.

En ese camino, han planteado que la salida de fondo pasa por la expropiación y estatización sin pago bajo administración obrera, para poner la fábrica al servicio de la comunidad y las necesidades sociales.