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MOVIMIENTO OBRERO

SOBRE LA CUOTA SOLIDARIA

Una cuota de solidaridad entre patrones y burócratas

Una cláusula delata el carácter corrompido de las negociaciones colectivas de trabajo en la era K: la ley 14.250 de negociaciones colectivas vigente desde 1955, y en particular su artículo 9, habilita la “cuota solidaria”. La clausula en cuestión cobró una enorme magnitud de uso y se expandió de manera sideral bajo los gobiernos K.

Eduardo Lusa

6 de diciembre 2012

Una cláusula delata el carácter corrompido de las negociaciones colectivas de trabajo en la era K: la ley 14.250 de negociaciones colectivas vigente desde 1955, y en particular su artículo 9, habilita la “cuota solidaria”. La clausula en cuestión cobró una enorme magnitud de uso y se expandió de manera sideral bajo los gobiernos K.

La “cuota solidaria” se le impone al trabajador de manera compulsiva, bajo gestión patronal y en favor a de las arcas de burócratas sindicales. El punto siempre figura de manera velada en las actas de cierre de las negociaciones convencionales. Las patronales que siempre regatean los porcentajes de los aumentos para tirar a la baja el salario obrero, suelen aceptar gustosos la quita compulsiva. Se sabe que en últimas, se trata de una retribución por los servicios prestados. La cuenta por aquellos favores corre por parte del bolsillo obrero.

Pero el sistema de retribuciones no termina ahí, la ley también faculta otras transacciones “solidarias” tan burdas como la cuota en mención. En la era K se generó el habito “solidario” de que los sindicatos se apropien de uno, dos o más porcentuales del aumento salarial convenido. Cuando los trabajadores ven que su aumento no llega y comienza a generarse la bronca por lo bajo, los caciques sindicales esgrimen argumentos tan ridículos como nefastos: “es por el papeleo y los trámites”, dice el pichón de burócrata al trabajador.

Se sabe de sindicatos y dirigentes empresarios con participación en tal o cual empresa. Pero lo que aquí está en cuestión es un sistema de prebendas promovido por el Estado, que introduce la lógica mercantil y patronal en las organizaciones obreras, transformando los sindicatos en administradores de suculentas cajas generadas a partir del robo directo al trabajador. De allí que sindicatos con enormes masas de trabajadores convencionados tengan a la mayoría de sus trabajadores por fuera de la afiliación sindical. Una de las explicaciones debemos encontrarla en el truque sindical-patronal cuya operatoria consiste en evitar la afiliación del trabajador a cambio de que la patronal garantice la “cuota solidaria”, al tiempo que el burócrata achica el número de trabajadores afiliados con derechos y con ello un control más férreo de la estructura verticalista de los sindicatos.

Y si de caja se trata se impone razonar cuáles son sus derivados políticos. El caso del Subte es un claro ejemplo de cómo la cláusula solidaria es utilizada para atacar la organización de base que se dieron los trabajadores, en beneficio de la patota de la UTA.

Para terminar con el sistema de coerción y robo al trabajador es necesario un programa que recupere el sentido de conquista de las organizaciones obreras. Para ello es necesario partir de un combate contra la injerencia del Estado en las organizaciones obreras, ya sea en sus finazas como en todos los ámbitos. Desde esa perspectiva se impone luchar por el aporte voluntario y que el mismo sea realizado por el propio trabajador, con total independencia de las liquidaciones y gestiones que realiza la empresa en el salario del obrero. Tanto los aportes mensuales como otras esferas de las finanzas de las organizaciones obreras deben estar controladas de manera colectiva por los trabajadores mediante asambleas y los representantes que para dicho fin decidan las mismas.

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