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Cultura

(nota exclusiva en internet)

Una crítica a las películas “Che, el argentino” y “Guerrilla”

A fines de 2008 se estrenó en los cines de nuestro país Che, el argentino. En junio de este año, Guerrilla; ambas de Steven Soderbergh (autor de la conocida Sexo, mentiras y video).
Recientemente salidas al “circuito comercial” (es decir, para el alquiler y venta), y al cumplirse un nuevo aniversario de su asesinato, el 9 de octubre, esta nota comenta la interesante “biografía fílmica” de Guevara, e intenta acercar algunos elementos de crítica a su estrategia política.

Demian Paredes

8 de octubre 2009

Tanto como díptico, como desde un tríptico que se une a Diarios de motocicleta -que, aunque no sea de él, según el mismo Soderbergh puede “hacer de primera parte”- estas son las primeras películas que se acercan bastante fielmente a la realidad personal y política del Che (recordemos que apenas al año siguiente de su muerte, 1967, se estrena El Che Guevara de Paolo Heusch, y al siguiente Che!, de Richard Fleischer, ambas muy deficitarias).

En la primera parte, el director consigue una muy buena película, como coincidió la mayoría de los críticos. Hay buenas actuaciones de Benicio Del Toro (Ernesto Guevara), Demián Bichir (Fidel Castro), y Santiago Cabrera (Camilo Cienfuegos). En el caso de Benicio, como ha contado en varias entrevistas, estudió por espacio de 2 años la vida y obra del Che antes de encarnar al personaje (obtuvo el premio al mejor actor en Cannes). En el caso de Camilo, hay que resaltar el trabajo de guión, que además de ser fiel al rol político-militar que tuvo en la revolución cubana, le da el toque de humor (coincidente con muchos de los relatos históricos) en medio de la situación de combates.

Los escenarios tanto en la selva como en la ciudad están muy bien logrados, la fotografía es buena y se combina con escenas de batalla bien representadas, todo lo cual hace un film entretenido y muy dinámico durante las más de 2 horas de duración.

Las secuencias documentales intercaladas de las actividades del Che como ministro, sus planteos en la ONU, las respuestas a los malintencionados periodistas, o su “cruce verbal” con McCarthy ilustran a un revolucionario íntegro y consecuente. De esta manera, se van mostrando aspectos muy importantes de la revolución cubana y de las concepciones de los dirigentes del Ejército Rebelde. Asimismo, tiene una originalidad particular al mostrar un pasaje clave de su vida desde el encuentro con Castro en México hasta casi la entrada triunfal en la Habana en 1959, pasando por la encarnizada lucha en la sierra hasta la histórica batalla de Santa Clara que militarmente termina de torcer la balanza a favor de la revolución.

Es de notar, que una producción de Hollywood no tenga el típico contenido anticomunista y gusano de la mayoría de su industria cinematográfica, sino que, por el contrario, es bastante objetiva históricamente y deja bien parados a los “barbudos” de la sierra, pero sin caer tampoco en el ridículo “superhéroe” tipo Rambo que no tiene errores ni debilidades. Recordemos que la película fue realizada en vísperas de la nueva administración demócrata en la Casa Blanca, que se mostraba favorable a la posibilidad de flexibilizar la política hacia Cuba, y en momentos en que el nuevo gobierno de Raúl Castro manifestaba su disposición a abrir el diálogo con EE.UU.

El film y la historia

Sin embargo, pese a todo lo positivo que tiene el film, quisiéramos detenernos en ciertos aspectos de interpretación histórica que hace, y una breve discusión política sobre el significado de la Revolución cubana.
Es cierto, como dijeron algunas críticas, que se muestran muchos elementos “como si el público ya conociera la historia”, o sea que se pasan de forma rápida y “superficial”. Sin embargo, hay pasajes muy importantes a resaltar. Uno es la compleja relación entre la lucha de masas y la lucha de la guerrilla en el proceso de la Revolución cubana, así como las concepciones que respecto a ella había dentro del M26. Esto está explícitamente narrado en el aporte de combatientes desde “el llano” (las ciudades) por parte del movimiento que conducía el histórico dirigente Frank País, y en la derrota de la huelga general del 9 de abril de 1958.

Como describen muchos historiadores, este último hecho fue un “parte aguas” en la orientación política del M26. Desde ese fracaso, la línea guerrillerista se impuso sobre el “llano” que impulsaba la huelga y la insurrección urbana como forma principal de lucha contra la dictadura de Batista. Hasta ese momento la dirección del movimiento había recaído en los sectores urbanos de las grandes ciudades como Santiago, escenario tradicional de las grandes gestas del movimiento obrero cubano a lo largo de su historia. Lamentablemente, la película sólo hace mención a la frustrada acción del 9 de abril y no muestra que la Revolución cubana tuvo otros actores, además de la guerrilla, como las masas obreras y populares de las ciudades. Los hechos históricos muestran que el movimiento revolucionario no fue “exclusivo” de “los barbudos” de la sierra, sino que la revolución del ’59 incluyó a las masas urbanas, cuestión que el film no muestra claramente. De aquella experiencia y equivocada interpretación de la histórica saldrá la base de toda la concepción foquista del Che.

Otro aspecto histórico que omite el film, es el rol del Partido Comunista stalinista (PSP) del que sólo muestra su giro oportunista a mitad del ’58 cuando viendo la debacle del régimen y el avance guerrillero, se alía al M26. La realidad es que el stalinismo, teniendo en sus manos gran parte de la dirección del movimiento obrero, se había opuesto sistemáticamente a la lucha armada contra el régimen.

El díptico Che el argentino y Guerrilla se basa en Pasajes de la guerra revolucionaria y el Diario del Che en Bolivia. El primero, es un detallado relato, escrito en artículos separados entre 1958 y 1961 (y publicados en 1963) de Guevara sobre los avatares de la lucha revolucionaria sin mayores exposiciones de su estrategia política. Sin embargo la película plasma bien las conclusiones generales que sacará el Che de la experiencia cubana: su generalización y transformación en norma a aplicar en toda América Latina. Por eso, además de entretenida, es un interesante acercamiento a sus ideas así como a la historia de la Revolución cubana.

El Che intenta “exportar la revolución” (y su estrategia)

La segunda parte, Guerrilla, muestra el descenso, la caída del pequeño grupo de combatientes que Guevara lleva clandestinamente a Bolivia, junto a otros bolivianos. Retrata de forma atrayente, con una gran actuación de Benicio del Toro, cómo Guevara se asume como un revolucionario consecuente que continúa infatigablemente la lucha contra la burguesía y el imperialismo.

El Che, llevando adelante su internacionalismo antiimperialista, viajó a Bolivia para organizar nuevos focos guerrilleros en abierta oposición a la política de los Partidos Comunistas dirigidos desde Moscú. Previamente, en 1965, se había distanciado del stalinismo y había denunciado: “¿Cómo puede significar ‘beneficio mutuo’, vender a precios de mercado mundial las materias primas que cuestan sudor y sufrimientos sin límites a los países atrasados y comprar a precios de mercado mundial las máquinas producidas en las grandes fábricas automatizadas del presente?

Si establecemos ese tipo de relación entre los dos grupos de naciones, debemos convenir en que, los países socialistas son, en cierta manera, cómplices de la explotación imperial” (Discurso de Argel).

Esta ubicación política del Che, lo separó del stalinismo e incluso en gran parte del propio castrismo.

Poco después, renunciaría a todos sus cargos en Cuba e intentaría extender la revolución combatiendo en el Congo (actual Zaire). Luego de 7 meses de lucha, debió regresar derrotado y en la clandestinidad, pero sólo por el tiempo necesario para preparar una nueva ofensiva. Este sería su último y trágico combate, el de la selva boliviana. El proponía “crear dos, tres muchos Vietnam”, señalando correctamente (y a la izquierda del stalinismo en todas sus variantes) la necesidad de extender la revolución y no dar tregua al imperialismo. Sin embargo no tuvo una estrategia mundial de conjunto, para enfrentar al imperialismo que incluyera también a los propios países centrales.

Allí en Bolivia denunciaría nuevamente al stalinismo y al maoísmo: “Hay una penosa realidad: Vietnam (...) está trágicamente solo (...). La solidaridad del mundo progresista (la URSS y China, NdR) para con el pueblo de Vietnam semeja a la amarga ironía que significaba para los gladiadores del circo romano el estímulo de la plebe. No se trata de desear éxitos al agredido, sino de correr su misma suerte; acompañarlo a la muerte o la victoria” (Crear dos, tres... muchos Vietnam es la consigna).

En más de dos horas de duración, el film de Soderbergh, aunque se podría haber integrado el contexto internacional de la época, nos abre a las principales discusiones que rodearon a la experiencia guerrilla boliviana: la traición del PC boliviano subordinado a Moscú (que retiró el apoyo prometido tanto de combatientes como de su red urbana), la relación con Castro (que le da un apoyo muy parcial), el desarrollo concreto del foco guerrillero en su lucha desigual contra el ejército regular (apoyado por los Rangers norteamericanos) y su relación con las masas campesinas y la clase obrera.

La heroicidad de los combatientes y la moral revolucionaria de Guevara y sus compañeros más íntimos, contrastan con una estrategia a todas luces imponte para llevar a las masas a la victoria. Alejado de las concentraciones obreras fundamentales (como las zonas mineras que hasta entran en huelga durante la campaña del Che), en un ambiente hostil donde no se contaba con el apoyo campesino, desmereciendo la importancia de las condiciones objetivas para la revolución, el Che intenta emular la experiencia cubana transformándola equivocadamente en una regla para repetir en cualquier momento y lugar. Poco después de su asesinato comenzaría un proceso urbano, obrero y popular, que llegaría al desarrollo de la Asamblea Popular en los años 1970-’71.

En definitiva, el díptico de Soderbergh contribuye a hacer una apropiación crítica de la valentía y el coraje, la solidaridad internacionalista y el combate hasta el final que dio Guevara contra el capitalismo imperialista, para aprender de las derrotas para los futuros combates por venir. Las películas de Soderbergh permiten acercarnos, de una manera dinámica y atrayente, a uno de los grandes hechos históricos del siglo XX, y a una de sus personalidades más sobresalientes.

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