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CONGRESO del PTS: Sesión debate sobre situación Internacional

Una crisis histórica

En el Congreso del PTS, el informe internacional estuvo a cargo de Christian Castillo, al que le siguió un rico debate. El “episodio europeo” de la crisis. Los gobiernos “técnicos” y la tendencia al bonapartismo. Polarización y resistencia. La crisis está llegando a China. Egipto, un punto de inflexión en la lucha de clases. Los fenómenos juveniles y la emergencia del movimiento estudiantil. La crisis capitalista y las tareas de los revolucionarios. Debate sobre el “equilibrio capitalista”. La crisis capitalista y la declinación de Estados Unidos. Redoblar los esfuerzos por la reconstrucción de la IV Internacional.

PTS

15 de diciembre 2011

El informe de Christian Castillo partió de reafirmar el carácter histórico de la crisis capitalista, que ya está cursando su cuarto año si tomamos como referencia la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008. Si bien el capitalismo tuvo muchas crisis a lo largo de su historia la única referencia que tenemos de una crisis de esta magnitud, en la que se agrava el conjunto de las contradicciones económicas, sociales y políticas del sistema capitalista, es la crisis de la década del ‘30 del siglo XX. Esto no quiere decir que la crisis actual sea una repetición mecánica de la Gran Depresión, pero sí que estamos ante una crisis donde el capitalismo se choca permanente con sus propios límites y contradicciones, donde las medidas que se toman parece que pueden lograr un cierto respiro, pero enseguida se muestran completamente impotentes para revertir la situación. La crisis actual tuvo un primer episodio
donde su epicentro estaba en EE. UU. Con la caída de Lehman Brothers se produjo un escenario de recesión generalizada entre el último trimestre del año 2008 y el primer semestre de 2009. La respuesta de los distintos estados a este primer momento fue endeudarse por la vía de emitir bonos y destinar fondos billonarios para salvar y evitar la quiebra de los bancos y con eso una bancarrota general del sistema capitalista internacional y una depresión ‘global’. Lo que estamos viendo
ahora es la expresión de los
límites que tuvo esa política
de rescate de los bancos
y sus consecuencias, con un
salto cualitativo en el nivel
de endeudamiento de los
distintos Estados que en
algunos casos tienen deudas
que llegan al 80, al 100,
al 150, o al 200 por ciento de
los PBI de cada país.

El “episodio europeo” de la crisis
Si bien en EE.UU. la crisis
continúa y posiblemente
se agrave, hoy estamos viviendo
el ‘episodio europeo’
de la crisis. Esto se vio en la
cumbre de Bruselas de la
Unión Europea en donde
hay una serie de debates y
discusiones, como la que
enfrenta a Gran Bretaña con
la salida propuesta por Alemania
con el apoyo de Francia
y la mayoría de los países
del bloque. Si bien la razón
de la oposición británica es
preservar los intereses del
capital financiero de su país,
el acuerdo propuesto implica
profundizar la línea recesiva
y deflacionaria frente a la crisis.
El acuerdo de la cumbre
es salvar a los bancos (que
son mayoritariamente alemanes
y franceses) y apretar
el torniquete sobre el conjunto
de los Estados forzándolos
a que hagan ataques aún mayores
sobre el movimiento de
masas.
Sin embargo, es muy
difícil, prácticamente imposible,
que esta resolución
que han tomado, en la que
todos los países tienen que
hacer ajustes como los que
se hacían en América Latina
a fines de los ’90, les permita
a algunos países bajar el déficit
que en varios casos supera
el 10% a solo 3% del PBI. Son
metas dificilísimas de lograr.
De hecho pueden llevar al
default abierto y a que varios
países salgan del euro, lo
que implicaría el fracaso del
proyecto más ambicioso del
imperialismo mundial de la
posguerra, que fue la construcción
de la UE bajo la moneda
única.
La ideología predominante
hasta poco tiempo
atrás, incluso adoptada por
sectores mayoritarios de la
izquierda mundial, afirmaba
que la UE era una suerte de
“supraestado” que expresaba
un triunfo estratégico para el
capitalismo. Nuestra corriente
discutió que esas tendencias
eran coyunturales, y que
las contradicciones entre las
diversas burguesías imperialistas,
que en momentos de
prosperidad algunos consideraban
superadas, iban a
estallar de manera explosiva
en momentos de crisis. Hoy
la discusión es la posibilidad
de una implosión del euro y
de la propia UE.

Los gobiernos “técnicos” y la tendencia al bonapartismo
Esta crisis ha tomado ya
dimensiones políticas. En
una misma semana, Italia y
Grecia vivieron una suerte
de “golpes de estado financieros”:
Papandreu fue reemplazado
por Papademus
y Berlusconi por Monti. Estos
supuestos gobiernos “técnicos”
responden al Banco
Central Europeo. Como venimos
señalando, estos gobiernos
de “unidad nacional”,
que cuentan con el apoyo de
las principales fuerzas políticas
burguesas, expresan una
tendencia bonapartista, es
decir, de concentración del
poder, donde el juego parlamentario
entre oposición y
gobierno se diluye y los principales
partidos burgueses
del país pasan a ser el apoyo
y la garantía de que esos planes
de ajuste se van a aplicar.
Eso puede dar cierta fuerza
en la coyuntura, porque el
conjunto del régimen se hace
responsable del ajuste, pero
a mediano plazo representa
muchas contradicciones. La
más importante es que si se
desarrolla la resistencia a estos
planes de ajuste, el odio
obrero y popular se dirigirá
contra el conjunto del régimen
burgués.

Polarización y resistencia
Lo que estamos viendo
en Europa es una política de
enorme disciplinamiento al
plan del imperialismo alemán.
Esto provoca tendencias
a la polarización. Por un
lado gobiernos más de derecha,
que suben para imponer
estos planes ya sea por elecciones
o como “gobiernos
técnicos”, y por el otro lado,
una tendencia a las huelgas
generales y acciones del movimiento
de masas (Grecia,
Portugal, Italia), aunque
todavía sin la radicalidad
suficiente para derrotar estos
planes, en lo que tiene
mucho que ver la política
colaboracionista de la socialdemocracia,
que dirige
gran parte de los sindicatos.
Como parte de esta resistencia
emergieron movimientos
como el de los indignados y
tendencias a la radicalización
en la juventud.
A la vez han surgido tendencias
por derecha que
podemos llamar “soberanistas”,
donde hay desde grupos
fascistas antiinmigrantes,
hasta partidos burgueses
tradicionales que se asumen
como ‘eurófobos’ y plantean
una variante utópica de salida
“capitalista nacional”.
Frente a estas tendencias, la
tarea estratégica para la clase
obrera es la lucha por los
Estados Unidos Socialistas
de Europa.

La crisis está llegando a China
China, que actuó como
una cierta contratendencia
a la crisis de las economías
centrales, en el último tiempo
está empezando a sufrir
los golpes de la crisis. La dinámica
exportadora está en
franco retroceso. Hay una
cierta reconversión hacia el
mercado interno pero muy
limitada con respecto a la
necesidad de mantener tasas
altas de crecimiento. Se
está dando otro fenómeno
que es la ‘deslocalización’
de empresas desde Shangai
hacia el oeste, buscando
bajar costos. Esta política
de las multinacionales es el
motor de la última oleada
de huelgas.
Todos los pronósticos
son que durante 2012 la
situación de ‘desacople
coyuntural’ tenderá a agotarse,
lo que sacará a luz las
contradicciones reales del
‘milagro chino’. Esta situación
empieza a repercutir
en América Latina. Una
expresión de este cambio
de tendencia es el freno de
la economía de Brasil, lo
que impacta directamente
sobre la economía Argentina,
en primer lugar en la industria
automotriz, donde
Brasil es el principal mercado
de las exportaciones argentinas
del sector. Ligado
a esto, ha comenzado también
una baja en el precio
de las materias primas. Todavía
no es completamente
abrupto pero sí entre un 15
y un 20 por ciento en algunas
de las principales materias
primas exportables.
De consolidarse este escenario
en el que la economía
china crezca solo un 7%, su
impacto se sentirá en el
conjunto de la economía
mundial.

Egipto. Un punto de inflexión en la lucha de clases
2011 fue un año en el
que la lucha de clases dio
un salto no solo en los países
centrales, sino con la
llamada “primavera árabe”.
Esta oleada de levantamientos
tiene su punto
más álgido en Egipto donde
se ha abierto un proceso
revolucionario que por su
profundidad es muy difícil
que pueda ser contenido
con medidas de desvío,
sin mediar derrotas contrarrevolucionarias
de las
masas.
Para compararlo con
otros procesos históricos,
podemos decir que en Egipto
se ha abierto una etapa
parecida a la que abrió el
Cordobazo en Argentina
en 1969.
Por su peso demográfico,
por su clase obrera, por
su importancia económica
y geopolítica, Egipto es un
país clave de la región. Desde
la firma de los acuerdos
de Camp David y el tratado
de paz con el estado de Israel,
Egipto viene siendo
una pieza clave del dominio
imperialista en la región,
actuando como resguardo
de la seguridad del estado
sionista contra el pueblo
palestino, por eso es el segundo
receptor de ayuda
financiera de Estados Unidos.
El impacto de una revolución
en Egipto puede
compararse con lo que fue
la revolución iraní de 1979,
que terminó con el régimen
de sha Reza Pahlevi, uno de
los principales gendarmes
de Estados Unidos en el Medio
Oriente.
En un plano más coyuntural,
la Hermandad
Musulmana ha ganado las
elecciones en las que participó
el 62% de la población,
que no es muy alto pero sí
indica que fueron una relativa
contención. Sin embargo,
la gran contradicción es
que estamos en medio de
una crisis capitalista monumental
que fue motor
del proceso egipcio, debido
al alza de los precios de alimentos.
Egipto no es un país
que no es petrolero, sino
que depende de otras actividades
como el turismo, y
además es importador de
materias primas. Por esto, y
por la continuidad de varios
aspectos dictatoriales del
régimen, es difícil que puedan
contener las demandas
profundas de las masas.

Los fenómenos juveniles y la emergencia del movimiento estudiantil
Uno de los fenómenos
juveniles más sintomáticos,
por darse en el corazón del
sistema capitalista mundial
es Occupy Wall Street (OWS)
en Estados Unidos. Aunque
no es masivo, indudablemente
expresa un inicio de
polarización por izquierda
frente a la aparición del Tea
Party por derecha. Es un
movimiento heterogéneo,
pero que tiene importante
significación política y si
bien se da bajo un gobierno
demócrata, aunque Obama
trate de usar al movimiento,
este lo critica.
A diferencia de los indignados
en el Estado español
que han tendido a agotarse,
este es un fenómeno que
persiste.
El otro elemento importante
es la emergencia del
movimiento estudiantil en
distintos países. En América
latina hubo dos movimientos
muy fuertes contra
los dos sistemas educativos
más mercantilizados que
hay en el continente, que
son el de Colombia y el de
Chile. En Colombia los estudiantes
lograron un triunfo
parcial y en Chile la situación
todavía está abierta
con respecto a las demandas
del movimiento pero
más allá de los resultados,
fueron los dos más masivos,
más importantes, con ocupaciones,
con el desarrollo
de huelgas estudiantiles de
gran envergadura.
En San Pablo tuvimos
una lucha más de vanguardia,
aunque con asambleas
bastante numerosas, por
echar a la policía de la Universidad
de San Pablo en la
que han intervenido nuestros
compañeros de LERQI.
Perú es otro país donde
hubo intervención del movimiento
estudiantil.
En los países centrales,
el movimiento estudiantil
salió contra los planes de
ajuste con distinto nivel de
participación y protagonismo
en el Estado español,
Italia, Canadá, Estados Unidos,
Alemania, donde participan
nuestros compañeros
del grupo RIO, y por supuesto
en Grecia.
Esta tendencia a la intervención
del movimiento
estudiantil, que actúa como
caja de resonancia de las
contradicciones sociales,
puede estar preanunciando
nuevos fenómenos de radicalización
política.

La crisis capitalista y las tareas de los revolucionarios
En la crisis capitalista
estamos viendo el desbarranque,
estancamiento
y/o implosión de todas las
variantes de “nuevas izquierdas”
que impulsaron
algunas organizaciones de
origen trotskista con los que
buscaron ocupar espacios
electorales ante la crisis de
la socialdemocracia. Estas
iban desde hacer partidos
comunes entre reformistas
y revolucionarios, hasta
alianzas electorales policlasistas,
o partidos anticapitalistas
sin delimitación estratégica.
Algunos ejemplos
de esta crisis son el estallido
de la coalición RESPECT en
Gran Bretaña, la crisis de
Refundación Comunista en
Italia, y la posible división
del Nuevo Partido Anticapitalista
en Francia, con su
núcleo dirigente tradicional
partido al medio.
Las alas más oportunistas
del NPA plantean como
salida la profundización
de un curso que los lleva
a confluir con variantes
reformistas de izquierda.
Por el contrario, nuestros
compañeros que integran
la Corriente Comunista Revolucionaria
(como parte
de la Plataforma 4 del NPA)
vienen dando una pelea
política por la necesidad de
retomar la estrategia de la
revolución socialista, en la
que han confluido con sectores
obreros del NPA.
La Fracción Trotskista –
Cuarta Internacional viene
combatiendo contra esta
política de adaptación y a
pesar de ser una tendencia
minoritaria, allí donde la
lucha de clases nos ofrece
la oportunidad, hemos demostrado
que es posible
intervenir desde una perspectiva
revolucionaria. Valga
como ejemplo la acción
de nuestros compañeros de
Clase contra Clase en el movimiento
del 15M español o
la destacada intervención
de los compañeros del PTR
en la lucha estudiantil en
Chile.
Desde la Fracción Trotskista
– Cuarta Internacional
planteamos que la única posibilidad
de que la izquierda
revolucionaria pueda jugar
un rol decisivo es construir
fuertes partidos obreros
revolucionarios y pelear
por la reconstrucción de la
IV Internacional. Para esto
es muy importante no solo
mantener un punto de vista
internacional –es decir, tener
un análisis lo más preciso
posible de la situación
internacional y de las tendencias
de la lucha de clases-,
sino sobre todo definir
donde podemos avanzar
cualitativamente en forjar
una organización revolucionaria
que pueda incidir
en los acontecimientos. En
esta tarea, el PTS tiene un
gran desafío por delante.

Debate sobre el “equilibrio capitalista”
Uno de los debates más
importantes sobre la caracterización
de la situación
internacional fue en torno
a si ya podemos afirmar que
se ha roto definitivamente
el equilibrio capitalista que
con crisis se ha establecido
desde la segunda posguerra.
Luego de una rica discusión,
el Congreso votó la siguiente
definición de síntesis: El
equilibrio capitalista construido
en la posguerra se recompuso
luego del ascenso
revolucionario de los ’70
mediante la llamada “ofensiva
neoliberal” produciendo
fuertes derrotas a la clase
obrera mundial, incluyendo
la restauración capitalista
en la URSS, los países de
Europa del Este y China. La
crisis capitalista de carácter
histórico que vivimos desde
2007-2008 (manifestada inicialmente
con la debacle de
las hipotecas subprime y la
caída de Lehman Brothers)
implica que entró en crisis
dicho equilibrio actualizando
y haciendo más inmediatas
las tendencias de la época
a las crisis, las guerras y
las revoluciones, como ya
expresa no solo la profundidad
de los desequilibrios
económicos que estamos
viviendo sino también las
tendencias a la dislocación
de la Unión Europea y múltiples
situaciones de crisis
políticas y el proceso revolucionario
iniciado en Egipto
y otros acontecimientos
de la lucha de clases.

La crisis capitalista y la declinación de Estados Unidos
El compañero Emilio
Albamonte agregó al informe
de Castillo que desde el
punto de vista geopolítico,
el hecho más importante y
que tendrá consecuencias
en la próxima etapa es la
aceleración de la declinación
de Estados Unidos
como potencia imperialista
hegemónica. Esta declinación,
que viene desde
hace varios años pero dio
un salto con el fracaso de la
política guerrerista de Bush
en Afganistán e Irak, no
implica de ninguna manera
una retirada pacífica de
Norteamérica del centro de
la escena mundial.
Un síntoma de esto es
la instalación de 2.500 soldados
norteamericanos en
Darwin, Australia, anunciada
por Obama en su reciente
gira por diversos países
del Asia-Pacífico. Esto es un
indicio de que Estados Unidos
ha definido una política
para contener el avance de
China, señalando que estratégicamente
la política exterior
y militar del imperialismo
yanqui está orientada a
evitar que surjan potencias
competidoras que le disputen
su dominio en regiones
clave para sus intereses nacionales,
o peor aún a nivel
mundial.
Desde nuestro punto de
vista vemos muy difícil que
China pueda transformarse
en un país imperialista,
más allá de que su Producto
Bruto Interno la ubique hoy
como la segunda economía
del mundo. Además de que
todavía no está claro qué
consecuencias tendrá la crisis
capitalista, los marxistas
sabemos que la medida del
PBI puede llevar a distorsiones.
China está muy por
detrás de Estados Unidos o
de Europa cuando se mide
el PBI per capita, además
tiene una estructura social
profundamente desigual,
una profunda división entre
las ciudades y el campo
(donde aun viven unos 900
millones de campesinos) y
ya está sintiendo los efectos
de la crisis internacional en
sus exportaciones y los conflictos
obreros crecientes.
Partiendo de estas consideraciones,
y de que hasta
el momento Estados Unidos
cuenta con aliados tradicionales
como Japón y Corea
del Sur, es probable que
en Asia, relacionado con la
emergencia de China, surjan
nuevos agrupamientos
y alianzas que perfilarán
nuevas rivalidades y conflictos
interestatales, como
indicarían las declaraciones
de Indonesia y otros aliados
norteamericanos que se
oponen a un aumento de la
presencia militar norteamericana
y vienen haciendo
acuerdos y negocios con
China.

Redoblar los esfuerzos por la reconstrucción de la IV Internacional
Albamonte también
planteó que hoy las corrientes
más importantes
de la izquierda mundial que
se reivindican o tienen sus
orígenes en el movimiento
trotskista están en crisis, a
pesar de que las condiciones
se están haciendo más
favorables para la extrema
izquierda. Creemos que
esto es así porque han buscado
hacer partidos amplios
construidos en espacios
electorales y con figuras
mediáticas, sin hacer un
trabajo orgánico en los sindicatos
ni en el movimiento
estudiantil.
A diferencia de estos
partidos, el PTS pudo desarrollarse
porque, a pesar de
su debilidad, intervino en
la crisis de 2001 desde un
sector orgánico de la vanguardia
obrera lo que nos
permitió hacer la experiencia
de Zanon, que hoy aun
se mantiene como ejemplo
para la vanguardia obrera
internacional. Creemos
que este trabajo estructural
en un sector del movimiento
de masas, en el caso del
PTS en la clase obrera (el PO
a su manera lo hizo desde el
movimiento piquetero, más
allá de nuestras diferencias),
es lo que explica, por ejemplo,
que el PTS tenga un rol
destacado en el fenómeno
del sindicalismo de base, y
que como mostró el FIT en
las elecciones, la extrema izquierda
después de muchos
años haya entrado en la escena
política nacional.
Aunque a distinta escala,
esta la realidad de todos los
grupos hermanos que integran
la Fracción Trotskista –
Cuarta Internacional, como
muestra la intervención de
los compañeros de Clase
contra Clase del Estado español,
de los compañeros
de LERQI en el conflicto de
la USP y sobre todo los compañeros
del PTR de Chile
que vienen siendo parte de
la enorme lucha del movimiento
estudiantil, que han
lanzado una agrupación y
que tienen planteado desarrollar
el trotskismo en un
país con una larga tradición
del PC.
Pero el principal problema
que enfrentamos no es
el del desarrollo de nuestra
tendencia internacional. La
clave es apostar a que en estas
nuevas condiciones surjan
alas radicalizadas de los
grupos trotskistas, del movimiento
obrero y la juventud
con las que podamos
confluir en el objetivo estratégico
de la reconstrucción
de la IV Internacional.

Prensa

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