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Libertades Democráticas

¿SE ACABA LA IMPUNIDAD? (II)

Un embajador K desaparecedor de obreros

En el último viaje que hizo Cristina Fernández a París el pasado abril para entrevistarse con su par galo, Nicolás Sarkozy, inauguró una suerte de plazoleta llamada “Jardín Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”. Además de Estela de Carlotto y otras Madres, estaba presente el embajador argentino designado por la Presidenta cuando asumió: Luis María Ureta Sáenz Peña.

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14 de agosto 2008

En el último viaje que hizo Cristina Fernández a París el pasado abril para entrevistarse con su par galo, Nicolás Sarkozy, inauguró una suerte de plazoleta llamada “Jardín Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”. Además de Estela de Carlotto y otras Madres, estaba presente el embajador argentino designado por la Presidenta cuando asumió: Luis María Ureta Sáenz Peña. Antes de asumir en este cargo, Ureta Sáenz Peña había sido presidente de PSA Peugeot Citroën Argentina, vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) y tres veces presidente de la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa).

Ureta Sáenz Peña se desempeñó como directivo de la Peugeot durante la dictadura. En ese período fueron detenidos, desaparecidos de esa planta automotriz al menos 30 obreros, entre los que se encuentran los compañeros Enzo Fiore, Jorge Guidi y Luis Pender. “Mi hermano desapareció porque se habían llevado a un compañero y entonces interpeló a un gerente. El gerente le contestó que con los subversivos no había compasión”, testificó el hermano de Jorge Guidi. Por su parte, la hermana del compañero Pender recordó que “Entraron a casa pateando la puerta. Le preguntaron a Luis dónde trabajaba. Dijo ‘Peugeot’ y se lo llevaron”.

Resulta que el representante de los Kirchner en París no sólo no podía desconocer lo acontecido con los obreros detenidos-desaparecidos, sino que fue partícipe de su secuestro y posterior desaparición al igual que los más importantes empresarios y sus séquitos gerenciales para liquidar a todos los compañeros y organizaciones que cuestionaban los privilegios de estos negreros y finalmente aplicar mayor productividad, flexibilidad laboral, precarización, despidos, etc. conquistas de las patronales que los trabajadores seguimos padeciendo hasta el día de hoy.

Años después, en 1989 (la dictadura había finalizado siete años atrás), Ureta Saénz Peña firmaba una gran solicitada con decenas de nostálgicos de los Videla y compañía, “de reconocimiento y solidaridad a la totalidad de las Fuerzas Armadas, de Seguridad y Policiales que defendieron a la Nación en la guerra desatada por la agresión subversiva y derrotaron a las organizaciones terroristas que pretendieron imponernos un régimen marxista” (SIC).

Con su doble discurso el gobierno de los Kirchner le da letra a la ultraderecha que busca la impunidad total y absoluta para todos los criminales del Proceso. La que recordó esta parte de la historia de este embajador K fue la fascistoide Cecilia Pando a través de volantes, cuando finalizaba el juicio en Corrientes.

En vez de estar en París con todo pago, Luis María Ureta Saénz Peña debería estar pagando él en una cárcel común, por genocida.
GP

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