Cuando ya se cumplieron más de 26 meses desde secuestro y desaparición de Julio López -850 días-, se encuentra un auto en el que supuestamente lo habrían trasladado luego de su secuestro el 18 de septiembre de 2007. Su dueño, un médico de la Bonaerense del círculo íntimo de Etchecolatz.

Paralelamente salta la vinculación de dos altos mandos en actividad de la Bonaerense en el secuestro del joven empresario Leonardo Bergara, quienes estuvieron vinculados a otros delitos similares que hacen a la “caja” de aquella policía que es requerida por los medios y el gobierno para garantizarnos “seguridad”.

No sólo De Narváez, su “mapa de la inseguridad”, y los variados políticos opositores de derecha hacen campaña a favor de más policías con más poderes. El oficialismo de los Kirchner y Scioli toman el discurso y actúan en consecuencia. Hace dos meses los Kirchner se subieron a la ola reaccionaria de otra de las campañas contra la “inseguridad”, reivindicando el accionar de la policía y criticando a la Justicia que dejaría que las comisarías tengan “puertas giratorias”. La Justicia no le fue en zaga y la Corte Suprema falló que los chicos presos deben continuar en las mazmorras que son los institutos de menores, verdaderos centros de destrucción de vidas.

Oficialismo y oposición sostienen la existencia y el fortalecimiento de ese ejército delincuencial que es la Policía Bonaerense.

De allí se entiende porqué desde que asumió hace más de un año y siguiendo el encubrimiento que se montó desde la Rosada apenas conocido el hecho, Cristina Fernández jamás nombró públicamente al secuestro y la desaparición forzada de Jorge Julio López.