logo PTS

Nacional

Un “Chiche” de terror

Samuel Gelblung es uno de los mentores del periodismo farandulero. A mediados de los ’70, dirigiendo la revista Gente, le dio forma a un estilo que mezcla frivolidad, caras “bonitas” y propaganda reaccionaria. Ricos y famosos, esa fue siempre la materia prima de los productos de “Chiche”.

Daniel Satur

1ro de septiembre 2011

Samuel Gelblung es uno de los mentores del periodismo farandulero. A mediados de los ’70, dirigiendo la revista Gente, le dio forma a un estilo que mezcla frivolidad, caras “bonitas” y propaganda reaccionaria. Ricos y famosos, esa fue siempre la materia prima de los productos de “Chiche”.
Pero además Gelblung tiene otros “méritos”. A los 30 años fue un avezado propagandista de Videla y Massera. En los ’90 fue un gran menemista -cínico, entonces tenía un programa llamado Memoria-. Y hasta hace poco fue kirchnerista, alabando desde radio Diez al gobierno que le facilitaba negocios a Daniel Hadad, su patrón/amigo.

— Para tener éxito en el periodismo, ¿hay que ser un poco cínico, un poco despiadado?- le preguntaron hace unos años.

— Cuando entré en Editorial Atlántida -respondió- atrás de mi escritorio había un cartel de Constancio C. Vigil, el fundador, que decía ‘al lector hay que pegarle en la cabeza, en el corazón o en el estómago’

— ¿Y a vos dónde te gusta pegarle?

—  En la cabeza, en el corazón, en el estómago o en las pelotas…

Mucho más que “sensacionalismo”
A Gelblung hay algo que le molesta. Es cuando le preguntan si estuvo con la Dictadura. Ahí quiere dar vuelta la página y responde “muchos no sabíamos nada. Hay gente muy preparada y culta que, a menos que le haya pasado, tenía cierta zona de ignorancia. Me acusan de escribir una nota… ¿y qué?”.
Pero no fue sólo una nota. Al periodista que hoy copa la mañana de Radio Mitre se lo acusa de colaboración directa con el genocidio.
El testimonio de Alejandrina Barry, víctima de una vil campaña encabezada por el entonces director de Gente, entre otros, es contundente. “Yo presenté una querella con el Colectivo Justicia YA! donde se denuncia a Editorial Atlántida, a sus dueños y a su personal jerárquico por ser parte del engranaje del genocidio. Demostramos que sin el aparato ideológico a la Dictadura se le hacía difícil funcionar. La mayoría de los grandes medios estuvieron en la Dictadura y, particularmente Atlántida, cumplieron un importante rol".
Alejandrina expone su caso personal, aunque no fue el único. “En el ’77 un operativo conjunto de las FFAA argentina y uruguaya asesina a mis padres. A otros militantes los llevan a la ESMA. Ahí se da un operativo de prensa de Editorial Atlántida donde me sacan a mí en las fotos de las revistas planteando que yo estaba sola en el mundo por culpa de mis padres subversivos, fabricadores de huérfanos. Las revistas Gente, Somos y Para Tí armaron el mismo mensaje y lo adecuaron según el público, reivindicando el asesinato de mis viejos".

Modus operandi
El accionar de Atlántida fue preciso. “Cuando se hace ese operativo de prensa -sigue Alejandrina- yo estaba apropiada por las fuerzas uruguayas. Pero mi causa no es aislada. Era un modus operandi de toda esa editorial. Está el caso de Thelma Jara de Cabezas, secuestrada en la ESMA. Los militares, junto a Atlántida, un día la llevaron a una confitería y le hicieron una nota donde le hicieron decir que se había arrepentido de ser subversiva y que su hijo (desaparecido) estaba bien. Y la trasladaron de nuevo a la ESMA. Una cosa siniestra".
Gelblung dice que no sabía nada. Alejandrina responde: “Chiche Gelblung era director de Gente. La relación de Atlántida con la Armada era profunda. Armaban en común operativos de prensa. La mayoría de los medios apoyó a la Dictadura, pero acá operaban en común. Por eso la querella es contra los Vigil, contra Gelblung y también contra Héctor D’Amico, hoy secretario de redacción de La Nación, que entonces dirigía Somos”.
“De los Vigil hoy nadie habla, como si no hubiera que tocar a los verdaderos dueños del poder. Pero el golpe fue organizado por los empresarios que querían derrotar a una generación de obreros y estudiantes que amenazaban su poder. Como no se abrieron los archivos de la Dictadura, entonces no sólo no es posible dar cuenta de la cantidad de militares que fueron parte sino de los grandes empresarios que siguen siendo los dueños del país”.


Para conocer la denuncia completa de Alejandrina se puede leer artículo “Alejandrina Barry denuncia a Editorial Atlántida” en La Verdad Obrera n°392.

El testimonio que acá se reproduce es de la entrevista realizada a Alejandrina en la última emisión de Pateando el Tablero. Se puede escuchar en www.pateandoeltablero.com.ar

Prensa

Virginia Rom 113103-4422

Elizabeth Lallana 113674-7357

Marcela Soler115470-9292

Temas relacionados: