La Provincia de Buenos Aires concentra las tierras más ricas y la mayor cantidad de pobres; la mayor producción industrial y el número más grande de desocupados y déficit de viviendas; los grandes negocios en la pesca y más de la mitad de los trabajadores del pescado en negro como en Mar del Plata. La falta de redes de gas y cloacas convive con lujosos barrios privados y countries. Mientras las clases altas se educan en colegios privados y se atienden en los mejores sanatorios, los hijos del pueblo estudian en escuelas que se caen a pedazos y concurrimos a hospitales deteriorados y sin los más mínimos insumos; como lo están demostrando con sus luchas los trabajadores de la salud y los docentes.

Por el contrario, en la provincia de la mayor desigualdad social, el ex menemista Scioli, el capataz de los textiles Blumberg y todos los candidatos de los partidos empresarios han impuesto como agenda de debate que el principal problema es “la seguridad”, para lo cual proponen -unos más otros menos- reforzar la policía bonaerense.

Pero resulta que estos hipócritas callan que hay más de 9.000 policías de los que hoy patrullan las calles de la provincia que entraron a la fuerza en la época de la dictadura, cuando la manejaban los genocidas Camps y Echecolatz. Como denuncian nuestros compañeros del CeProDH y los organismos de derechos humanos, ahí hay que buscar a los que secuestraron al albañil Julio López y recientemente a otra testigo de los juicios contra los represores en La Plata. Hasta los llamados “progresistas”, como la candidata a gobernadora de Carrió, la radical Stolbizer, tiene como asesor sobre el tema a un ex represor de la dictadura, Edgardo Mastandrea. Y hasta los burócratas sindicales están en esta posición reaccionaria: mientras Lezcano de Luz y Fuerza y Maturano de la Fraternidad piden aumentos de luz y boletos contra el pueblo usuario, el sindicalista empresario José Pedraza de la Unión Ferroviaria directamente reclama más policías en el ferrocarril para reprimir a los usuarios hastiados de viajar como ganado, que se rebelan como pasó en Haedo y hace poco en Constitución. Es esta policía del gatillo fácil, que ha continuado con más de 900 asesinatos en este gobierno, la que al mismo tiempo encubre o participa de los secuestros y todo tipo de ilícitos. Es una institución irreformable, una verdadera asociación ilícita comandada desde arriba para regentear el gran delito. Nosotros sostenemos que hay que disolver a esta maldita policía y reemplazarla por comités de vigilancia de los propios trabajadores.

Al mismo tiempo, no desconocemos que esta enorme desigualdad social, por los bajos salarios, el empleo precario y la desocupación heredada de los ‘90, empuja a sectores del pueblo a la marginalidad y el pequeño delito. Por ello hay que atacar la causa de fondo, y terminar con la desocupación y la pobreza. Actualmente en las fábricas se trabaja entre 10 y 12 horas, mientras hay un millón y medio de desempleados en pleno auge económico.

Tenemos que luchar por reducir la jornada de trabajo e implementar un plan de obras públicas, viviendas populares, escuelas y hospitales para incorporar a la producción a los desempleados con un salario que cubra la canasta familiar, en detrimento de las ganancias de los grandes empresarios. El PTS se presenta en esta campaña electoral en el Frente de Izquierda para difundir la idea de que la clase trabajadora debe superar su mirada parcial, corporativa o sindical y dar una salida a todos los grandes problemas del pueblo pobre, terminando con la concentración de la riqueza en unas pocas manos de terratenientes y capitalistas del campo y la industria, es decir expropiando los resortes estratégicos de la economía para que en manos de los trabajadores, en nuestro propio gobierno, estén al servicio de satisfacer las necesidades de la mayoría nacional.