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JUVENTUD

TESTIMONIO DE JOVEN ESTUDIANTE Y TRABAJADORA

“Soy alguien que despertó“

Soy Jesica, tengo 25 años. Trabajo en una fábrica, mi rutina consta de 9 horas, vivo en Escobar y estudio Psicología. Todos los días, mis compañeras y yo debemos fichar 7:45. Para llegar a horario me levanto a las 5 y salgo 5:20, si me paso llego muy justo y no llego a tomar nada hasta las 10.

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7 de junio 2012

Soy Jesica, tengo 25 años. Trabajo en una fábrica, mi rutina consta de 9 horas, vivo en Escobar y estudio Psicología. Todos los días, mis compañeras y yo debemos fichar 7:45. Para llegar a horario me levanto a las 5 y salgo 5:20, si me paso llego muy justo y no llego a tomar nada hasta las 10.

Es mi primera experiencia en una fábrica y siempre di el máximo en todo. Antes trabajé 5 años como empleada doméstica, cama adentro. Cuando conseguí lo de la fábrica muchos pensaron que me había salvado. Pero en esta fábrica todos tenemos miedo a perder el trabajo, por la edad, porque son madres solteras y otros porque queremos estudiar. Este lugar resultó oscuro, de mucho maltrato. Vi que ese esfuerzo era para zafar de las quejas del “jefe” o cumplir sus pedidos, que incluía muchas veces ingresar a las 7 o salir tarde para realizar controles de mercadería que entregan fuera de horario laboral.

Ante la queja de un cliente, que tenía problemas con la partida de un producto, el viernes 4/5, sería un antes y un después. El jefe me pidió las muestras de esa partida. Busqué, no encontré, me remití a los controles del depósito y la partida no existía. Con esa prueba, le dije al jefe que no existía, por lo menos, no en la fábrica. ¿Para qué dije eso? ¡Me trató tan mal! Dijo que no servía para nada, que me pagaba por gusto. Esto pasó cerca de las 16 y hasta las 17.15 no paré de llorar, aun cuando él pasaba enfrente de mi escritorio trataba de mirarlo con odio.

Ese día, además del mal trago, tenía parcial de estadística. Llegué 45 minutos tarde, porque no me dieron día de estudio y no me dejan salir temprano. Durante el parcial, contenía las lágrimas, pero resultó pésimo no sólo por el mal día sino por el poco estudio debido a esta experiencia laboral que me consume el día y es nefasta. Salí muy mal de clase, me lavé la cara y pensé que como era viernes me tenía que tranquilizar. Al bajar la escalera que da al hall de la facultad, estaban varios estudiantes reunidos. Estaba el Congreso de la FUBA y algunos estudiantes se quejaban de que siempre eran los mismos y no se tocaban temas importantes. La persona que me comentó esto, yo ni sabía que la FUBA hacía Congresos, fue Nehuén. No quería escucharlo, quería recibir el volante e irme, pero luego, me comentó la importancia de los trabajos precarizados. Fue lo que más me tocó, y más cuando me preguntó: “¿Vos trabajas?” A lo que respondí de manera clara, “sí, 9 horas” y luego no pude continuar, me invadieron las lágrimas. Salimos a la calle, y después de tranquilizarme, le conté todo. Ante eso, él me dijo algo que me quedó marcado: “Por gente como vos es que yo milito”. Fue fuerte. Una persona que ni te conoce, no sabe nada de vos, se mete en política, se enfrenta al Estado capitalista, sólo para que puedas vivir mejor y tus derechos sean una realidad. Me habló de Zanon, donde nadie agachó la cabeza, se unieron con toda la fuerza y lograron justicia.

Dentro mío pensé: “¡Qué ejemplo!”. Al finalizar, me preguntó si tenía alguna pregunta a lo que respondí “¿cómo?”. La respuesta se resume a la organización de los trabajadores, pero es más que eso. Me brindó mucha información, incluido el Estatuto de Zanon, donde en su preámbulo se nota la unión de los trabajadores. Él comenzó la cadena de un hilado ese día; pero considero que esa pregunta que hice me sirvió también para comenzar a tejer. Admito que necesito más fuerza, más conocimiento, pero la experiencia de subyugación ya la tengo y el convencimiento de seguir en esta lucha también.

Jesica, Juventud del PTS (Psicología-UBA)

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