La interna abierta en el PJ entre el kirchnerismo y el ahora llamado “peronismo disidente”, se da un escenario cruzado por una muy delicada situación financiera expresada en un déficit fiscal creciente y por una interna en la Bonaerense que no parece tener fin a pesar de los últimos cambios en la cúpula. Aunque todo el aparato del PJ está puesto en función de mantener el orden de su principal bastión para las legislativas de octubre, esta combinación anuncia perspectivas convulsivas en la principal provincia del país.

Al momento de escribir esta nota entraba en un impasse la paritaria con los docentes provinciales por el rechazo de Suteba al ofrecimiento oficial de sólo $40 de aumento. Seguramente igual suerte correrá la paritaria estatal que también está por iniciarse. El gobernador Scioli firmó un reciente decreto para “restringir gastos administrativos”, y en algunos ministerios ya se habla que dicho recorte alcanzaría un 20 % del presupuesto lo que abriría la puerta para la poda en distintas bonificaciones en negro que conforman una gran parte de los salarios estatales. Este posible recorte “administrativo”, según reza en el propio decreto, tiene el “objetivo de redireccionar las partidas hacia la protección de las fuentes de trabajo, la atracción de inversiones productivas, y la promoción de las exportaciones”. Scioli pretende que los estatales tengamos un “gesto patriótico” (así lo llamo) para seguir subvencionando a las patronales, para pagar una crisis por ellos provocada y que nos hagamos cargo de un abultado déficit alimentado por los Duhalde, Solá, los Kirchner y Scioli.

El déficit fiscal: Una bomba de tiempo contra los trabajadores.

Si bien la postergación del pago de la deuda con La Nación que vencíaeste año otorga un pequeño alivio a la gestión de Scioli, la situación financiera provincial se complica al calor de la crisis internacional. La refinanciación de deuda vieja no tiene todo el contrapeso pretendido ante un déficit que a finales del 2008 rondaba los 3 mil millones. A su vez, la reducción de la propia recaudación nacional y el retroceso de su superávit primario (en enero cayó un 40 %) influyen directamente sobre el congelamiento ó la caída de las transferencias de la Nación a la provincia. Es claro que la desaceleración económica también afecta sobre la propia recaudación impositiva a pesar del “implacable sabueso” de Montoya.

“Ya el año anterior, cuando la recaudación impositiva creció por encima de la inflación real, no hubo sequía y la crisis global no impactaba de lleno aún en la economía local, las provincias, en conjunto, volvieron a caer en déficit primario. No ocurría desde 2002. Las estimaciones disponibles ante la ausencia de datos oficiales varían, pero la mayoría arroja el mismo resultado. Y todas anticipan, también, un deterioro aún mayor para este año”. (La Nación, 15/02/09).

Frente a estas perspectivas, Scioli y el PJ se enfrentan ante la disyuntiva de profundizar el endeudamiento o recortar el gasto profundizando lo establecido en el reciente decreto de restricción de gastos y aumentar los impuestos.

En relación al primer camino y ante la imposibilidad de obtener créditos internacionales, una salida muy posible es que se siga esquilmando la caja del Anses, y aunque tratarán de evitarlo elecciones mediante, ronda el fantasma de las cuasimonedas, como los recordados “Patacones” de Solá. Mientras tanto empiezan con los recortes de gastos.

En este complejo panorama que enfrentamos los trabajadores provinciales, no podemos dejar pasar este primer decreto de Scioli. Para frenarlo es necesario abrir el debate en asambleas en todas las reparticiones, reagrupar nuestras fuerza, melladas por las sucesivas entregadas de los dirigentes de ATE y UPCN, y luchar por imponer a los sindicatos una verdadera lucha por aumento salarial, como primer paso de todos los estatales.

Sigue la puja en la Bonaerense

La escandalosa implicancia de la Bonaerense en el secuestro de Bergara y el reciente asesinato de un policía en San Isidro sellaron la suerte de Salcedo. El que había sido elegido por Scioli al inicio de su gestión para recuperar el cargo de Jefe de Policía terminó renunciando y, en su lugar, asumió Juan Carlos Paggi que hasta ahora venía siendo el segundo del ex jefe. Con la designación de Paggi (“un hombre de tropa”) se trata de ocultar el escándalo Bergara, pero también la podredumbre que corroe a todo el cuerpo de la Bonaerense, con el viejo y ya repetido discurso de efectividad, orden, mano dura y profesionalidad. No por casualidad en su asunción el nuevo jefe volvió con la imputabilidad para los menores y la necesidad de disponer de 16 mil policías en las calles. Una política para efectivizar el control en los grandes bolsones de pobreza, donde el PJ peleará elecciones decisivas. Al mismo tiempo, el nuevo jefe de la bonaerense aclaró que “a la policía solo la limpia la policía”; respondiendo a las palabras de Kirchner y dejando en claro que nadie se mete en su interna y en sus negocios, lo que será, sin duda, la preparación de nuevas crisis y sacudones con sus propios jefes políticos.
Mientras cruce la interna entre oficialistas y “disidentes” que disputan en la provincia de Buenos Aires quien sigue controlando al PJ como aparato de contención, los trabajadores de la provincia tenemos planteado reiniciar desde las grandes fábricas, de grandes concentraciones retomar un camino de lucha y de organización independiente. Tenemos que prepararnos desde abajo y exigir a los sindicatos una gran lucha para que la crisis la paguen los grandes grupos económicos que se beneficiaron en estos más de 20 años de gobiernos del PJ, kirchneristas y los ahora “disidentes”, estafando al Banco Provincia, usufructuando de la obra pública y de todos y cada uno de los negociados brindados en todos estos años.