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Romper con el PJ y todos los partidos de los explotadores

1ro de julio 2004

Presenciamos un giro en la situación política en unas semanas cargadas de contenido simbólico. Se cumplen junto al aniversario de la masacre del Puente Pueyrredon, 30 años del fallecimiento del General Perón (1° de julio) y 29 años del inicio de las jornadas de lucha contra el Rodrigazo. Aniversarios llenos de significados. La muerte de Perón aceleró la experiencia de la clase obrera en los ’70 con su partido histórico. Las huelgas generales de 1975 plantearon la necesidad de que los trabajadores rompieran con el peronismo tomando un rumbo independiente. Esta formidable acción obrera dio lugar al surgimiento de las coordinadoras interfabriles, verdaderos embriones de un doble poder fabril y de una organización obrera independiente que hizo tambalear a la burocracia sindical. Este movimiento desbandó al lopezrreguismo, que impulsaba las Tres A. A su vez llevó a la burguesía argentina y al imperialismo yanqui a decidirse por la opción golpista. En aquel entonces, la clase obrera no pudo traducir en una estrategia victoriosa el ascenso de masas iniciado tras el Cordobazo. El golpe genocida fue el precio que los trabajadores pagaron por haberse rebelado contra el orden capitalista sin terminar de poner en pie organizaciones democráticas de masas para la lucha por el poder y, subjetivamente, por carecer de independencia política con respecto a la burguesía y no contar con un partido revolucionario a su frente.
El peronismo actual fue el que en los ’90, bajo Menem y Duhalde, entregó el país al imperialismo y arrasó con las conquistas obreras generando un mar de miseria y desempleo. La devaluación del 2002 –bajo el gobierno del caudillo bonaerense- hundió a más de la mitad de la población en la pobreza. El kirchnerismo se presenta como la renovación, y así lo ensalza el ala transversal, pero no es más que el costado izquierdo de las fuerzas conservadoras de la vieja política, que atrae detrás de sí a los sectores más de derecha de las “fuerzas progresistas” con el fin de mantener la subordinación de la clase obrera y el pueblo pobre tras una política patronal y eventualmente del PJ.
La clase trabajadora ocupada empieza a protagonizar diversas luchas reivindicativas, mostrando su vitalidad. Las organizaciones piqueteras siguen siendo un factor de oposición social aunque en una fase de resistencia. La negativa de sus principales corrientes a formar un Movimiento Unico de Trabajadores Desocupados, con libertad de tendencias políticas que permita terminar con el clientelismo, lo inhibe de tener una estrategia de independencia plena frente al estado. Gran parte de la izquierda que se reclama clasista se niega a levantar una política que permita reconstruir la unidad de clase y una nueva alianza obrera y popular. Es necesario romper con todas las trampas de la burguesía y su estado y plantear con más fuerza que nunca la independencia política con respecto al peronismo y todas las variantes patronales –y de los carreristas- que se quieren presentar como progresistas (ARI, “transversales”, etc.), y de todas las alianzas de colaboración de clases (como Izquierda Unida).
Dirigentes ceramistas de Neuquén plantean ya hace tiempo la lucha por una herramienta política de los trabajadores. Desde el PTS hemos apoyado su llamado. La unidad de las organizaciones obreras combativas, los movimientos piqueteros y la izquierda clasista, para impulsar la lucha de clases y pelear por reconquistar los sindicatos y comisiones internas para transformarlos en poderosas organizaciones militantes de los trabajadores, debe ser acompañada por el objetivo de disputar la base obrera y del pueblo pobre cautiva aún del PJ, la burocracia sindical y el punterismo clientelar, levantando la constitución de esta fuerza política propia de la clase trabajadora.

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