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Cerámica Zanon: un año de ocupación

Rompehuelgas

16 de octubre 2002

Hablar de “carneros”, “rompehuelgas” o “esquiroles” implica remitirse a la historia misma de la lucha de la clase obrera internacional.
En el origen del día internacional de los trabajadores, el 1° de mayo de 1886, estuvieron presentes los rompehuelgas. En Chicago, autoridades y patrones habían decidido contra los obreros que reclamaban la jornada de 8 horas que «El plomo es la mejor alimentación de los huelguistas». El choque fue violento. Días después, los esquiroles rechazaron la manifestación, hubo seis muertos y numerosos heridos... También en nuestro país, la utilización de esquiroles viene de larga data. Precisamente, la Semana trágica comienza con los enfrentamientos entre carneros y huelguistas de los talleres metalúrgicos Vasena.
En estos días, en el caso de la lucha de Zanon, la patronal ceramista vuelve a valerse de estos viejos métodos. Es importante remarcarlo, para pensar los nuevos problemas que podrán enfrentar los conflictos obreros. La utilización de “patotas” y grupos de choque contra asambleístas o colectiveros en lucha, como los que mandó el intendente Otacehe de Merlo, o las provocaciones de punteros peronistas y “elementos policiales” contra los piqueteros, amenazan ser usados contra los trabajadores que ocupan fábricas.
El aumento de la descomposición social, trajo aparejado el crecimiento de la criminalidad y con ella, el material humano para la formación entre los lúmpenes o desclasados, de fuerzas de choque, que en connivencia con los “punteros” de los viejos partidos o la policía, estén prestos a actuar contra los trabajadores y los movimientos de lucha. La historia de la clase obrera nos enseñó cómo enfrentarlos. Con el piquete de autodefensa.
En este sentido, válidas son las palabras de un viejo periódico revolucionario argentino de la década del ‘30 que se refería a la importancia de los piquetes en la gran huelga de los obreros de la construcción: “Ninguna huelga se mantiene ni triunfa sin la existencia de los piquetes. Ellos son el vigor de la lucha, el fuego de primera línea, las brigadas de avanzada en el ataque. En el piquete pueden estar el joven y el viejo, contagiados de la misma fiebre audaz. Pero el piquete es del joven, del obrero nuevo en el que el optimismo, el coraje y la inquietud forman una sola línea tensa y vibrante. Esta línea avanza al encuentro del traidor y lo domina, busca al equivocado y lo convence y lo empuja al lado de los camaradas. Del piquete depende la huelga. De la muchachada obrera que lo forma estará siempre pendiente su crecimiento o su receso… haciendo pie en la actividad incesante de los piquetes, para los que nunca han faltado voluntarios, ofreciéndose a llenar los claros dejados por los camaradas presos... los piquetes siguen su trabajo indetenido, con el mismo celo y la misma pasión, con la conciencia de que ellos son los que dan y seguirán dándole temple y filo a la huelga…”1.
Los piquetes fueron en Zanon, la contundente respuesta obrera a la provocación patronal. El hecho de haber levantado un programa de unidad entre trabajadores ocupados y desocupados, de apelar a la solidaridad de los sectores populares, permitió que a la hora de los combates, contra la burocracia, la patota y los carneros, existiera una “guardia obrera” que defendía el perímetro de la fábrica, mientras los piqueteros del MTD y los militantes solidarios hacían el aguante en los alrededores. Se retoma así una de las mejores tradiciones de la clase trabajadora. Reaparece el piquete obrero y la original autodefensa común de trabajadores ocupados y desocupados.



1 Spartacus 20/11/35.

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