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Resistencia obrera, patotas y militarización en Pabsa

El jueves 26 de febrero los trabajadores despedidos de Pabsa (que fabrica butacas para VW y Mercedes) fueron hasta la puerta de la fábrica. Llevaban en sus manos una resolución del Ministerio de Trabajo que mostraba las irregularidades con que la empresa había realizado los despidos y suspensiones.

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5 de marzo 2009

El jueves 26 de febrero los trabajadores despedidos de Pabsa (que fabrica butacas para VW y Mercedes) fueron hasta la puerta de la fábrica. Llevaban en sus manos una resolución del Ministerio de Trabajo que mostraba las irregularidades con que la empresa había realizado los despidos y suspensiones. Es que el Ministerio no homologó el preventivo de crisis, y sin embargo despidieron igual. La indignación recorrió a los trabajadores que en asamblea decidieron no ingresar a la planta. Se acercó el gerente de recursos humanos, la plana mayor de la burocracia del plástico, pero no lograron que los compañeros ingresen durante las 9 horas que duró su turno. Al mediodía se cortó la ruta 197 y a las 3 de la tarde una nutrida y combativa marcha de trabajadores se movilizó hasta la colectora de la Panamericana.

Al día siguiente por la mañana, una patota del sindicato plástico se apostó en la entrada de la fábrica para impedir que nuevamente los trabajadores pudieran resolver los pasos a seguir de forma democrática. La tarde anterior llamaron a todos los trabajadores a sus casas y hablaron con sus familias para "recomendarles" que entren si querían mantener su puesto de trabajo. En este marco los trabajadores ingresaron pero al poco tiempo llegó la noticia y estalló el canto de los despedidos que ya cortaban la ruta "che patrones, que cagada, me dijeron que adentro no trabajan". Los de adentro saludaban, la patronal y la burocracia hacían lo imposible por meterlos dentro de los galpones, mientras un matón se paseaba con un arma de fuego para amedrentar.

La producción fue bajísima. Por la tarde nuevas amenazas, autos que siguieron a una familiar de un despedido, una amenaza en la casa de un compañero.

Como con esto no alcanzó, el lunes se utilizó a la Bonaerense que llegó a meterse en una asamblea de trabajadores, donde los compañeros debatían cual era el mejor camino a tomar. Finalmente ante el temor que metía la policía, las amenazas patronales y la burocracia, los trabajadores volvieron a entrar. La burocracia quiso hacer asambleas truchas pero fueron repudiados por los trabajadores en sus narices que les recordaron su complicidad en los despidos. Y por eso la producción volvió a ser muy baja en la mañana. Recién el lunes a la tarde la patronal logró que empiece a aumentar teniendo la fábrica militarizada sin tener siquiera una orden judicial y con una patota amenazante adentro. La lucha es difícil, con una burocracia absolutamente vendida que hace de matones de la empresa, sin delegados, y una patronal que actúa impunemente. Los despedidos y los compañeros de adentro resisten el ataque patronal. Recibieron el apoyo de diputados nacionales, de concejales de Norte, de las distintas internas de la zona, de centros de estudiantes, de organismos de DDHH. Son un ejemplo peleando dignamente contra los despidos.

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