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FORMOSA: MISERIA Y ASESINATO

Represión de los “nacionales y sojeros”

El silencio oficial continúa y no hay comentarios del gobierno nacional. La impunidad y la complicidad estatal se extiende, y el asesinato de Roberto López y la represión brutal contra la Comunidad Qom Navogoh (La Primavera), en Formosa el martes pasado, cuestiona los Derechos Humanos que el kirchnerismo tanto reivindica.

Hugo Echeverre

2 de diciembre 2010

Represión de los “nacionales y sojeros”

El silencio oficial continúa y no hay comentarios del gobierno nacional. La impunidad y la complicidad estatal se extiende, y el asesinato de Roberto López y la represión brutal contra la Comunidad Qom Navogoh (La Primavera), en Formosa el martes pasado, cuestiona los Derechos Humanos que el kirchnerismo tanto reivindica.Los hechos fueron a horas de la mañana y aún resuenan terribles. Se trata de doscientos indígenas al borde de la ruta nacional 86; más de cuatro meses peleando por su tierra, bajo un diálogo cortado, con el odio cabalgando hacia ellos y amenazas que se confirman. Son un grupo familiar tradicional y llegan a caballo y armados. Son los Celias, hijos y nietos de terratenientes y ganaderos: Pedro y Ariel Celias y su cuñado Orlando. Montan sus armas y acusan a los indígenas de usurpadores. Detrás viene la policía provincial del gobernador kirchnerista Gildo Insfrán; y escondidos varios pools sojeros y nuevos agronegocios.
 

“Esos indios de mierda...” 

“El comisario nos dice -recuerda Félix-referente del pueblo Qom y uno de los sobrevievientes: vamos a limpiar la ruta”. Y la policía provincial jamás mostrará una orden de desalojo. En cambio, “al hermano Sixto Gómez le seguían disparando cuando estaba tirado en el suelo”. Le pegan a las mujeres y a los ancianos. La policía lo hace tanto por gusto como por dinero. Junto con los $700 extras por el trabajo de matar indios, va adjunta la promesa que una parte de las tierras y las viviendas a construir serán también para ellos. Nadie de los indígenas estaba preparado ni armado. “Jamás lo imaginamos -expresa Félix Díaz- estábamos seguros que el gobierno democrático no nos iba reprimir”. No fue así. “A estos indios de mierda hay que matarlos”, gritó el comisario Caje a cargo, y gatilló: la muerte sobre los pueblos originarios se hizo presente. Al otro día, Cristina Kirchner saluda en vivo y por cadena nacional al gobernador de Formosa, Gildo Insfrán. La represión sigue y muchos indígenas se refugian en el monte. “Me salvé gracias a la naturaleza; el monte me cobijó “.

Las tierras, el territorio: las causas

La propiedad colectiva de la comunidad Qom se encuentra a 65 km al oeste de Clorinda, cercana a Asunción del Paraguay. Son unas 5.700 hectáreas y la ruta nacional 86 la divide en dos. Los desalojos lo sufren desde hace años. Los desmontes y la deforestación abre nuevos agronegocios y extiende el calentamiento. Se trata de historias que golpean a campesinos y pueblos originarios de Salta, Formosa, Santiago del Estero, Córdoba, Santa Fe; que sobreviven entre la cría de animales, la cosecha de vegetales, granos y la lucha por no ser desplazados. En Formosa hay otros casos emblemáticos. Uno en General Belgrano, donde el diputado radical Ricardo Buryaile (ver recuadro), desalojó a diez familias de un campo de 38 hectáreas, donde viven campesinos de entre 20 y 80 años. Otro cercano (en el Chaco Salteño), es el de Franco Macri (padre del nene), que intenta desalojar a varias familias campesinas de más de 10.000 hectáreas, para la producción de soja y cría intensiva de ganado.

Para los luchadores indígenas la tierra es su territorio. El gobierno responde cooptando con planes sociales y contrata civiles para robarles las tierras y entregarlas a los capitalistas agrarios.

Desde 2007 el gobierno de Formosa tomó la decisión de expropiarle 600 hectáreas a la Comunidad Qom. Hasta clavó carteles y anunció las nuevas obras en la zona. ¿El destino?: la construcción de un Instituto Universitario Agropecuario de la Universidad Nacional de Formosa, alrededor de 600 manzanas como una avanzada para extender sus altos estudios (y negocios), junto a varias carreras y licenciaturas para el manejo genético y bioético de bosques y agronegocios.

Tal vez, por eso, poco dicen y tanto callan desde La Nación, Clarín y el gobierno “nacional y popular”. Y la represión encuentra sus razones en la extensión de la frontera agrícola. En los agronegocios sojero y ganadero; en las forestaciones exóticas; en el reino de la siembra directa y los agrotóxicos. Acá es cuando la miseria capitalista, las balas y la sangre derramada toman sentido (lo mismo la bronca, el odio y la sed de justicia). 

El camino para echar a Insfrán no pasa, como piden D’Elia y Hebe de Bonafini, por la intervención federal, sino por la movilización en las calles de los pueblos originarios, obreros y campesinos pobres.

Para acabar de raíz con esta situación habrá que imponer la expropiación a los terratenientes y los pools de siembra; junto a la nacionalización de la tierra, respetando los derechos de los campesinos pobres y los pueblos originarios.

Prensa

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