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Nacionales

La propuesta del Frente Nacional Contra la Pobreza de la CTA

Reformando al capital

23 de agosto 2001

De cómo no llamar a las cosas por su nombre

El Frenapo y la CTA se niegan a llamar a la aguda crisis económica actual por su nombre: es decir como la consecuencia de la descomposición del capitalismo semicolonial argentino inmerso en la crítica situación económica mundial.
La crisis argentina sigue a pie firme: la fuga de divisas amenaza permanentemente la convertibilidad, la recesión iniciada a partir del tercer trimestre de 1998 continúa, el índice de desocupación superó el 17%; y el país se debate entre la devaluación y la cesación de pagos.
Ante esta situación el Frenapo afirma que "(…) la crisis que soporta nuestro país no es producto fundamental de un shock exógeno explicado a través de los trastornos de la economía mundial o regional sino una decisión doméstica de sectores dominantes (…)"1.
Sin embargo, pese a lo que diga el Frenapo, la recesión en nuestro país está íntimamente relacionada con el fin de la venta de la mayor parte de los activos nacionales, que durante el período de crecimiento de los 90, actuaron atrayendo un alto flujo de capitales que aseguraba el funcionamiento de la convertibilidad. Más aún, tras la crisis económica mundial de 1997, los títulos del Estado norteamericano y el dólar se convirtieron en el lugar más seguro para la colocación de capitales. Esto provocó un flujo inverso (según Le Monde mientras en 1992 los Estados Unidos eran destinatarios del 18% de los flujos de capitales de todo el mundo, en el 2000 esta participación llegó al 64%) y a la vez una importante revalorización del dólar que dificultó aún más la ya baja competitividad argentina en el mercado mundial.
¿Cómo se puede esquivar tanto la realidad? Más aún cuando la economía mundial se encuentra signada por la detención del crecimiento estadounidense2 que en 12 meses pasó de un ritmo anual de crecimiento del 5% a menos del 1%; así como por el estancamiento continuado de la economía japonesa y la débil situación de Europa en la que resalta el empeoramiento de las condiciones de su potencia económica más fuerte, Alemania.
Mucho más absurdo resulta que se ignore tan explícitamente la relación entre el país y la economía mundial, cuando Argentina acaba de negociar con el FMI y la Administración Bush un nuevo acuerdo servil, luego de dos semanas en que todo pendía de un hilo esperando la última orden de Washington. Cuando el crecimiento del déficit fiscal -uno de los elementos claves de la crisis- se explica centralmente por la evolución de los intereses de la deuda externa3.
Es de público conocimiento que cada palabra de "aliento" del FMI, cada peso que presten, tiene como contrapartida un golpe mayor a las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo, el monitoreo permanente de los organismos internacionales y una mayor entrega. En este sentido la caracterización del Frenapo no es ingenua. No puede significar otra cosa que no querer enfrentar la enorme sujeción del país al imperialismo.

De cómo ocultar el problema de la deuda externa y sus consecuencias…

El Frenapo hace todo tipo de malabares para demostrar que se puede combatir la pobreza en la Argentina sin dejar de pagar la deuda externa.
Para sustentar esta posición, en su documento4, refiriéndose al problema de la deuda, afirman que "(…) Si se integran en un mismo cuadro los flujos netos de capital del sector público y del privado, los ingresos totales son de 329 mil millones y los egresos de 291 mil, con un saldo positivo de 38 mil millones". Similar comportamiento se señala en relación al conjunto de la balanza de pagos, entre los años 1992-20005. Estas afirmaciones, al plantear que de conjunto ha entrado al país durante el período más dinero del que ha salido tienen el objeto de concluir que "(…) ninguno de los problemas que agobian al país pueden atribuirse al pago de intereses de la deuda, ni a la amortización de su capital". Pero hay que decir que este razonamiento esconde una maniobra que consiste en unificar la deuda pública y la privada. Sin embargo, si sólo se toma en cuenta la deuda pública queda en evidencia una relación claramente deficitaria para la Argentina como el mismo Frenapo tiene que reconocer: "El más somero análisis del presupuesto llama la atención sobre el desproporcionado peso de los intereses de la deuda pública sobre cualquier otro rubro. Sin él no habría déficit sino superávit".
La maniobra del Frenapo está orientada a ocultar el rol de saqueo de la deuda sobre el estado semicolonial argentino, pretendiendo que como los capitalistas privados recibieron más plata de la que pagaron (ocultando que el estado pagó más de lo que recibió) el problema para ellos no radica en la enorme sumisión del país al imperialismo.
De este modo, el Frenapo afirma que el inconveniente estaría en el "manejo" por parte de los sectores "domésticos" de los fondos de dicha deuda ya que "el comportamiento de este sector no varió desde la dictadura militar hasta ahora, el endeudamiento que tomó (se refiere al sector privado) no fue para invertir en la economía real, en empresas nuevas o las ya instaladas, ya que no se registra ningún shock de inversión equivalente. Estos recursos sirvieron para obtener beneficios exorbitantes con la tasa diferencial de interés en el mercado interno, la posterior toma de ganancias y su resguardo en el exterior".
Desde ya coincidimos con el Frenapo en el carácter parasitario de los capitalistas nativos a quienes es una obligación denunciar sacando a luz sus enormes negociados. No obstante, creemos que constituye un grave error separar el parasitismo de la burguesía argentina de su carácter de socia menor del imperialismo, al frente de un estado semicolonial.
En realidad, lo que el Frenapo intenta ocultar tras las "intenciones" de inversión o de especulación de los sectores capitalistas "nativos" (sin negar los "méritos" específicos de la burguesía argentina en este campo) es que estos actuaron siempre como socios menores del imperialismo. Así fue en el marco del perverso mecanismo de la deuda externa que constituye un modo clave de succión y saqueo de los países semicoloniales y que comenzó con el enorme flujo de capitales generado por los petrodólares a partir de 1973 que no encontraban (debido al fin del boom de la posguerra) lugares rentables para su inversión productiva. Posteriormente, bajo el llamado Plan Brady la burguesía nativa actuó también como socia menor del capital imperialista en la apropiación de las principales empresas públicas y recursos naturales de nuestro país. Además el saqueo imperialista fue doble bajo la aplicación de este plan. Baste señalar que durante el Brady, en la Argentina, la deuda externa siguió aumentando con creces, ¡entre 1990 y 1999 un 123%!.6
En el último período, la fuga de capitales, tampoco puede independizarse del hecho que, como ya señalamos, los Estados Unidos pasaron de recibir del 18% al 64% de los flujos de capitales mundiales durante el 2000. Este fenómeno fue la consecuencia de una merma de ganancias en la arena mundial que se hizo evidente a partir del año 97 y la crisis de los llamados "mercados emergentes".
En síntesis, la burguesía nacional, por más particularidades que tenga, actúa al ritmo y siempre como socia menor de los sucesivos movimientos del capital imperialista. Las posiciones levantadas por el Frenapo no son casuales porque al negar la importancia y el significado de la deuda externa, como síntoma emergente del carácter semicolonial del estado argentino y de su burguesía cipaya, vuelven a mostrar su negativa a querer enfrentar al imperialismo.

De cómo mirar para otro lado en el pico de la crisis

El proyecto del Frenapo de que el Estado impulse un "Seguro de Empleo y Formación" para todos los jefes de hogar desocupados así como una asignación de 60$ por hijo y un aumento de las jubilaciones, estaría destinado a provocar un shock redistributivo. El proyecto en sí plantea una serie de medidas para obtener el financiamiento7 de este Seguro de Empleo y Formación que estimularía la demanda, revitalizando el mercado interno y, según el Frenapo, permitiendo la salida de la recesión y acabar con la pobreza.
El Frenapo se planta contra las llamadas políticas neoliberales de la "oferta" -destinadas a reducir los costos para permitir la reactivación de la economía- y toma posición por las políticas conocidas como de la "demanda". Ahora bien, suponiendo que el proyecto en cuestión se concretara, posiblemente permitiría un incremento de la demanda efectiva y tal vez un estímulo para alguna que otra rama o sector de la economía, pero ¿daría lugar a una salida de la recesión y al comienzo de un nuevo ciclo de crecimiento con una distribución "más justa" del ingreso? Creemos que no. Lo que el Frenapo "olvida" es que los programas de reactivación a través del estímulo de la demanda sólo funcionan si existe para los capitalistas una alta tasa de ganancia en la economía. Cuando no hay una tasa de ganancia que a los capitalistas les resulte atractiva para invertir, poco importa el crecimiento o decrecimiento de la demanda. En este contexto, la especulación financiera -tanto en nuestro país como a nivel internacional- no se explica esencialmente por "escasez de demanda" sino por los rendimientos mayores que arroja la especulación en comparación con la inversión productiva. Si de esto cabe alguna duda tomemos un ejemplo elocuente como es el caso de Estados Unidos hoy para explayarnos en la cuestión de si la demanda representa un mecanismo automático de inversión productiva y reactivación económica. Durante el último año, la disminución del crecimiento norteamericano no ha alterado sustancialmente su consumo interno (dicho sea de paso, el mayor mercado interno del mundo) gracias a políticas estatales de sucesivas rebajas de las tasas de interés, que permiten crédito barato estimulando el consumo. Sin embargo, el punto más crítico de la economía norteamericana por el cual el crecimiento de EE.UU cae, se encuentra hoy en la enorme baja de la inversión ligada a la caída de las ganancias. De este modo la permanencia de una alta demanda plantea como uno de los peligros para EE.UU. el desarrollo de un proceso de estanflación, es decir de estancamiento de la economía con inflación provocada por un consumo sostenido.
A su vez, si tomamos años claves de crecimiento como la década del 90, el gran flujo de inversión productiva hacia el sudeste asiático estuvo dado por altas tasas de ganancia relacionadas con el bajo desarrollo industrial de esos países y a salarios más que miserables. En Argentina si bien es evidente que no existió un proceso de crecimiento de la inversión productiva como en el sudeste de Asia y que la especulación financiera alcanzó grandes proporciones durante los años 90, los mayores flujos de inversión en dicha década fueron atraídos por el "regalo" de las empresas del estado y los recursos naturales del país, que arrojaron grandes ganancias incluso garantizadas por el estado nacional (junto a miles de despidos y la renegociación a la baja de las condiciones laborales). En este marco es innegable que la combinación de entrada masiva de capitales y una estabilidad relativa de la economía nacional también estuvieron acompañados por un mayor nivel de consumo que actuó como estímulo. Pero suponer, la situación inversa, es decir que con sólo reactivar el consumo de algún sector de la población la economía argentina va a salir de su estado de postración es un disparate.
El dislate se hace mayor cuando el "shock redistributivo" se sigue planteando sin decir una sola palabra de los enormes costos que le plantean a los trabajadores y a las masas populares tanto el candente peligro de default, y/o de devaluación, así como el de mantener la convertibilidad con déficit cero.
Los intereses de los capitalistas son francamente contradictorios con la actual necesidad de acabar con la pobreza. Es por ello que a la grave crisis económica del estado semicolonial argentino no se le puede oponer un liviano reformismo.
Para acabar realmente con la pobreza es necesario encarar de frente los verdaderos problemas estructurales que afectan a la economía del país y atacar seriamente al núcleo de las ganancias capitalistas e imperialistas.
El Frenapo se ubica en la vereda de enfrente de esta perspectiva como puede verse en el hecho de que aún cuando reconocen que el desarrollo de la tecnología (más allá de la situación actual del país) permitiría que el conjunto de los trabajadores pudiera trabajar menos, se niegan a plantear la necesidad del reparto de las horas de trabajo existentes entre todas las manos disponibles, manteniendo el salario, junto a la realización de un plan de obras públicas y en todo caso, hasta que estas medidas se consigan, luchar por un seguro de desempleo que en nuestro país debería ser de 600 $ como mínimo. Es que levantar estas medidas apuntaría a cuestionar las ganancias de los capitalistas que siempre van a preferir aprovecharse del enorme ejército de desocupados existente para bajar el salario y superexplotar a los que están ocupados. En cambio, la CTA y el Frenapo prefieren convertir la cuestión en ventaja adicional para los capitalistas legalizando un salario mínimo de 380$ del Seguro de Empleo y Formación.
Consecuentes con esta línea, en ninguno de los documentos del Frenapo o de la CTA se nombra la necesidad de nacionalizar la banca y el comercio exterior, o la reestatización de las empresas públicas privatizadas, o la nacionalización sin pago y bajo control de los trabajadores de toda empresa que cierre o despida. Sus medidas -más allá del planteo progresivo, aunque parcial, de reestatizar el régimen previsional- a lo sumo se reducen a "Funcionalizar el papel de la banca pública (…) Regulación del proceso de concentración y centralización de capitales. Replantear la relación con las áreas privatizadas en torno a: nivel tarifario, uso de recursos naturales, estructura de proveedores e incorporación de progreso técnico. Revisar la apertura financiera con el objeto de encarecer la salida de excedente al exterior" 8. Aún cuando ellos mismos reconocen que todas las fracciones de la clase dominante están comprometidas directa o indirectamente con el capital financiero mundial, los del Frenapo tratan siempre de salvar al capitalismo intentando hallarle el lado "bueno" y en función de esto, el documento abunda en palabras como "funcionalizar", "replantear", "revisar" sólo para evitar nombrar un programa de conjunto que ataque de fondo al imperialismo, y a sus socios nativos.

A modo de conclusión

Aún cuando el Frenapo y la CTA reconocen que "El proceso de concentración de la riqueza es continuo desde 1974. Mientras 27 años atrás el 10% más rico del país ganaba 12 veces más que el 10% más pobre hoy esta brecha se amplió a 26 veces. Por lo que la minoría más rica se apropia del 48% del ingreso nacional"9 intentan deslindar este fenómeno de su claro contexto internacional de desigualdad creciente en la distribución de la riqueza y, en consecuencia, para el caso de nuestro país pretenden explicarlo como una cuestión independiente de la relación de la Argentina con el mundo así como del rol de nuestro Estado semicolonial dirigido por una clase capitalista servil y enteramente dependiente del capital imperialista. En este contexto suponen que la solución está sujeta a que el estado argentino, el mismo que fue y es instrumento decisivo garante de la penetración imperialista, de la apertura y reprimarización de la economía, de la entrega del patrimonio nacional, del endeudamiento creciente y de la ofensiva burguesa sobre el trabajo, tenga la "voluntad" de "redistribuir" a favor de los que menos tienen. Este proyecto, más aún de cara a la crisis capitalista mundial y a su profunda expresión en la Argentina, no puede más que significar una utopía reaccionaria de quienes a toda costa, más allá de la realidad y para garantizar la subsistencia del capitalismo, pretenden demostrar que "otro capitalismo es posible".

1 En La Marcha Grande por el trabajo. La propuesta de la CTA, por un Seguro de Empleo y Formación para los jefes de hogar desocupados. Instituto de Estudios y Formación - 6/8/2000.
2 EE.UU actuó como motor de la economía mundial durante la década pasada aún cuando esto le significó acumular enormes contradicciones.
3 El resultado del mes de mayo de 2001, por ejemplo, arrojó un déficit de 1002 millones de dólares en relación con los 578,8 millones de déficit registrados en el mismo mes del año pasado. La diferencia interanual se explica principalmente por un incremento en el gasto total de 755, 5 millones de pesos, debido fundamentalmente al aumento en el pago de los servicios de intereses de la deuda, de 582,5 millones continuando con una tendencia que se observa desde el año 1984. Estos son algunos indicadores de la inseparable relación entre la economía semi-colonial argentina y el imperialismo.
4 Presentado por Horacio Verbitsky en el diario Página 12, domingo 5/8/2001.
5 "Entre 1992 y 2000 (la balanza de pagos NdeR) registra una salida de algo más de 41.000 millones de dólares en pago de intereses de la deuda pública y unos 55.000 millones por amortizaciones. En total, 97.000 millones. Pero en el mismo lapso ingresaron préstamos por casi 137.000 millones. Esto significa un saldo positivo de casi 40.000 millones". Página 12, ídem.
6 "En 1992, el Ministro Cavallo renegocia la deuda externa y logra ciertas postergaciones de las fechas de pago y algunas deducciones de montos. Sin embargo el endeudamiento sigue aumentando en forma galopante, engulléndose de paso lo que se pudo haber obtenido por las privatizaciones de empresas del estado".Revista La Nación (6/5/01), "Cómo empezó la deuda externa", por Jaime Poniachik.
7 "11400 son los millones que se necesitan para implementar la propuesta. Las alternativas de financiamiento estarían dadas por los siguientes conceptos: incremento de recaudación por expansión de consumo y mayor actividad, restitución de aportes patronales, reasignación de planes sociales, presión sobre consumo superior, eliminación exenciones en ganancias." Esquema para el financiamiento del shock distributivo.
8 Esquema de financiamiento del shock distributivo.
9 Movimiento por la Consulta Popular. Junta Promotora Nacional. Documentos

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