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Raíces del actual conflicto

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25 de noviembre 2010

La Guerra de Corea (1950-53) consagró la partición de la nación coreana en dos estados.

En el Norte, más atrasado y menos poblado, se erigió la República Popular de Corea, un Estado obrero muy deformado, bajo la dictadura stalinista de Kim Il Sung y alineado con la Unión Soviética. Corea del Sur se conformó como un agente del imperialismo norteamericano generosamente financiado y armado, hasta convertirse en una importante potencia industrial.
La Guerra finalizó con la firma de un armisticio e imponiéndose la zona desmilitarizada a lo largo del paralelo 38° pero nunca se firmó un tratado de paz y la península de Corea siguió siendo uno de los escenarios de mayor confrontación en la “guerra fría”.

Después del estallido de la URSS y el salto a la restauración de los países del Este y China, el imperialismo apostó a que Corea del Norte terminaría colapsando o abriéndose a la recolonización por el capital extranjero, por lo que mantuvo el bloqueo impuesto desde los 50 y una fuerte presión.

Sin embargo, y pesar de sus enormes dificultades como la gigantesca hambruna que asoló el país a mediados de los ’90 cobrándose la vida de un millón de personas, se mantuvo en pie el régimen stalinista, agravando sus rasgos más opresivos hasta el extremo de convertirse en una “dictadura hereditaria”, pues a Kim Il Sung lo sucedió su hijo (que ahora prepara la sucesión por su propio retoño).

Esta burocracia está al frente de un estado obrero monstruosamente deformado y en descomposición, ha adoptado medidas precapitalistas y recibido inversiones extranjeras, sobre todo chinas, pero no logra ir hasta el final en la restauración como Vietnam o China por la dureza del bloqueo y la política imperialista.

Por un período Clinton alentó una línea más negociadora, abandonada después por los gobiernos republicanos.

Desde 1994 los gobiernos del Corea del Sur iniciaron una política negociadora llamada “brillo de sol”, buscando que el régimen se “ablandara” y se abriera a sus inversiones. Sin embargo, el actual presidente sureño, Lee (del derechista Partido Nacional), abandonó en 2008 esa política.
Entre tanto el régimen del Norte redobló los esfuerzos para dotarse de capacidad nuclear, como contrapeso a la permanente amenaza imperialista en un contexto histórico hostil, que se arrastra desde la guerra de 1950-53, y como herramienta de negociación.

Con ello el escenario de las relaciones entre las dos Coreas y con el imperialismo se complicó aún más y las negociaciones terminaron interrumpiéndose, hasta llegar a la presente situación.

Prensa

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