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¿Quién garantiza la libertad de prensa? 

La oposición burguesa ha respondido a los anuncios del gobierno en el lenguaje de la derecha latinoamericana. “Esto es estalinista”, aseguró Solá. Para Duhalde es parte del “estilo chavista”. Carrió predijo el inicio de “una fase dictatorial muy clara, porque uno de los pilares de la República es la libertad de expresión y el derecho del pueblo a saber”.

Lucho Aguilar

2 de septiembre 2010

La oposición burguesa ha respondido a los anuncios del gobierno en el lenguaje de la derecha latinoamericana. “Esto es estalinista”, aseguró Solá. Para Duhalde es parte del “estilo chavista”. Carrió predijo el inicio de “una fase dictatorial muy clara, porque uno de los pilares de la República es la libertad de expresión y el derecho del pueblo a saber”.

Como empleados de Clarín, exageran los objetivos del kirchnerismo. No está en discusión la “libertad” de los capitalistas para editar sus diarios, ni peligra la concentración de los medios masivos en un puñado de empresas. Tampoco las medidas se asemejan a las que tomó Chávez en los últimos años o las que sostiene el castrismo en Cuba.

En el caso de Chávez, es conocido el debate surgido tras su decisión de no renovar la licencia a la reaccionaria cadena RCTV, lo que generó simpatías en muchos trabajadores que en Venezuela repudian a los medios golpistas. Pero, ¿otorgó Chávez posibilidades para que las distintas expresiones sindicales y políticas que no estuvieran con los escuálidos difundan ahora sus ideas? ¿Alguna columna en Aló Presidente, al menos? Lejos de eso, muchos trabajadores que han enfrentado medidas oficiales, como en Sidor o Sanitarios Maracay, han sufrido la misma censura que les propinaban los empresarios mediáticos.

En aquel momento, en La Verdad Obrera advertíamos que las medidas bonapartistas de Chávez podrían ser tomadas luego sobre las organizaciones y la prensa de la clase obrera, y que los medios quitados a la burguesía debían ser gestionados por los trabajadores. Como planteaba León Trotsky, “es esencial emprender una incansable lucha contra la prensa reaccionaria. Pero los obreros no pueden permitir que el puño represivo del estado burgués sustituya la lucha que ellos libran por medio de sus propias organizaciones y de su propia prensa”.

Aunque se disfracen de progresistas, ni Chávez ni los Kirchner garantizarán una verdadera libertad de expresión con medidas parciales contra algunos grupos. Alcanza con ver manejo que hace el kirchnerismo de los medios “públicos”, convertidos sencillamente en gubernamentales.
Critican el “discurso hegemónico del multimedio”, pero bajan un discurso único donde no se admiten críticas al oficialismo, ni ningún tipo de pluralismo. ¿O recuerda muchas notas sobre el abrazo de los trabajadores del Indec, las suspensiones en Radio Nacional o los actos de la izquierda?
 
Por eso, sólo quitando los medios de manos de los capitalistas para transformarlos en medios verdaderamente públicos, poniéndolos a funcionar bajo gestión de los trabajadores, será posible la verdadera libertad de prensa. Una gestión así podrá determinar democráticamente la distribución del papel, de los espacios radiales y televisivos, posibilitando así la difusión de ideas y contenidos hoy absolutamente censurados por los medios masivos.

 
En el estado obrero

En Cuba, los medios de los capitalistas fueron expropiados durante la revolución y otros nuevos fueron creados. Pero la consolidación de la burocracia, que impuso el régimen de partido único, terminó ahogando las libertades populares y regimentado las organizaciones obreras y campesinas. Entre ellas la posibilidad de que estas organizaciones - en tanto defiendan las conquistas de la revolución - puedan expresarse libremente en el Granma y todos los medios que funcionan bajo el control de los funcionarios del castrismo. ¿O tienen allí un espacio los trabajadores que odien al imperialismo y los gusanos, pero quieran oponerse además al curso restauracionista que sostiene la burocracia?

Como también planteaba Trotsky, “las verdaderas tareas del estado obrero residen no en poner una mordaza policíaca sobre la opinión pública, sino más bien en liberarla del yugo del capital. Esto sólo puede hacerse colocando los medios de producción, incluida la producción de la información pública, en las manos de toda la sociedad. Una vez que se ha dado este paso socialista fundamental, todas las corrientes de la opinión pública que no han tomado las armas contra la dictadura del proletariado deben tener la oportunidad de expresarse libremente. El deber del estado obrero es hacer accesible a ellos, en proporción a su número, todos los medios técnicos que requieran, como prensas, papel y transporte. Una de las principales causas de la degeneración del aparato del estado, es la monopolización de la prensa por parte de la burocracia stalinista, que amenaza con reducir todas las conquistas de la Revolución de Octubre a la ruina total”.

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