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HISTORIA

¿Qué significó Tlatelolco en 1968?

La irrupción en la escena nacional del movimiento estudiantil en 1968 en busca de demandas democráticas, mostraba el hartazgo de un sector juvenil ante el autoritarismo del “régimen de la revolución” (el priato), que permeaba en la vida nacional.

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3 de octubre 2013

La irrupción en la escena nacional del movimiento estudiantil en 1968 en busca de demandas democráticas, mostraba el hartazgo de un sector juvenil ante el autoritarismo del “régimen de la revolución” (el priato), que permeaba en la vida nacional. Ese régimen que había reprimido a sangre y fuego la manifestación del primero de mayo de 1952; que irrumpió militarmente en la huelga de Politécnico de 1956; que reprimió al movimiento magisterial en 1958 y al movimiento ferrocarrilero en 1959; que asesinó al dirigente campesino Rubén Jaramillo y su familia en 1962, y que reprimió el movimiento de los médicos en el 1965. Por eso esa juventud, carente de libertades democráticas, tomó la estafeta en su momento con una lucha de carácter nacional contra el la cerrazón del gobierno. Pero expresaba una aspiración compartida por sectores de una sociedad controlada desde un régimen de partido único que utilizaba el autoritarismo para inhibir la mínima expresión de oposición política a sus instituciones.
La brutal forma de terminar con estas aspiraciones durante la masacre del ‘68o a manos del ejército y demás cuerpos represivos en la Plaza de Tlatelolco, fue la muestra exacerbada de los mecanismos de control con que “el régimen de la revolución” mantuvo el estatus quo, abortando así un proceso de politización de la juventud que logró las simpatías de sectores del movimiento obrero como los ferrocarrileros (que además demandaban la liberación de sus dirigentes presos desde 1959), y de la población en general que empezó a condenar el autoritarismo del gobierno de Díaz Ordaz.
Sin embargo, ésta salida represiva del priato, mostraba al mismo tiempo sus limitaciones en tanto aparato vertical y monolítico, para resolver políticamente (negociando, haciendo concesiones democráticas formales mínimas, etc.), y la crisis de las instituciones surgidas del proceso revolucionario iniciado en 1910. Tlatelolco, si bien significó un golpe brutal a la juventud y a sus intentos de organización democrática (en un momento en que nada podía organizarse por fuera del control del PRI, apoyado, éste a la vez, por el lombardista Partido Popular Socialista), fue el inició de la búsqueda de éste amplio sector de la juventud, de una identidad política que inevitablemente lo llevaba a cuestionar cada vez más las instituciones autoritarias.

¿Qué significa hoy el movimiento estudiantil del 1968 para las nuevas generaciones?

La represión al proceso iniciado en 1968 (que se intentó retomar en 1971, siendo otra vez duramente reprimido), no liquidó sus bases materiales, y buscó su continuidad a través de la organización de la juventud, ya sea mediante la formación de grupos armados (guerrilla urbana), de organizaciones políticas de diversa índole, y de organizaciones estudiantiles que a mediados de los 70s adquirieron cierta relevancia a través de importantes luchas (varias de ellas vinculadas a procesos del movimiento obrero). Éste proceso de organización se fortalece en los 80s y 90s, ante la crisis terminal del priato que para entonces había perdido toda fuerza en el movimiento estudiantil, y se expresa en el 2000 como rechazo en las urnas a las instituciones que seguían expresando el autoritarismo y la antidemocracia simbolizados en la masacre de Tlatelolco. Pero también se expresa en las calles y con intentos de organización estudiantil como la huelga que tuvo tomada 8 meses la UNAM. “2 de octubre no se olvida” sigue siendo la consigna que expresa una memoria histórica dinamizada hoy por las mismas demandas que la juventud le exige al nuevo régimen surgido a la caída del PRI en el año 2000. Pero en el nuevo contexto internacional donde la juventud produce procesos revolucionarios en varias zonas del planeta, en México retoma mayor fuerza al calor del regreso del autoritarismo del “nuevo PRI.
La multitudinaria marcha de este 2 de octubre, acompañada de una gran participación obrera (magisterio, docentes universitarios, electricistas, etc.), muestra que las nuevas generaciones toman como suya las demandas insatisfecha de aquella generación, planteando la posibilidad de un salto en la conciencia, como la lucha junto a los trabajadores, contra la política neoliberal y la entrega del país al imperialismo.

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