A mediados del 2008 comenzó a circular lo que en la jerga petrolera llamamos “un parate”. Con sano instinto muchos compañeros agregaban “pero por lo visto este viene grande y bastante jodido”. Se comenzó a bajar información en las bases de empresas de servicios (como AESA y otras) que las operadoras (REPSOL, PIONER, PETROBRAS, TOTAL, etc.) comenzaban a rescindir y no renovar los contratos ya que se encontraban en crisis, alegando no poder sostener los ritmos de la actividad. Nosotros, los trabajadores y trabajadoras del petróleo sabemos que no pierden y nunca perdieron dinero; solo que vienen a ganar diez y si sacan cinco no les cierra. ¡Ellos quieren diez!

Cuando empezaron los despidos peleamos por los puestos de trabajo y contra las suspensiones. Con estas consignas salimos y comenzamos con las exigencias a los delegados que no aparecían por los pozos ni oficinas.

Tampoco en el sindicato eran escuchados nuestros pedidos y solo una gran incertidumbre se creaba en torno al silencio de las patronales, gremio y gobierno. La bronca se fue acumulando porque a pesar de las promesas seguían cayendo telegramas de despido, se alargaban las suspensiones y la caída de los ingresos y el temor a perder el trabajo. Más de 3000 estábamos suspendidos en el “plan de crisis”. Así empezaron las asambleas espontáneas y las concentraciones en las puertas del sindicato. Tanto en Rincón, Catriel, Cutral-Co, los compañeros despedidos y desocupados llegamos al corte de ruta y toma de las bases como en Halliburtom y Weatheford. Cuando la tensión subió y el gremio sintió nuestra presión se vio obligado a llamar al paro de 48 hs de la semana pasada, siempre tratando de apaciguar y calmar las aguas.

Los petroleros demostramos nuestra fuerza mientras que el gobierno y el “Caballo” Pereyra se preparaban para usarla en beneficio de las empresas. Después de unos días en Buenos Aires acordaron con el gobierno nacional medidas favorables a las empresas: las premiaron con un aumento del valor del gas en boca de pozo y subsidios por mas de 350 millones de dólares a cambio de una promesa de no despedir ni suspender. El chantaje de las empresas tuvo su resultado. Este aumento del valor del BTU en boca de pozo terminará siendo pagado por la población con nuevos tarifazos o inflación, ya que el mayor costo de la energía encarecerá todos los productos.

Entre los compañeros petroleros está la sensación de una victoria porque los dirigentes se dijeron “están solucionados nuestros problemas laborales, entiéndase despidos y suspensiones, con una pronta reactivación y la reincorporación inmediata de todos los compañeros despedidos”. Pero no podemos festejar ya que no hay garantía que esta negociación no sea una mentira mas como la de hace unos meses atrás cuando la promesa fue que volvían a trabajar 20 equipos a cambio de levantar el paro y después nos desengañamos porque ningún equipo salió y los despidos se empezaron a hacer masivos y efectivos. Y además tenemos que denunciar que ahora usaron nuestra lucha para obtener sus beneficios. Debemos seguir organizados y exigiendo al sindicato hasta que el último de nuestros compañeros suspendidos y despedidos vuelva a trabajar y hasta que las operadoras cumplan con los contratos que firmaron. Si no es así hay que volver al paro y la movilización y empezar a señalar un norte más claro: si las operadoras no quieren seguir trabajando los yacimientos con el falso pretexto de las pérdidas, hay que sacarles las concesiones y renacionalizar sin pago la Repsol-YPF y todas las operadoras bajo un régimen de administración obrera porque somos nosotros los que podemos organizar una explotación racional de los recursos, creando miles de nuevos puestos de trabajo y garantizar gas natural a bajo costo para toda la población.

Obreros Petroleros del PTS [email protected]