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¿Qué fue la Revolución de Mayo?

La historia patria se encargó de ocultar, entre muchas otras cuestiones, que las jornadas de la Semana de Mayo, que concluyeron con la fundación de la Primera Junta, fueron la respuesta a acontecimientos que pasaron muy lejos de Buenos Aires, tan lejos como en España.

Cecilia Feijoo

20 de mayo 2010

Cuando se leen los testimonios y relatos sobre lo que pasó durante la Revolución de Mayo, el mito que difundió la historia liberal, donde se plantea que hubo “un plan premeditado” de los criollos para expulsar al poder español de América, se desvanece. Es que la historia patria se encargó de ocultar, entre muchas otras cuestiones, que las jornadas de la Semana de Mayo, que concluyeron con la fundación de la Primera Junta, fueron la respuesta a acontecimientos que pasaron muy lejos de Buenos Aires, tan lejos como en España.

En 1810 no era una novedad para las clases dominantes criollas que el poder de la monarquía española pendía de un hilo. Unos años antes, Napoleón había invadido España y obligado al rey Fernando VII a dejar el trono, acontecimiento que ocasionó que uno de los centrales imperios monárquicos de la época se quedara acéfalo, como “un cuerpo sin cabeza”, es decir, sin el poder del rey.
La invasión causó un levantamiento popular y la constitución de juntas en diversas ciudades de la península para organizar la defensa. Pero a principios de 1810 esta resistencia fue abatida, las noticias que llegaban a América no eran alentadoras, y los americanos tomaron conciencia de que el fin de la poderosa monarquía española había llegado.

Aunque el virrey Cisneros intenta que no se difundan los rumores que llegaban al puerto de Buenos Aires, el 18 de mayo se ve obligado a publicar en bando oficial que la península ibérica estaba perdida. Los criollos presionan para que se convoque a Cabildo abierto el 22 de mayo; “por medio de esquelas la parte principal y más sana de este vecindario” será citada a discutir qué hacer frente a la debacle del poder español. Tienen que pronunciarse sobre la siguiente cuestión: el poder del virrey ya no tiene legitimidad, éste debe ser sustituido, ¿quién debe ocupar el poder? La élite criolla propone que “la autoridad debe reasumirla el excelentísimo Cabildo como representante del pueblo, para ejercerla ínterin forme un gobierno provisorio”1. El virrey y los peninsulares maniobran, el 24 se forma una junta presidida por Cisneros -esta salida en un principio es negociada, ya que de la misma participan Saavedra y Castelli-, no conforma a todos los sectores de la élite, por ello, se convoca a otro Cabildo abierto para el día 25, de ahí surgirá la Primera Junta Provisoria y el virrey será finalmente destituido.

Pero la Primera Junta no va a proclamar la independencia; ésta se declara en el Congreso de Tucumán en 1816. La revolución de mayo, en un primer momento no se proponía romper los vínculos con la monarquía sino, como diría Saavedra en su Autobiografía unos años después, fue la “oportunidad” para las clases dominantes criollas de constituir un poder político propio autónomo frente a la evidente debacle de España. ¿Qué significaba autonomía para la época? Mantener el vínculo con la monarquía a través de la figura del rey, pero desconociendo al virrey y constituyendo un autogobierno en América. Es por ello que las proclamas de la época se harán a nombre de Fernando VII, lo que no será una “máscara” como gustan decir a la historia liberal y revisionista, sino las auténticas intenciones de la élite criolla frente al poder real. Las jornadas de mayo son la ocasión para las clases dominantes criollas de ocupar un poder político vacante. Por otro lado, ¿quiénes participan en la revolución de mayo?

El mito de la participación de todo el “pueblo”

En la concepción política de la época la palabra “pueblo” no significaba lo mismo que hoy. En aquel entonces no hacía referencia a “toda la sociedad”, en el sentido de una mayoría, sino que se refería a quienes tenían derechos políticos en una ciudad. Los “vecinos y la parte más sana del vecindario”, la “gente decente”, eran hombres casados, mayores de 25 años y con propiedad en la ciudad (menos del 5% de los habitantes de Buenos Aires), éstos eran quienes tenían derechos políticos y supuestamente representaban al “pueblo”.

El resto de los habitantes, que eran la amplia mayoría como los esclavos, pardos (mestizos), blancos pobres, mujeres e indígenas, no tenían derechos políticos y no podían votar en el Cabildo. La “plebe”, el “populacho” o el “bajo pueblo”, como gustaba decir despectivamente a la élite criolla, no participaron de la Revolución de Mayo. Las protagonistas centrales fueron las clases dominantes criollas, lo que estaba en juego era su propio poder político y en “su revolución” se encargaron de evitar “cualquier tumulto o conmoción que pudiera ocurrir”, como consta en las Actas de convocatoria al Cabildo abierto.

Si hubo un canal por el cual se hicieron presentes sectores explotados y oprimidos en la plaza fue a través de las milicias. Es que éstas van a adquirir un papel protagónico luego de las invasiones inglesas. Sin embargo, en las milicias también se mantendrá la jerarquía social.

Las milicias existían desde mucho antes de las invasiones y las había conformadas por peninsulares organizados según su lugar de origen (catalanes, gallegos, cantábricos, andaluces, etc.) y por criollos. Se organizaban por arma, lugar de procedencia y color de piel, reproduciendo la organización estamental y de castas de la sociedad. Estas características se van a mantener luego de 1806, pero se van a transformar por la ampliación de unidades voluntarias para defender a la ciudad de los ingleses. A partir de estos acontecimientos las tropas con las que se conformaban las milicias criollas (patricios, arribeños, castas y granaderos) pasaron a estar integradas en la base mayormente por miembros de los sectores explotados y oprimidos de la sociedad. Su sector dirigente, la oficialidad -que era elegido por el voto de las tropas, pertenecía a la élite criolla. Este mecanismo significó una práctica con rasgos democráticos que fue permitida por la élite criolla ante la necesidad de reclutamiento masivo para enfrentar a los ingleses. Sin embargo tuvo corta duración y fue rápidamente limitado por los sectores dirigentes tratando de ponerle fin a las mismas, y ya para 1810 las milicias son cuerpos militares mucho más controlados y con una rigurosa disciplina.

En la Revolución de Mayo, las milicias serán utilizadas para ejercer presión contra el virrey y los peninsulares, de ahí el poder de Saavedra, quién comandaba las milicias de patricios centralmente organizadas por las clases dominantes criollas de Buenos Aires. A partir de la derrota de las invasiones inglesas, las milicias van a adquirir un poder significativo y van a volcar la relación de fuerzas entre los peninsulares y los criollos a favor de éstos. Luego de estos acontecimientos tendrán un papel protagónico y serán un factor de presión durante muchos años.

Finalmente, ¿por qué se habla de una revolución? Los actores de la época piensan que están haciendo una revolución, pero no se refieren a los acontecimientos de la Semana de Mayo, sino a todo el proceso histórico, una década de guerra de independencia que asolará todo el territorio del viejo virreinato. Es que para constituir un poder político propio, las clases dominantes criollas tuvieron que enfrentarse al poder de los españoles. Aunque las jornadas de la Semana de Mayo fueron pacíficas, como les gusta remarcar a la historia liberal y revisionista, los peninsulares y la corona española,van a negar este intento de autogobierno desencadenando la guerra, una guerra que irá tomando un carácter anticolonial, ya que en la misma las clases dominantes irán radicalizando sus posiciones, pasando de la búsqueda de una autonomía política a la ruptura absoluta con la monarquía española. Los acontecimientos de la guerra anticolonial y las contradicciones y transformaciones que trajo la misma serán el tema que abordaremos la próxima semana.


Las invasiones inglesas

por Diego Sachi

Tanto la historia liberal como revisionista buscaron ocultar que un sector de la élite porteña dio la bienvenida a los invasores ingleses. La invasión no era algo impensado, España preveía esa posibilidad y su plan, al no contar con tropas para resistirlos era trasladar la capital del Virreinato hacia el Interior, por eso el Virrey Sobremonte huye hacia Córdoba. En Buenos Aires, el Cabildo, funcionarios reales y autoridades eclesiásticas se apuraron a jurar fidelidad a los británicos. Una parte de la élite entró en negociaciones con los invasores sacando provecho de la situación1. ¿Por qué las élites cambian de actitud? Bereford intenta imponer una colonia inglesa y no, como pedía un sector de las élites locales, un protectorado autónomo bajo los auspicios de la corona británica. Esta desilusión fue la razón por la cual las clases dominantes criollas intentaron una rápida reconquista del puerto de Buenos Aires.

La reconquista y la participación popular en las milicias

Los críticos de la historia liberal resaltan la participación popular en la reconquista de Buenos Aires. Sin duda el papel de los sectores explotados y oprimidos de la época en las milicias fue determinante para la reconquista, una mujer de la alta sociedad no deja duda al respecto: “Te voy a pintar estas dos fuerzas militares, una delante de otra. Las milicias de Buenos Aires: es preciso confesar que nuestra gente del campo no es linda, es fuerte y robusta, pero negra...; todo lo más miserable y feo... Al verlas aquel día tremendo dije a una persona de mi intimidad: si no se asustan los ingleses de ver esto, no hay esperanza.”2.

Sin embargo, ante la evidente participación popular en las invasiones, historiadores como Felipe Pigna, le dan a las milicias el rol de organizaciones democráticas de los sectores populares y el lugar de donde surgirán nuevos dirigentes como Saavedra, Monteagudo y otros próceres nacionales3. Pero los “jóvenes criollos” que resalta Pigna no son recién llegados a una posición de poder y tampoco son la simple expresión de la votación democrática de las milicias: “¿Quiénes son, en efecto, los comandantes de los nuevos cuerpos? En el de Patricios hallamos en primer término a Cornelio Saavedra, al que ni aun la malevolencia de sus enemigos pudo presentar como un homo novus... a su lado Esteban Romero, comerciante próspero...”4. Todos los comandantes de las milicias serán hombres de las clases dominantes porteñas, ya que la elección era indirecta, la tropa votaba por cuerpo a jefes intermedios y éstos a los comandantes. Incluso Belgrano, que participó en la reconquista, cuenta en sus memorias las maniobras que hizo la oficialidad para evitar que un esclavo negro llegue a ser comandante. Asimismo, esta democratización fue limitada y corta en el tiempo, las requisas posteriores a 1807 para que los esclavos, los pardos y el “bajo pueblo” regresen las armas fueron una constante, y los intentos de disciplinar las milicias transformándolas en un ejército regular, una preocupación que tensionó tanto a los peninsulares como a los criollos ricos. En esta democracia limitada a un sector de la población, no resulta extraña la escasa “gratitud” a los esclavos por la participación en la reconquista. Para premiar sus servicios en la lucha el Cabildo dio la libertad a setenta de ellos, una pequeña minoría, ya que en Buenos Aires en aquellos años el 30% de la población era esclava.

El resultado de las invasiones inglesas no implicará la “democratización” de la ciudad de Buenos Aires, ni será un antecedente directo de la Revolución de Mayo, pero sí mostrará claramente a las élites criollas que la monarquía española ya no era capaz de defender sus colonias. Un anticipo de la crisis que se avecina.

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