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DEBATES

Peronismo, Sindicalismo y política

En su discurso de Plaza de Mayo, Hugo Moyano reivindicó al peronismo como el único representante legítimo de los trabajadores. Pero el peronismo significó para la clase trabajadora la subordinación política a la burguesía y el hacer “propia” la idea de la armonía entre las clases.

Hernán Aragón

28 de junio 2012

En su discurso de Plaza de Mayo, Hugo Moyano reivindicó al peronismo como el único representante legítimo de los trabajadores. Pero el peronismo significó para la clase trabajadora la subordinación política a la burguesía y el hacer “propia” la idea de la armonía entre las clases.
El lema del peronismo es que la clase obrera es “la columna vertebral del movimiento”, es decir que ésta no tiene que hacer su propia política y menos aún luchar por el poder.

“El poder político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra”, escribía Marx hace más de 150 años. La clase dominante, y su maquinaria ideológica, nunca deja de trabajar infatigablemente para ocultar que es ella la que detenta el poder a través de sus representantes, los partidos políticos patronales que se presentan como portadores de los intereses de toda la sociedad.

En los últimos años vimos emerger al sindicalismo de base que enfrenta en las fábricas y empresas a la burocracia sindical peronista y a las patronales. En la militancia común con la izquierda revolucionaria muchos compañeros y compañeras han avanzado hacia posiciones clasistas e incluso, en algunos casos, a plantearse el objetivo del socialismo.
Sin embargo, clasismo y socialismo no son lo mismo. De aquí que el fin estratégico de construir un partido político revolucionario para tomar el poder hoy sea un debate crucial, un debate que retoma una vieja discusión que recorre la historia del movimiento obrero.

En nuestro país este debate surgía allá por 1905, cuando al calor del crecimiento económico y de la expansión de los gremios de servicios (marítimos y ferroviarios) hacía su aparición el “sindicalismo revolucionario”.

¿Cuáles eran los principios de los sindicalistas?

Los sindicalistas despreciaban la lucha política (y la construcción de un partido político revolucionario) porque consideraban a la política como algo ajeno a los trabajadores. Fueron abandonando el norte de la huelga general revolucionaria y su actividad “natural” pasó a ser la de conseguir gradualmente reivindicaciones económicas. De sindicalismo revolucionario quedaba sólo el nombre.

En este esquema, los partidos obreros debían limitarse sólo a brindar apoyo a las luchas sindicales y, separadamente, a promover leyes obreras en los parlamentos burgueses. Pero los trabajadores no debían involucrarse en hacer política y menos en luchar por conquistar el poder del Estado.

Ya en 1902, Lenin sostenía que no puede existir ideología por sobre las clases o fuera de las clases; o se tiene una ideología socialista o burguesa, y que los sindicalistas al hacer de la lucha por las reformas económicas el todo, y de la lucha por el socialismo la nada, representaban una ideología subsidiaria de la ideología burguesa.

Y así era, porque esa separación de lo político de lo sindical surgía de la presión que significa dirigir grandes gremios que, por su función en la economía, tenían el poder de presionar a los patrones y el Estado para obtener mejoras.

Esa situación fortalecía en el conjunto de los obreros una conciencia corporativa y los sindicalistas, lejos de combatirla, cedían a esa presión buscando en el Estado un árbitro que mediara en los conflictos entre patrones y obreros.

Con la llegada del radicalismo al gobierno en 1916, la prescindencia política (el no hacer política) que los sindicalistas promovían se convierte en un acuerdo implícito con Yrigoyen. Su estrategia pasa a ser cambiar reivindicaciones sindicales por apoyo político al gobierno.
En la década del´30, los sindicalistas siguen manteniendo formalmente el precepto de la prescindencia política, pero lo hacen para marginar a los sectores de izquierda emergentes, como el PC.

La burocratización del sindicalismo culmina con el advenimiento del peronismo. Los sindicalistas ven en Perón la forma de concretar sus programas de demandas y de insertarse en puestos estatales para acrecentar el poder que ya habían conquistado al frente de los grandes sindicatos. A la vez, Perón toma el discurso de la prescindencia política sindicalista para terminar de sellar su política de conciliación de clases y de estatización de los sindicatos.

Lucha política y partido

La crisis económica en curso vuelve a poner de relieve que la lucha sindical es insuficiente, y que en definitiva este es un escenario moldeado por la burguesía donde los trabajadores son más débiles. En el marco de la crisis, las demandas sindicales que los patrones no están dispuestos a otorgar, tienden a convertirse rápidamente en luchas políticas.
En primer lugar, los revolucionarios impulsamos la organización sindical de base. Ponemos todo nuestro conocimiento y fuerzas porque mientras más internas antiburocráticas surjan, y mientras más avancen los trabajadores a posiciones clasistas, en mejores condiciones estaremos para enfrentar los ataques de los capitalistas.

Pero lo hacemos sabiendo que tanto las comisiones internas, como en los sindicatos que queremos recuperar, no son fines en sí mismos, sino instrumentos que hay que ponerlos al servicio de la revolución.
Y esta tarea requiere de una lucha política porque en el movimiento obrero no sólo actúa la burocracia sindical peronista sino diferentes corrientes políticas que promueven la conciliación de clases u otras que diciéndose de izquierda, terminan adaptándose a éstas.

Esa lucha política es fundamental y debe ser cotidiana, porque los trabajadores pueden dar luchas heróicas (incluso crear coordinadoras o consejos obreros) pero no pueden llegar por sí solos a tener una conciencia socialista. Si así lo fuera, no sólo no serían necesarios los partidos, sino tampoco los sindicatos.

Contrariamente a como lo hacen los sindicalistas, los revolucionarios no oponemos partido a la organización sindical, sino que entendemos al partido como la organización de la vanguardia consciente que interviene en los sindicatos para construir fracciones revolucionarias para pelear por la dirección de éstos.

En este sentido, la lucha por la independencia política de clase tiene que ser constante.

El PTS se propone ganar a miles de compañeras y compañeros obreros no sólo para arrancar las mejores conquistas en la lucha sindical sino, y sobre todo, para construir el partido que pueda derrotar a los capitalistas.

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