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"Pasar de la indignación a la lucha consciente por la Revolución"

Entrevista a Santiago Lupe publicada en Contracorriente, periódico de Clase contra Clase, grupo hermano del PTS en el Estado Español.

PTS

8 de marzo 2012

Contracorriente: ¿Cuáles son las perspectivas políticas que se abren ante la crisis económica en curso?

Santiago Lupe: Por un lado vemos una crisis que sigue profundizándose y no nos da respiro. Los ataques se incrementan día a día. La burguesía en todos los países degrada aún más sus “democracias” con Gobiernos “técnicos”-como en Grecia o Italia-, dura represión, fogueando el discurso racista y nacionalista. Esto también se da en el Estado español. Lo estamos viendo con los palos y golpes a los jóvenes que luchan por una educación ya destrozada en Valencia, o con los trabajadores inmigrantes.

Sin embargo, en la otra cara estamos viendo cómo se empiezan a desarrollar profundos y cada vez más intensos procesos de lucha de los trabajadores y la juventud. Posiblemente los vientos de revolución en los países árabes puedan estar llegando a Europa vía Grecia, donde las tendencias a la insubordinación y la crisis del régimen político es cada vez más patente.

¿Qué papel crees que ha jugado el movimiento de los “indignados”?

El 15M lo que mostró es cómo contra estas perspectivas terribles, la juventud y los trabajadores hemos comenzado a dar las primeras respuestas. Y ahora vemos cómo la indignación no sólo no se ha acallado, sino que se extiende.
En los últimos meses hemos visto todo tipo de conflictos; laborales, contra los recortes en sanidad y educación, estudiantiles, conflictos por el grave problema de la vivienda, entre otros. Si se intensificaran las movilizaciones estudiantiles y de la juventud, y éstas confluyeran con las enormes movilizaciones contra la Reforma Laboral, como las del 19F, cambiaría a saltos la situación y el PP se vería contra la pared.

¿Entonces ves posible que resurja el proceso del 15M?

Probablemente nos tengamos que preparar para procesos aún mayores, grandes conmociones sociales y políticas. Esta crisis puede ser partera de nuevos procesos revolucionarios, que nos devuelvan la oportunidad a los explotados de acabar no sólo con los ajustes y ataques que nos están lanzando, sino con el sistema capitalista que nos ha traído hasta aquí.

Sin embargo dentro del movimiento de los “indignados” hay muchos sectores que consideran que es posible humanizar el “capitalismo”.

Llevamos décadas escuchando cómo a los que apostamos por un cambio revolucionario de la sociedad nos tachaban de utópicos. Sin embargo, creo que esta crisis lo que demuestra es que lo utópico hoy son precisamente las salidas reformistas que creen que este capitalismo se puede humanizar.
Desgraciadamente, cuando el capitalismo entra en una crisis aguda, la perspectiva revolucionaria está borrada en la mayoría de las organizaciones de izquierda. Y esto precisamente cuando la necesidad de una revolución es más urgente y necesaria que nunca.

¿Qué pasos crees que debemos dar la llamada juventud “indignada”?

Si queremos acabar con la barbarie capitalista tenemos que empalmar con la clase que precisamente hace funcionar este sistema, maneja todos los engranajes que generan la riqueza, permiten que esto ande. Hablo de los trabajadores, de todos aquellos que nos vemos obligados a vender nuestra fuerza de trabajo para poder vivir, independientemente de si lo hacen en negro, en blanco, fijos o en precario.

Debemos lograr que en los próximos enfrentamientos, que inevitablemente se van a dar, la clase obrera pueda intervenir de una forma central, con sus métodos y organizaciones para la lucha.

Yo creo que cada día son más los jóvenes que están sacando la conclusión de que hay que pensar en términos de cambios profundos, que no hay otra salida. Este despertar a la militancia ha permitido que los militantes de Clase contra Clase pudiéramos poner en pie junto con otros jóvenes la Agrupación Revolucionaria No Pasarán.

¿Qué discusiones consideras fundamentales para empezar a abordar?

La misma idea de la necesidad de una revolución y de construir partidos revolucionarios para triunfar. Cuando hablamos de revolución, de clase obrera, muchos nos llaman “dogmáticos” y bajo el discurso de las “nuevas formas de lucha” nos muestran salidas reformistas, que conviven con el sistema sin siquiera cuestionarlo. Me refiero a lo que levantan algunos sectores “autonomistas”, como las cooperativas de consumo, la vida paralela, “liberar” espacios, el auto-empleo, etc.

La llamada izquierda “anticapitalista” creo que también se encuentra muy adaptada a tres décadas de democracia burguesa. Dicen que la estrategia revolucionaria “es cosa del pasado”, y que hoy lo que priman son “nuevos sujetos”, “nuevos partidos” y “nuevas estrategias”, como los partidos anticapitalistas amplios sin delimitación de clase y perspectiva de poder. Como demuestra la crisis del NPA francés, estos atajos se han demostrado totalmente inviables antes incluso que se dieran los principales combates.
Los militantes de Clase contra Clase y nuestra corriente internacional, la Fracción Trotskista, luchamos por construir una organización revolucionaria junto a una nueva generación de jóvenes y trabajadores que comiencen a abrazar la idea de la revolución al calor de una experiencia común. Para nosotros esa organización revolucionaria debe además ser internacional, tenemos que pensar como un Partido de la Revolución Mundial.

La visión que tiene por ejemplo el anarquismo (también otras ideologías como el autonomismo) de que es posible cambiar el mundo sin tomar el poder, creemos que llevaría a las siguientes revoluciones a cometer errores trágicos como los de la misma Revolución española.

Nosotros somos parte de una tradición, el trotskismo, que fue precisamente la única que supo combatir y explicar las razones económicas y políticas que llevaron a la burocratización monstruosa de la URSS. Es decir la única que hoy puede contestar a las falacias de la burguesía que vienen a decir que cualquier régimen donde no gobierne ella terminará en una nueva dictadura totalitaria.

Pero además los trotskistas fueron quienes lucharon por promover revoluciones contra ese aparato burocrático. El poder obrero por el que luchamos debe estar basado en organismos de autodeterminación de los trabajadores; comités, consejos, asambleas o el nombre que adopten. Una forma superior a cualquiera de las formas políticas que han existido hasta ahora, que permitirá la deliberación y decisión de las más amplias masas en la determinación de su propio destino, abriendo lugar a las condiciones para la más amplia independencia y creatividad del ser humano.

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