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Parlamentarismo y estrategia revolucionaria

En los próximos números de La Verdad Obrera iremos publicando otros textos de los clásicos del marxismo para nutrir a las nuevas generaciones militantes de la experiencia histórica de la clase obrera internacional

Juan Dal Maso

23 de junio 2011

Los siguientes son extractos del documento “El Partido Comunista y el Parlamentarismo”, del Segundo Congreso de la IIIª Internacional (1920). En este documento se definen los lineamientos generales para la lucha en el terreno parlamentario desde una estrategia revolucionaria de toma del poder por la clase obrera. Se puede ver el texto completo en el blog www.losgalosdeasterix.blogspot.com.

Si bien el contexto en que fueron elaboradas estas líneas es muy distinto, sus principales definiciones son claves para orientarnos estratégicamente ante el escenario que abre la conquista de una banca del FIT en la Legislatura de Neuquén y más en general hacia cualquier espacio que se conquiste en órganos representativos de la democracia capitalista. En los próximos números de La Verdad Obrera iremos publicando otros textos de los clásicos del marxismo para nutrir a las nuevas generaciones militantes de la experiencia histórica de la clase obrera internacional.

por Juan Dal Maso

I. La nueva época y el nuevo parlamentarismo

La actitud de los partidos socialistas con respecto al parlamentarismo consistía en un comienzo, en la época de la I Internacional, en utilizar los parlamentos burgueses para fines agitativos. Se consideraba la participación en la acción parlamentaria desde el punto de vista del desarrollo de la conciencia de clase, es decir del despertar de la hostilidad de las clases proletarias contra las clases dirigentes. Esta actitud se modificó no por la influencia de una teoría sino por la del progreso político.

A consecuencia del incesante aumento de las fuerzas productivas y de la ampliación del dominio de la explotación capitalista, el capitalismo, y con él los estados parlamentarios, adquirieron una mayor estabilidad. De allí la adaptación de la táctica parlamentaria de los partidos socialistas a la acción legislativa “orgánica” de los parlamentos burgueses y la importancia, siempre creciente, de la lucha por la introducción de reformas dentro de los marcos del capitalismo, el predominio del programa mínimo de los partidos socialistas, la transformación del programa máximo en una plataforma destinada a las discusiones sobre un lejano “objetivo final”. Sobre esta base se desarrolló el arribismo parlamentario, la corrupción, la traición abierta o solapada de los intereses primordiales de la clase obrera.

La actitud de la III Internacional con respecto al parlamentarismo no está determinada por una nueva doctrina sino por la modificación del papel del propio parlamentarismo. En la época precedente, el parlamento, instrumento del capitalismo en vías de desarrollo, trabajó en un cierto sentido, por el progreso histórico. Bajo las condiciones actuales, caracterizadas por el desencadenamiento del imperialismo, el parlamento se ha convertido en un instrumento de la mentira, del fraude, de la violencia, de la destrucción, de los actos de bandolerismo. Obras del imperialismo, las reformas parlamentarias, desprovistas de espíritu de continuidad y de estabilidad y concebidas sin un plan de conjunto, han perdido toda importancia práctica para las masas trabajadoras.
El parlamentarismo, así como toda la sociedad burguesa, ha perdido su estabilidad. La transición del período orgánico al período crítico crea una nueva base para la táctica del proletariado en el dominio parlamentario. (…)

II. El comunismo, la lucha por la dictadura del proletariado y “por la utilización” del parlamento burgués

1.- El parlamentarismo de gobierno se ha convertido en la forma “democrática” de la dominación de la burguesía, a la que le es necesaria, en un momento dado de su desarrollo, una ficción de representación popular que exprese en apariencia la “voluntad del pueblo” y no la de las clases pero en realidad, constituye en manos del capital reinante, un instrumento de coerción y opresión;
(…)

3.- El parlamentarismo tampoco puede ser la forma de gobierno “proletario” en el período de transición de la dictadura de la burguesía a la dictadura del proletariado. En el momento más grave de la lucha de clases, cuando ésta se transforma en guerra civil, el proletariado debe construir inevitablemente su propia organización gubernamental, considerada como una organización de combate en la cual los representantes de las antiguas clases dominantes no serán admitidos. Toda ficción de voluntad popular en el transcurso de este estadio es perjudicial para el proletariado. Éste no tiene ninguna necesidad de la separación parlamentaria de los poderes que inevitablemente le sería nefasta. La república de los soviets es la forma de la dictadura del proletariado;

4.- Los parlamentos burgueses, que constituyen uno de los principales aparatos de la maquinaria gubernamental de la burguesía, no pueden ser conquistados por el proletariado en mayor medida que el estado burgués en general. La tarea del proletariado consiste en romper la maquinaria gubernamental de la burguesía, en destruirla, incluidas las instituciones parlamentarias, ya sea las de las repúblicas o las de las monarquías constitucionales;

(…)
6.- El comunismo se niega a considerar al parlamentarismo como una de las formas de la sociedad futura; se niega a considerarla como la forma de la dictadura de clase del proletariado, rechaza la posibilidad de una conquista permanente de los parlamentos, se da como objetivo la abolición del parlamentarismo. Por ello, sólo debe utilizarse a las instituciones gubernamentales burguesas a los fines de su destrucción. En ese sentido, y únicamente en ese sentido, debe ser planteada la cuestión;

7.- Toda lucha de clases es una lucha política pues es, al fin de cuentas, una lucha por el poder. Toda huelga, cuando se extiende al conjunto del país, se convierte en una amenaza para el estado burgués y adquiere, por ello mismo, un carácter político. Esforzarse en liquidar a la burguesía y destruir el estado burgués significa sostener una lucha política. Formar un aparato de gobierno y de coerción proletario, de clase, contra la burguesía refractaria significa, cualquiera que sea ese aparato, conquistar el poder político.

8.- La lucha política no se reduce, por lo tanto, a un problema de actitud frente al parlamentarismo, abarca toda la lucha de la clase proletaria, en la medida en que esta lucha deje de ser local y parcial y apunte a la destrucción del régimen capitalista en general.

9.- El método fundamental de la lucha del proletariado contra la burguesía, es decir contra su poder gubernamental, es ante todo el de las acciones de masas. Estas últimas están organizadas y dirigidas por las organizaciones de masas del proletariado (sindicatos, partidos, soviets), bajo la conducción general del Partido Comunista, sólidamente unido, disciplinado y centralizado. La guerra civil es una guerra. En ella, el proletariado debe contar con buenos cuadros políticos y un efectivo estado mayor político que dirija todas las operaciones en el conjunto del campo de acción.

10.- La lucha de las masas constituye todo un sistema de acciones en vías de desarrollo, que se avivan por su forma misma y conducen lógicamente a la insurrección contra el estado capitalista. En esta lucha de masas, llamada a transformarse en guerra civil, el partido dirigente del proletariado debe, por regla general, fortalecer todas sus posiciones legales, transformarlas en puntos de apoyo secundarios de su acción revolucionaria y subordinarlas al plan de la campaña principal, es decir a la lucha de masas.

11.- La tribuna del parlamento burgués es uno de esos puntos de apoyo secundarios. No es posible invocar contra la acción parlamentaria la condición burguesa de esa institución. El Partido Comunista entra en ella no para dedicarse a una acción orgánica sino para sabotear desde adentro la maquinaria gubernamental y el parlamento. Ejemplo de ello son la acción de Liebknecht en Alemania, la de los bolcheviques en la Duma del zar, en la “Conferencia Democrática” y en el “pre-parlamento” de Kerensky, en la Asamblea Constituyente, en las municipalidades y también la acción de los comunistas búlgaros.

12.- Esta acción parlamentaria, que consiste sobre todo en usar la tribuna parlamentaria con fines de agitación revolucionaria, en denunciar las maniobras del adversario, en agrupar alrededor ciertas ideas a las masas que, sobre todo en los países atrasados, consideran a la tribuna parlamentaria con grandes ilusiones democráticas, debe ser totalmente subordinada a los objetivos y a las tareas de la lucha extraparlamentaria de las masas.
(…)

III. La táctica revolucionaria

(…)
1.- (…) Los partidos comunistas deben renunciar al viejo hábito socialdemócrata de hacer elegir exclusivamente a parlamentarios “experimentados” y sobre todo a abogados. En general, los candidatos serán elegidos entre los obreros. No debe temerse la designación de simples miembros del partido sin gran experiencia parlamentaria.
(…)

Texto completo en el blog

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