El miércoles 7 de febrero, 1.200 choferes de la Línea 60 (Monsa), se enteraron de que no les habían depositado el aumento acordado y saltó la bronca. “El aumento de sueldo no nos vino, no pagaron el sueldo de enero y a pesar de un acta firmada en enero el trabajo en negro jamás se eliminó”, decían los compañeros. Por eso, se decidió en las cabeceras el paro por tiempo indeterminado, hasta que se cumplan los reclamos. En la terminal de Maschwitz se concentró un sector de trabajadores, cortando la colectora del Acceso Norte, y hasta ahí tuvieron que ir a negociar la directiva de la UTA y la empresa, que reclama más subsidios para cumplir con los acuerdos. Muchos compañeros rechazaban la extorsión patronal: “nuestro sueldo no depende de los subsidios, nosotros trabajamos todos los días para ganarnos nuestros sueldos y no queremos que nos pague el gobierno”.
Los choferes ponían como condición cobrar todo durante el día como condición para levantar la huelga. Y denunciaban: “hoy en día el gobierno está haciendo una campaña con la AFIP para eliminar el trabajo en negro pero es todo mentira porque es cómplice de las empresas. En la CNRT pusieron a alguien que no sirve para nada: miren el estado de los colectivos”.
Hace dos meses se había desatado un conflicto similar. Ahora, al reclamo salarial se habían sumado al de las condiciones de trabajo y las sumas en negro, y las pésimas condiciones del servicio, que afectan a choferes y usuarios. La medida sumó a los trabajadores de las líneas 430, 228, 503, 504 y 204, todos del mismo grupo.
Al cierre de esta edición se discutía un acuerdo: los choferes levantaban el corte y el paro, sólo si se cumplían con las demandas que desataron la medida.
Corresponsal