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Las capas desinstitucionalizadas de la clase obrera son un sujeto potencialmente revolucionario

PTS

20 de noviembre 2008

Las capas desinstitucionalizadas de la clase obrera son un sujeto potencialmente revolucionario

Agradezco a los compañeros del PTS por invitarme, los felicito por este tipo de actividades, y espero que sean lo más exitosas posibles. Voy a partir de un marco más amplio. En la última oleada revolucionaria de los ’70, el movimiento obrero tenía un lugar protagónico. Un dato de la realidad actual es que hay una tendencia generalizada a la desinstitucionalización de las masas. Este elemento puede ser tomado como un dato negativo o positivo. En esta exposición va a ser tomado como un dato enormemente positivo.

Pienso que estamos en el mejor momento histórico de la historia de la revolución mundial.

Que no haya grandes partidos de izquierda, no significa que estemos en un momento de retroceso o que la revolución quede lejos. Si es cierto lo que señalé antes, no vamos a ver ninguna recomposición del movimiento obrero y de las instituciones tradicionales del movimiento revolucionario, porque es probable que el proceso revolucionario se les anticipe. La burguesía tiene un problema: el tiempo le juega en contra, mientras a la clase obrera el tiempo le juega a favor. A la burguesía le juega en contra porque las contradicciones del capitalismo se amontonan, aunque puede postergarlas mediante la represión.

La última oleada revolucionarios que terminó a mediados de los ’70 dio paso a una contrarrevolución particularmente exitosa. En los ’80 y los ’90 la contrarrevolución se expande y en los ’90 adquiere forma ideológica con el posmodernismo. La oleada de la contrarrevolución fue precedida con una crisis que comienza en los ’70, que fue postergada por la vía de la expansión del capital ficticio. Es por esto que durante los ’80 y los ’90 vemos explotar regularmente las burbujas especulativas con oleadas sucesivas de despidos. Pero el capital no alcanza a festejar porque las bases de esa contrarrevolución son muy endebles.

El movimiento obrero organizado no ha tenido en los ’90, y sobre todo en el estallido del 2001, un papel relevante. A mitad de los años ’90 se inicia la emergencia de esa capa expropiada que Marx llamaba la población sobrante. Son fracciones de la clase obrera, las más explotadas, las que toman protagonismo. La aparición de esas nuevas capas, caracterizadas por la desinstitucionalización, hace que estas se constituyan en un sujeto potencialmente revolucionario e interpelado por la izquierda revolucionaria. La burguesía no tiene con estas masas ninguna relación, en realidad no quiere tenerla porque ha decidido que es una población sobrante. Esta tendencia es lo que explica porqué los obreros ocupados se constituyen como una fracción cuya movilización es más lenta, de carácter menos político. Cuando alguien dice que no podemos llamar obrero al que no se reconoce como obrero, está invirtiendo una de las premisas del materialismo histórico, porque la clase obrera tiene una existencia objetiva.

Yo creo que en América Latina y la Argentina, el estallido de los regímenes bonapartistas marcará el retorno de aquellas masas que fueron neutralizadas en 2001.

Con respecto al instrumento, no hay mucha vuelta. Para llevar adelante la revolución precisamos el partido revolucionario, que es lo que se yergue sobre la desinstitucionalización.

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