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Partido

Opiniones de grandes dirigentes revolucionarios

9 de marzo 2006

“En nombre de la libertad de palabra, yo estoy obligado a conceder a usted pleno derecho para gritar, mentir y escribir lo que le plazca. Pero en nombre de la libertad de asociación, usted está obligado a concederme el derecho de concertar o anular la asociación con personas que defienden tal o cual idea. El partido es una asociación voluntaria que inevitablemente se disgregaría, primero ideológica y después materialmente, si no se desprendiera de las personas que predican ideas antipartidarias. Y para determinar el límite entre lo partidario y lo antipartidario está el programa del partido, están las resoluciones sobre la táctica del partido y sus estatutos; está, por fin, toda la experiencia de la socialdemocracia internacional, de las asociaciones voluntarias internacionales del proletariado, el que constantemente incorpora a sus partidos a algunos elementos y corrientes no del todo consecuentes, no completamente marxistas, no del todo correctos; pero que periódicamente procede siempre a ‘depurar’ sus filas”.
V.I. Lenin, “La organización del partido y la literatura partidaria”, Nóvaia Zhizn, n° 12, 13 de noviembre de 1905.

“Los bolcheviques leninistas están a favor de la democracia en todas las organizaciones proletarias. Pero es evidente que la cantidad de democracia y sus métodos no sólo variarán de acuerdo a las condiciones objetivas generales sino también, sobre todo, a la naturaleza de las propias organizaciones proletarias. En un sindicato la democracia tendrá una base incomparablemente más amplia que la del partido, limitada de antemano por un programa, una táctica y una tradición política definidas”.
León Trotsky, “De los archivos”, 1932.

“El partido revolucionario presenta un programa y tácticas definidas. Esto impone de antemano límites determinados y muy claros a la lucha interna de las tendencias y agrupaciones. Después de la destrucción de las internacionales Segunda y Tercera, esos lineamientos asumen un carácter especialmente gráfico y determinado. El mero hecho de pertenecer a la Cuarta Internacional debe depender necesariamente del cumplimiento de un conjunto de restricciones que reflejan todas las experiencias de los anteriores movimientos de la clase obrera. Pero el hecho de que las limitaciones a la lucha ideológica interna se establezcan a priori, de ninguna manera niega la lucha en sí, dentro del marco de los principios generales. Es inevitable; si se mantiene dentro de los límites señalados, es fructífera. Por supuesto, el contenido fundamental de la vida partidaria no reside en la discusión, sino en la lucha. Si las discusiones interminables alimentan a las discusiones interminables, el único resultado son la decadencia y la desintegración. Pero si la discusión está enraizada en la lucha colectiva, sometiéndola a la crítica y preparando sus nuevas etapas, la discusión es un elemento indispensable para el desarrollo”.
León Trotsky, “Las fracciones y la IV Internacional”, 1935.

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