Hoy no escuchamos más que hablar del Mundial; de vez en cuando se filtra en las noticias la represión en Brasil a los que reclaman por más hospitales y escuelas, y menos estadios lujosos.

Pero hace algunas semanas nos ponía la piel de gallina escuchar a un dirigente sindical del tradicional SMATA decir “si e’ una vaca, e’ una vaca hermano”. ¿De qué hablaba Ricardo Pignanelli, secretario general del gremio? ¿Del campo, de criar bovinos? NO. Estaba justificando el despido de 67 trabajadores en la autopartista Gestamp de Escobar.

¿Y estos tipos quiénes son? Por lo menos nosotros, los conocemos muy bien, cada tanto suena el timbre en la fábrica, abrís la puerta y de autos de alta gama, muy bien vestidos, bajan unos señores con lentes negros, los ves dialogar con el patrón y se van.

¡Qué contraste! Cuando abrís la puerta, nosotros llenos de grasa, con cinta de papel en las manos que tapan las heridas, las manos quebradas y la cintura por explotar… y los que bajan de esas naves, que se parecen más al patrón que a nosotros. Y su frase típica, “y bue, mucho no se puede hacer”, ante algún reclamo de los compañeros.

La cosa se está poniendo difícil y hay que bancar a Cristina te dicen… ¿y a nuestras familias quién las banca? No es ninguna cuestión mágica, nuestra propia experiencia frente a la máquina durante años, bancando sueldos miserables y dolores en nuestro cuerpo, nos enseñó quienes son nuestros enemigos. En primera fila esta nuestro patrón que vive de nuestro trabajo, los dirigentes del sindicato que te venden una y otra vez, los Caló, los Moyano y su gobierno, su gobierno que le pega los trabajadores, que defiende a los patrones, un gobierno tras otro corruptos (hasta el vicepresidente sale todos los días en la radio porque esta hasta las manos).

Pero a nosotros algo nos mostró la diferencia: ante la desesperación al quedarse en la calle, nueve obreros se suben a un puente grúa y le paran la producción a monstruos de la industria como Ford y Volkswagen, el SMATA los vende, el gobierno nacional y el provincial salen con los botines de punta contra los laburantes y se pasan lo pelota entre ellos.

Pero nosotros desde nuestros lugares de trabajo al comenzar la jornada nos preguntábamos qué podemos hacer por estos valientes obreros; la lucha nos estaba enseñando que las paredes, los alambrados y las barreras que nos separan las tenemos que bajar, cortar, correr y defendernos, ellos están en su lado, nosotros en el nuestro. No importan las distancias ni los aprietes, los obreros unidos pegamos más fuerte, entendíamos que si nos tocan a uno, nos tocan a todos, que el SMATA y el gobierno de los ricos tienen un historial de represión a los trabajadores, incluso en la dictadura vendiendo obreros a los milicos. Pero además aprendíamos que una nueva generación de jóvenes trabajadores estamos dispuestos a plantarnos organizados y para echarlos a patadas.

S., F., J., S.