La industria automotriz es la rama más golpeada por la recesión. La capacidad de producción instalada del total de las fábricas está adecuada para producir 800 mil unidades por año, pero la perspectiva del año actual no supera la fabricación de 200 mil unidades. Esta caída en la producción llevó a las distintas patronales a descargar sus mermas en las ganancias sobre los trabajadores del sector, con los despidos “voluntarios” (1500 puestos de trabajo en Ford y 500 en Volkswagen (V.W.) en 1998, la eliminación de todo un turno de producción, retiros voluntarios en el año 2000 y jubilaciones anticipadas en el 2001). Las suspensiones se siguen llevando a cabo hasta el día de hoy, con un promedio de 2 días de suspensión semanal que por ahora se paga al 75 % pero circulan fuertes rumores que el SMATA habría acordado en reducir esa bonificación al 50 %, lo que llevaría el salario a $300 por quincena. Existe hasta la posibilidad de que algunas firmas se retiren del país.
La caída en la producción no significó una disminución en los ritmos de trabajo sino todo lo contrario: aumento de la velocidad de las líneas de producción, lo que demuestra que lo que buscan es exprimir aún más el trabajo de los obreros.
Pero si hasta el día de hoy las agachadas del sindicato y el temor a la desocupación maniataban la respuesta obrera, la crisis de la obra social, hoy en convocatoria de acreedores, con despidos de 500 compañeros, cierre de todos los módulos, y la reorganización de la atención del compañero mecánico en un grupo de clínicas con sus servicios arancelados, y muchas sin brindar la atención porque “el SMATA no paga”, colmó el estado de ánimo de los trabajadores.
En donde más se expresó la bronca fue en V.W., donde la mayoría de los obreros de una sección se le plantó a la burocracia de la Comisión Interna. Nos contaba un compañero de la Sección Montaje: “Con el problema de la obra social, la semana pasada los compañeros de la sección “carrocería” se autoconvocaron en la puerta del cuarto de delegados y empezaron a insultar y tratar de “ladrones y corruptos” a los delegados y al miembro de la directiva nacional que estaba presente. No sólo los apretaban por cubrirle la espalda al “chorro” de José Rodríguez, sino por evitar la convocatoria a elecciones de delegados que tendrían que haber sido hace 3 años". Llegó a haber compañeros que reclamaban una “asamblea general de Ford y V.W.” y a “cambiar a los delegados”, propuestas que eran muy bien recibidas por todos los obreros presentes que levantaban la mano, a manera de votación.
Ni lerda ni perezosa, la burocracia de la Verde, empezó, a través de los delegados, a “diluir” el problema de la obra social contándole a los obreros que para marzo del año entrante se vienen “cientos” de despidos y la eliminación del premio vacacional (135 horas). Si bien este “mayor” peligro pateó el problema de la obra social para adelante, el ataque que van a tener que afrontar los obreros automotrices, empieza a encontrarlos con ganas de enfrentar a la patronal y de desplazar a los delegados que hace años vienen diciendo que “no se puede hacer nada porque las ventas están en caída y si no hay producción no hay trabajo”.
Hoy más que nunca está planteado para los activistas más conscientes, la necesidad de organizarse para imponer una asamblea general que vote la elección de nuevos delegados que funcionen con mandato de base, que luchen por un congreso de delegados de base con mandato de toda la rama automotriz-autopartes, para imponer al sindicato un plan de lucha que abarque los distintos reclamos y problemas que sufren los trabajadores del SMATA, que van desde la atención de la obra social, reincorporando a los compañeros despedidos que están en lucha, hasta la amenaza de despidos y cambios del convenio para el año que viene.