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Editorial

Coimas y negociados con las privatizadas

Obediencia De Vido

Así como se supone que Fulvio Madaro, el desplazado jefe de Enargas, no pudo haberse quedado con el total de los millones de pesos en pagos “indebidos” por la construcción del gasoducto a cargo del monopolio Techint, tampoco es creíble que el de Skanska sea un caso aislado -y no un sistema, en la “patria contratista” que comanda Julio De Vido- y que no cuente con la anuencia presidencial.

Manolo Romano

24 de mayo 2007

Cuatro años de Kirchner

El 25 de mayo se cumplen 4 años desde que Kirchner asumiera con el 22% de los votos, luego de que Menem le sacara el cuerpo a la derrota electoral de la segunda vuelta y de que Duhalde le entregara el mando una vez que, según sus propias palabras, la Argentina “salió del infierno y la anarquía social” del 2001. La devaluación que bajó en picada los salarios y licuó las deudas de los grandes grupos económicos salvándolos de la quiebra, el dólar a 3 pesos para favorecer a los exportadores y las negociaciones del ya ministro Lavagna con los bancos acreedores y el FMI para cerrar la crisis del default (todas “gestas nacionales” iniciadas por la gestión de Duhalde), aunque unieron a todo el frente empresario en pos de grandes negocios y abrieron nuevas ilusiones populares en mejorar su situación con el crecimiento económico, no alcanzaban, sin embargo, para cerrar del todo las tendencias abiertas con las jornadas del 2001. Se necesitaba, además, canalizar la bronca y el descreimiento de millones con los políticos y partidos patronales, con el Congreso, la justicia y los militares genocidas, con el FMI, los bancos y las privatizadas.

Kirchner cambió el discurso oficial sostenido en las décadas de Alfonsín, Menem y De la Rúa; y cooptó a un sector del “movimiento piquetero” y los organismos de derechos humanos que se sumaron al oficialismo. Anuló las leyes de impunidad e inició procesos judiciales contra algunos genocidas emblematicos, denostó a “los grupos económicos que se enriquecieron en los 90”, habló de un “capitalismo nacional”, prometió una “nueva política” y se mostró junto a Chávez, Lula y Evo Morales, aunque con matices, como parte del “progresismo latinoamericano”. Todo mientras, en realidad, mantuvo la continuidad en la “seguridad jurídica” de las leyes de privatizaciones y esclavitud laboral de los años de Menem, aunque ahora sobre la base del sostenido crecimiento económico y un abultada caja en los fondos del Estado. Las reservas en el Banco Central acaban de llegar a los 40.000 millones de dólares. “Desde hace tres semanas (el Banco Central) viene adquiriendo más de US$ 100 millones por día para evitar que el tipo de cambio perfore el piso de 3,08 o 3,10 pesos, según se considere el valor mayorista o el minorista, ante la avalancha de dólares que ingresan los exportadores en el período estacionalmente más alto de liquidaciones del denominado complejo sojero” (La Nación, 22 de mayo). En perspectiva, mantener el dólar alto, cuando la tendencia es a la devaluación de la moneda norteamericana en todas partes del mundo, puede llegar a ser tarde o temprano, tan ficticio como lo era mantener el 1 a 1 en la convertibilidad. No obstante, todavía Kirchner se favorece tanto del crecimiento de la economía mundial como de la crisis de hegemonía norteamericana por el empantanamiento de Bush en Medio Oriente que deja a los estados semicoloniales latinoamericanos con cierto juego propio y con relativa autonomía. Sobre esta base, lo que hemos llamado “el doble discurso” de Kirchner le permitía mantener la iniciativa política.

¿Punto de inflexión?

Una sucesión acumulativa de hechos, empezando por la desaparición de Jorge Julio López como testigo en la causa contra Echecolatz en los juicios contra los genocidas y el encubrimiento de las actuales “fuerzas de seguridad”, o la reafirmación del pacto presidencial con la odiada y desprestigiada cúpula de la CGT después de la pelea de bandas en San Vicente, empezaron a mostrar, ya hace meses, que Kirchner se debilitaba en el flanco izquierdo, en tanto tampoco conforma a su flanco derecho. La Iglesia comenzó a “darle letra” a la oposición patronal que no tiene mucho que decir desde el punto de vista de la marcha de la economía porque los empresarios que representan ganan más que en épocas de Menem, pero sin embargo cuestiona su “hegemonismo” o el “capitalismo de amigos”, reclamando mas libre juego de “las instituciones republicanas”. Ahora, la denuncia de corrupción en el caso Skanska es una bandera de esta oposición que une en la misma denuncia a diputados del ARI y de Macri. Pero el caso Skanska ha mostrado ante millones que al mismo tiempo que “con Kirchner sigue la corrupción”, tampoco hay en el “frente republicano” ningún integrante que esté libre de culpa.

Pero lo más importante es que en las últimas semanas empezaron a expresarse significativas manifestaciones de hartazgo popular y un nuevo protagonismo de acciones de la clase trabajadora. Desde las masivas huelgas activas provinciales en Neuquén y Santa Cruz hasta la “rebelión de los usuarios” en Constitución. La inflación que realmente computa día a día la familia trabajadora en los artículos de primera necesidad está lejos de la que miente el Indec intervenido por el gobierno. Este factor empuja a un masivo reclamo por el salario que si no se transforma en huelgas generalizadas se debe fundamentalmente al pacto oficial con las conducciones de la CGT y la CTA para impedirlo. Para Kirchner son “las tensiones del crecimiento”, para los trabajadores se traduce en un espíritu de “recuperar lo perdido” con la baja del salario real y la inflación. Como mostramos a lo largo de esta edición de La Verdad Obrera, estamos ante el resurgimiento de lo que los medios masivos llaman un “sindicalismo de base” de nuevos delegados y asambleas que deciden, a la izquierda de las direcciones sindicales burocráticas y aún de las “vacilantes”, pulsear con las patronales y el gobierno en la lucha por el salario.

Los trabajadores necesitan su propio partido

Las expresiones de repudio popular obligan al gobierno a “echar lastre”, soltándole la mano a hombres que trajo de Santa Cruz como Fulvio Madaro, acusado por coimero en el caso Skanska, o anulando el contrato con la empresa Ferrocarriles Metropolitano. El gobierno se ve obligado a hacerlo para evitar que las denuncias de corrupción lleguen más alto y para descomprimir el estallido de bronca contra el odiado Taselli. Kirchner actúa de contragolpe, perdió la iniciativa. Y más allá del retrasado anuncio del candidato a presidente (“pingüino o pingüina”) que hará el 25 de mayo, Kirchner no obtendrá hasta las elecciones de octubre ningún triunfo político resonante. Antes de ello se prepara para derrotas en la capital del país y la provincia de Neuquén en las elecciones más próximas y luego en las de Santa Fe. Y en los triunfos kirchneristas, como recientemente en Río Negro o el que tendrá en Córdoba, incluso el previsible triunfo de Scioli en la principal provincia del país, demuestra que el “proyecto transversal” ha quedado reducido a alianzas inestables con caudillos y aparatos territoriales de radicales K o PJ provinciales. A cuatro años de asunción, Kirchner no ha logrado constituir una fuerza nacional orgánica. Más en general, ninguna de las coaliciones de centroderecha o de centroizquierda, oficialistas u opositoras, que se forman para emparchar la crisis del viejo régimen de partidos, tienen relación orgánica con las fuerzas sociales que se han puesto en movimiento en amplias franjas de los trabajadores y el pueblo.

Esta brecha significa una oportunidad para que las organizaciones combativas, antipatronales y antiburocráticas que vienen conquistando los trabajadores con su lucha en los cuerpos de delegados de subterráneos, ferrocarriles, telefónicos, en las seccionales opositoras del sindicato docente de Neuquén, Santa Cruz y la provincia de Buenos Aires, en las nuevas comisiones y juntas internas en dependencias estatales y fábricas, luchen no sólo por la coordinación nacional para hacer frente a las patronales, el gobierno y las burocracias sindicales, sino para levantar un programa como el que proponemos en estas páginas y poner en pie su propio partido de la clase trabajadora, en ruptura con los partidos de los capitalistas y su corrupto sistema de explotación.

Prensa

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