60 nuevos contratados despedidos, sumados a los 40 casos de la semana anterior, son la prueba irrefutable de que algo no anda bien .
El 70% del plantel de Peugeot pertenece a diversas agencias tercerizadas. Ahora las agencias cortaron las efectivizaciones y las pocas realizadas, se convirtieron en un “premio” sólo para los amigos de la UOM.

Si antes la mayoría suponía que su destino dependía de la “gracia” del supervisor, muchos comienzan a ver que las cesantías tienen el sello de un acuerdo explícito entre la empresa y el sindicato.

Lentamente, el malestar por la situación vivida se está volviendo más intenso.

Como ya había sucedido, los molinetes de la entrada de la planta rechazaron a otro trabajador anunciándole su despido. Pero esta vez el hecho no pasó inadvertido: los trabajadores que allí se encuentran para ingresar, rodean solidariamente a su compañero. Entonces comienza una frenética cadena de mensajes de texto avisando lo sucedido, tanto para los que ya ingresaron como para los que están en camino. Otros corren a buscar a los delegados y les exigen explicaciones.
Finalmente el despido pasa, pero por primera vez se origina una especie de protesta colectiva.

Otro caso acrecienta la indignación: un trabajador conocido por reclamar su efectivización y la de sus compañeros también es dejado fuera.
La patronal y la burocracia toman nota. La primera opta por cambiar de turno a los futuros despedidos pensando que así podrán evitarse nuevos revuelos (de 30 cambios, ya hay 10 despidos) y el sindicato lanza una campaña de desprestigio hacia los despedidos acusándolos de vagos o de chorros.

Las calumnias no tienen efecto y más bien sirven para acrecentar la desconfianza hacia el sindicato: “gracias UOM por los despidos”, puede leerse en las puertas de algunos baños.

Como los delegados no dan respuestas, muchos tratan de encontrarlas por medios propios. Se sigue con especial atención a través de los diarios las noticias de la crisis financiera y en particular la situación de Brasil (principal importador de autos argentinos). La mayoría comprende que la crisis va a afectar a toda la industria automotriz. Y muchos lo comprueban porque comienzan a escasear los avisos o los llamados de otras empresas para tomar nuevo personal.

Los despidos fueron sin duda un sacudón y lograron que cambiara la idea de que es fácil conseguir trabajo en otra parte.

Tal vez por eso, el comedor y el tiempo del descanso se convirtieron en un lugar de discusión constante y se está atento a lo que sucede hasta en el último rincón de la planta.

Aún las reacciones son insuficientes para parar los despidos y las suspensiones. Mientras tanto, la burocracia se está encargando día a día de mostrar su rol traidor. Por eso, comenzar a agruparse para ver cómo se resisten los despidos, se vuelve una tarea indispensable.