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Nuevas jornadas de manifestaciones en Madrid

Al cierre de esta edición los “indignados” del Estado español empezaban su tercera jornada de movilizaciones y protestas en Madrid. Las marchas se fueron masificando en los últimos días por la prohibición del gobierno de dejar entrar a los manifestantes a la Plaza del Sol que fue el epicentro de las acampadas del movimiento que comenzó el 15M.

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4 de agosto 2011

Al cierre de esta edición los “indignados” del Estado español empezaban su tercera jornada de movilizaciones y protestas en Madrid. Las marchas se fueron masificando en los últimos días por la prohibición del gobierno de dejar entrar a los manifestantes a la Plaza del Sol que fue el epicentro de las acampadas del movimiento que comenzó el 15M.

Los manifestantes que se habían agrupado en la Plaza el martes pasado fueron desalojados por la policía y desde entonces un fuerte operativo de las fuerzas de seguridad rodea la zona, cortando las calles aledañas y cerrando la estación del metro, para impedir el acceso a los manifestantes, reprimiendo, persiguiendo y encarcelando a aquellos que intenten ingresar.

Al grito de "La lucha sigue cueste lo que cueste" y “no nos representan”, los “indignados” habían convocado a dos movilizaciones para el día de hoy (jueves) con el objetivo de llegar hasta la Plaza del Sol y poder volver a tomarla.

En Barcelona un grupo de manifestantes se concentró en la plaza Catalunya para mostrar su rechazo al desalojo del martes y en apoyo a los “indignados” de Madrid.

A continuación publicamos el artículo de nuestro compañero Santiago Lupe de Clase contra Clase sobre el adelantamiento de las elecciones que anunció el presidente Zapatero frente a la crisis económica y política que atraviesa el país.


El adelanto electoral difícilmente templará el “otoño caliente”

Por Santiago Lupe

El pasado viernes 29 Zapatero anunciaba el adelanto de las elecciones generales para el próximo 20 de Noviembre, cuatro meses antes de que quedase finiquitada su segunda legislatura. Lo hacía según sus palabras pensando en los “intereses de España”, que no son otros para él que los intereses de las grandes multinacionales y bancos españoles, los mercados de capitales y las instituciones tipo FMI, UE y BCE. En todos ellos, y sólo en ellos, es en quienes viene pensando a la hora de aplicar sus políticas y ajustes.

Un adelanto electoral para poder aplicar mejor los ajustes y recortes

La crisis creciente del Régimen del ‘78 tiene como expresión inmediata la extrema debilidad del Gobierno que hasta ahora ha tenido que aplicar los mayores ataques contra los trabajadores y sectores populares desde la Dictadura, el del PSOE. Las tensiones entre la burguesía central y las periféricas -especialmente la catalana y la vasca- y los dos principales partidos del bipartidismo -los post-franquistas del PP y los socio-liberales del PSOE- se agudizan día tras día, a la misma velocidad que se encarece la deuda española. Ya son muchos los sectores burgueses y sus portavoces en los medios que hablan de que este Régimen, la Constitución y el Estado de las Autonomías (la salida reaccionaria que a modo de desvío dio la “Transición” a la cuestión nacional) no aguantan más, y cada cual quiere reformarlo de manera diferente. La irrupción de la juventud indignada tras el 15M, de sectores de trabajadores públicos contra los recortes (como los sanitarios catalanes, y ahora los profesores madrileños), de todo un goteo constante de conflictos laborales por empresa y otras luchas de sectores populares (usuarios de la sanidad, afectados por los desahucios...) agrava la mala salud del Régimen y el desgaste brutal del Gobierno de Zapatero.

El adelanto electoral, sin ser entendido por nadie como la solución a esta situación, sí que ha sido concebido como una apuesta para poder continuar en mejores condiciones con la agenda de ajustes. El PSOE, siguiendo las demandas del PP, de los nacionalistas catalanes y la mayoría de los medios de comunicación (incluidos “amigos” como el diario El País), ha visto la posibilidad de hacer pasar cuanto antes los comicios para que así tanto los Gobiernos de las Comunidades Autónomas (casi todos del PP) y el nuevo Gobierno central (que con mucha probabilidad también será del PP), puedan aplicar sin la presión electoral el grueso de los ataques que aún no se han pasado. Sin embargo el agudo empeoramiento de la crisis de la deuda española parece indicar que Zapatero ha errado en su apuesta.

La crisis de la deuda entra en un terreno de difícil retorno

La apuesta del Gobierno era “aprovechar” los esperados efectos balsámicos que coyunturalmente pudiera tener el reciente acuerdo alcanzado en la UE para “cerrar” la crisis del segundo rescate griego. Con esta calma temporal -aún reservándose una bala en la recamara por si acaso, el paquete de recortes que se anunció sin concretar su contenido para el 19 de este mes- el calendario de ajustes podría bajar relativamente de ritmo para poder aplicarse con todo en 2012 (con los presupuestos para ese año de las CCAA y la modificación de los prorrogados de 2011).

Sin embargo los vientos de no recuperación de EE.UU., las dudas no disipadas sobre el nuevo plan de la UE para los PIIGS y la perspectiva de 4 meses de cierta “parálisis” en el Estado español ha llevado a que desde el lunes los mercados estén dando un muy frío recibimiento a los planes de Zapatero. El lunes el IBEX 35 empezaba a la baja, pero el martes y el miércoles han sido las jornadas más negras para la deuda desde la integración en el euro, sobrepasando en dos ocasiones los 400 puntos de la prima de riesgo. Un terreno que -de mantenerse en el tiempo- muchos analistas definen como de no retorno para la crisis de la deuda española, abocando a un rescate y una crisis para la UE y el euro no conocidas hasta ahora.

Un adelanto que no va a evitar un “otoño caliente”

La grave situación económica ha movilizado a todo el Gobierno y la oposición. Zapatero ha suspendido sus vacaciones y hasta el Rey ha manifestado su preocupación. Todo indica que aún adelantando las elecciones tanto el Gobierno del PSOE (con el decreto de agosto), como los del PP y los nacionalistas conservadores en las autonomías van a seguir lanzando durísimos ataques. A los despidos y cierres de hospitales en Catalunya, se suman ahora los de miles de profesores y sanitarios en Madrid y otras comunidades. Parece que no van a poder “esperar” a 2012 para hacerlo sin la “presión de las urnas”.

Esto augura un otoño que probablemente será bastante “caliente”, con la juventud indignada retomando con fuerza la movilización del 15M (que de hecho se mantiene con fuerza como han demostrado las últimas jornadas de manifestaciones en Madrid o la respuesta al desalojo de la Puerta del Sol), contagiando la indignación al movimiento estudiantil que va a ver cómo se recortan hasta un 15% los presupuestos universitarios, pudiendo confluir con los trabajadores públicos que ya anuncian movilizaciones -como la huelga de profesores de Madrid para el comienzo de clases en septiembre- y con sectores del sector privado sobre los que se siguen aplicando EREs (Expediente de Regulación de Empleo, que facilita la reducción de personal), cierres y ahora rebajas amparadas en la liquidación de la negociación colectiva. Una situación que viene a poner en cuestión la criminal política de la burocracia sindical -y en parte se da por fuera de su control, sobre todo en el caso de la juventud- que continúa impasible en una actitud de complicidad manifiesta con el Gobierno anti-obrero de Zapatero. La pelea para derrotar esta política es más importante que nunca, exigiendo el fin de toda negociación de recortes y despidos y la convocatoria de una huelga general como punto de arranque de un plan de lucha, y promoviendo desde la base, encuentros, asambleas y otras formas de coordinación para poder imponer este cambio de rumbo.

Al mismo tiempo el Gobierno y otros partidos del Régimen (como CiU en Catalunya) se preparan para combatir las luchas con mano dura -como hemos visto con la represión a usuarios y sanitarios en Catalunya, o con el reciente desalojo de Sol y la posterior toma policial del centro de Madrid-, sin dejar al mismo tiempo de hacer “guiños” a los indignados a la espera de poder hacer una cooptación superficial sobre algún sector -como hace el candidato del PSOE, Rubalcaba, o Cayo Lara, de IU-.

Hay que prepararse para combates decisivos

Este desarrollo de las luchas obreras y de otros sectores populares van a ir dejando importantes jalones de experiencia entre los miles de jóvenes y trabajadores que están saliendo a la lucha. Es necesario que sirvan como escuela para los combates decisivos a los que nos está llevando la burguesía española, en los que la disyuntiva revolución-contrarrevolución volverá a estar al orden del día.

Los años de derrotas y retrocesos ponen al orden del día la recuperación de cientos de tradiciones y métodos de lucha de nuestra clase -la solidaridad, la coordinación, la democracia obrera, la unidad obrero-estudiantil- de nuestras propias organizaciones -sindicatos y comités de empresa- para la lucha. Esta recuperación debemos hacerla levantando un programa obrero contra la crisis, que resuelva nuestros problemas de paro, vivienda, precariedad, contra los intereses de los capitalistas, con medidas urgentes como el reparto de horas de trabajo o la nacionalización de la banca y las viviendas de los especuladores.

La crisis del Régimen heredero de Franco avanza rápidamente, lo cual es un fracaso para la burguesía (que tanto se esforzó en levantarlo, y tan buenos resultados le ha dado) y una oportunidad para los trabajadores y oprimidos para poder imponer una salida obrera a la crisis y resolver los problemas democráticos estructurales que se arrastran, como el fin de la Monarquía, el juicio y castigo a los criminales de la Dictadura y el derecho de autodeterminación de las nacionalidades del Estado español. Mientras ellos hablan de reformas constitucionales y otros parches, nosotros debemos oponerle la lucha por una Asamblea Constituyente Revolucionaria, impuesta por medio de un combate revolucionario, que derribe el Régimen de la Monarquía de Juan Carlos I y permita levantar un Gobierno de los trabajadores y sectores populares, una República Obrera.

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