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Econocrítica N° 7

¿Nos salvamos con lo nuestro?

Frente a las primeras escenas de la crisis mundial, el discurso del gobierno de los Kirchner era el “desacople”. Ahora, ante la evidencia que la crisis afecta cada vez más a nuestro país, voceros del gobierno han comenzado a actuar en función de defender a los capitalistas que producen en el mercado local planteando la idea fantástica de que podemos “salvarnos con lo nuestro”.

Pablo Anino

23 de octubre 2008

Frente a las primeras escenas de la crisis mundial, el discurso del gobierno de los Kirchner era el “desacople”. Ahora, ante la evidencia que la crisis afecta cada vez más a nuestro país, voceros del gobierno han comenzado a actuar en función de defender a los capitalistas que producen en el mercado local planteando la idea fantástica de que podemos “salvarnos con lo nuestro”.

Un callejón con cada vez menos salidas

El último ciclo de crecimiento estuvo apoyado en bajísimos salarios que permitieron altas ganancias a los capitalistas. El salario real todavía se encuentra debajo de los niveles del año 2001, e incluso este año ha caído respecto de los niveles del 2007. La política de defender el mercado interno en base al consumo requiere antes que nada plata en los bolsillos de los trabajadores. Pero esto atacaría directamente la base de la ganancia empresaria de los últimos años.

El miserable reclamo de un pago extraordinario de $500 que Moyano intentaba usar para descomprimir la presión a la reapertura de las negociaciones salariales, fue rechazado de plano por la UIA. Cristina “convenció” a Moyano que por ahora no hay que reclamar por salarios: lo principal es “garantizar el empleo”.

Sin hacer caso a esta sugerencia, muchos sectores comenzaron a efectuar despidos, suspensiones, eliminación de horas extras, empezando por los trabajadores contratados, además de la liquidación de stock y producción ajustada a demanda. La industria automotriz, que ha sido el principal motor del crecimiento industrial en los últimos años, empieza a ajustar por la devaluación brasilera y la entrada en recesión de México, ambos mercados hacia donde se exportan autos. Otras ramas industriales atraviesan esta misma situación. Y en el caso de la construcción, por el freno fuerte de la obra pública y también de la menor inversión privada.

Según la UIA la crisis está afectando la actividad, el empleo y las exportaciones. En su cónclave del 7 de octubre volvió a presionar (además de por protección contra las importaciones) por una devaluación que lleve el dólar a un valor entre 3,6 y 4 pesos para “retomar la competitividad”. Esto podría acelerar en lo inmediato el proceso inflacionario, y de activar corridas contra el peso y la pérdida de reservas. De ahí que el gobierno parece preferir un plan de postergar una devaluación fuerte para después de las elecciones del año que viene.

El golpe de la crisis está propagando al MERCOSUR similares tensiones competitivas a las que se observan entre los estados de la Unión Europea. La reciente reunión en Santiago de Chile de presidentes de los bancos centrales de América del Sur muestra que todos están jugando a dos puntas.

El gobierno argentino ya estableció medidas para limitar las importaciones de línea blanca, electrodomésticos, productos metalúrgicos, textiles y calzados, que afectan principalmente productos brasileros y chinos. Los mismos funcionarios argentinos que alababan hace muy poco tiempo a la burguesía paulista, ahora son (ante el reconocimiento de la crisis y la presión de la UIA, de las diversas corporaciones patronales, de las PyMES y hasta de Moyano) la punta de lanza contra ella.

Argentina impulsa en el MERCOSUR la adopción de medidas proteccionistas, elevando el arancel externo común a las importaciones que vienen del resto del mundo. Paraguay se está sumando a esta política, pero Brasil (cuyos industriales operan en un nivel superior de productividad en relación a sus “hermanos” de la región) la condiciona a discutir las trabas impuestas a sus productos por Argentina y a proteger su propio mercado del ingreso de vinos y lácteos argentinos, entre otros productos. Frente a la tendencia a bloquear las fronteras nacionales más que a preservar la competitividad regional, Brasil pone reparos a impulsar medidas que se le puedan volver en contra. Las restricciones al comercio afectarían la posibilidad de “invadir” con sus productos a sus vecinos ante el reflujo del comercio mundial. Fuentes oficiales de ese país dicen que Brasil “está en su derecho de garantizar su crecimiento y el resguardo del empleo”1.

Al mismo tiempo, productos chinos están ingresando vía empresas chilenas que operan en nuestro país y eluden así las restricciones arancelarias. Esta triangulación muestra la fragilidad de la cooperación entre los países de la región. Detrás de los supuestos intentos de colaboración se profundiza la situación de competencia, presentándose las primeras tensiones comerciales en América del Sur.

Las empresas nacionales que cotizan en Wall Street se desvalorizan al ritmo de la crisis internacionales. YPF, Petrobras Argentina, Cresud, Banco Macro, BBVA Banco Francés, Tenaris, IRSA, Transportadora Gas del Sur (TGS), Edenor, Grupo Galicia y Telecom perdieron de conjunto un tercio de su valor en solo dos meses2. Tenaris del Grupo Techint sufrió una caída del 53% en sus acciones. El mismo camino vienen siguiendo las compañías que cotizan en la Bolsa de Buenos Aires como expresan los fuertes derrumbes de los últimos días. Esto abre la posibilidad de reestructuraciones empresarias y de la organización de la producción que afectará a los trabajadores.

Todo esto muestra que es una fantasía el querer “salvarnos con lo nuestro” o desarrollar el mercado interno ante una situación en retroceso.

Más frentes de tormenta: gasto público y deuda externa

En el presupuesto del año 2009, con supuestos económicos cada vez más irreales (como la inflación que estima el gobierno), se proyecta planchar o disminuir en términos reales muchas de las partidas del gasto para garantizar los compromisos de pagos de deuda. Sin embargo, el gobierno necesitará el año próximo usar la caja en la campaña electoral.

Ante un frente fiscal en desgaste, el gobierno comenzó a embarrarse cada vez más en la gestión de la deuda. El impacto del anuncio de pago al Club de París y la reapertura del canje se fue diluyendo lentamente junto con la posibilidad de efectuar tales medidas. Con la reestatización de las jubilaciones los Kirchner encontraron un recurso para impactar nuevamente en los medios. Pero no sólo eso. La reestatización les otorga unos 15.000 millones de pesos extras de recaudación por año que alivian momentáneamente al fisco. El sistema de reparto está bajo este gobierno (y los anteriores) en función de las necesidades de caja para subsidiar a los industriales, las privatizadas del transporte y energía, a los empresarios agropecuarios y para pagar la deuda. Los recursos acumulados en las AFJP (y que pasarán a la ANSES) significan una nueva fuente cercana a los 100.000 millones de pesos que pertenecen a los trabajadores, pero que estarán a disposición del gobierno.

El pago al Club de París se viene retrasando para mantener las reservas. De todos modos, existe un lento drenaje debido en parte a la demanda de dólares que se compran como forma de conservar valor. Pero hay otro movimiento más profundo que se debe a una fuga de capitales que puede acelerar la pérdida de reservas. Ya se produjo la salida del país de 20.000 millones de dólares3. De profundizarse este camino el gobierno deberá recurrir a mayor endeudamiento para cubrir la salida de dólares o perder reservas. La crisis y las medidas tomadas por la FED y otros bancos centrales europeos aumentan los problemas ya que atraen capitales hacia esos mercados. Ante esto el Banco Central impulsa el aumento de la tasa de interés para retener depósitos, pero socava futuras inversiones dado el encarecimiento del crédito.

A pesar que el dinero que obtendría por la reestatización de las jubilaciones otorgaría cierto aire, el gobierno planea hacer una reestructuración más amplia de la deuda que vence durante el mandato de Cristina Kirchner. A su vez esta medida ha abierto una pulseada entre el gobierno y los bancos y sectores del capital financiero afectados por esta medida, que ha llevado no sólo a una caída de los bonos y la bolsa argentina, sino también en España de las acciones de las empresas que tienen negocios en la Argentina.

En resumen, la deuda actúa como otro fuerte condicionante que torna cada vez más disparatada la falacia keynesiana del desarrollo del mercado interno mediante el incentivo a la inversión y el gasto estatal.

Se agudiza la desaceleración

El capitalismo como una realidad mundial, impulsa el progresivo acople de la economía nacional a los ritmos de la crisis mundial. La intervención estatal al “estilo keynesiano” se está demostrando impotente para impedir el avance de la crisis. Los pronósticos para el año anuncian “un desaceleramiento cada vez más profundo”. Mientras el máximo crecimiento para 2009 se pronostica en el 4%, ya algunas estimaciones prevén un crecimiento del 2% y las estimaciones bajo las hipótesis más pesimistas alcanzan valores menores al 1%4, un virtual estancamiento de la actividad económica. Sin embargo, todas las estimaciones consideran la situación tal cual está hasta ahora, y la situación económica se viene deteriorando aceleradamente. Ya los datos de crecimiento del mes de agosto muestran una desaceleración para este año que impedirá alcanzar el crecimiento previsto5. Lo de “nos salvamos con lo nuestro” se torna un cuento cada vez menos creíble.

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