En una nota publicada esta semana por el diario La Nación, se afirmaba que el Ejército busca el apoyo de los Estados Unidos para combatir el narcotráfico y que para esto le solicita “asistencia tecnológica del Comando Sur norteamericano para fortalecer los patrullajes terrestres”, en lo que incluía la compra de 35 Hummer (vehículos blindados que sirven para todo terreno y que usaron en la guerra del Golfo), para los operativos Fortín II[1]. Inmediatamente el Ministerio de Defensa emitió un comunicado de prensa desmintiendo que esos vehículos formarían parte del operativo Fortín II. Una desmentida que no se sostiene ya que a ése operativo se destina gran parte de la infraestructura del Ejército, y mucho más la alta tecnología.

El Fortín II es un operativo diseñado para la vigilancia del espacio aéreo a cargo del Ejército y la Fuerza Aérea en las fronteras, por lo cual el Ministerio de Seguridad y el Ministerio de Defensa firmaron un acuerdo de cooperación en el que permiten que Defensa envíe tropas a la frontera. En la página del Ministerio de Defensa se puede leer un comunicado, fechado el 31.08.13, en el que anunciaban el desplazamiento de 4.500 hombres de las Fuerzas Armadas para ejercer tareas de vigilancia, control terrestre y fluvial de la frontera noreste y noroeste, para fortalecer el operativo Fortín II.
Una de las novedades más importantes de los últimos días está expresada en un nuevo comunicado del ministerio a cargo de Agustín Rossi, emitido el 03.01.14, en el que se informa que se extendió el Operativo Fortín II, en consonancia con el decreto presidencial que prorroga por un año más la vigencia del Operativo Escudo Norte, hasta diciembre de 2014, lo que significa que las FF.AA. continúan ’vigilando y espiando’ con legalidad las fronteras.

Con estos planes el gobierno amplia el poder de acción de las FF.AA. con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico. El gobierno busca subterfugios para que dentro de la ley de Seguridad y Defensa, que prohíbe que las FF.AA. puedan intervenir en conflictos internos, éstas asuman cada vez un rol más activo en la vida nacional. Milani, con especialidad en Inteligencia, es una pieza clave de este engranaje con su “apoyo táctico” en la “guerra contra el narcotráfico”. Con sus radares de vigilancia Rasit y toda la maquinaria de inteligencia (cámaras, sensores, telémetros láser, dispositivos de visión nocturna, GPS, y la aeronave no tripulada diseñada para operaciones de vigilancia y reconocimiento aéreo) los uniformados comandados por Milani ganan terreno y mayor presupuesto. Pero esto no es más que la política que propone los Estados unidos para América latina, que desde el Comando Sur[2], que plantea que las Fuerzas Armadas se aboquen a tareas de tipo policial para enfrentar “estas nuevas amenazas”. Algo que denunció hasta el propio Horacio Verbitsky quien, además de ser periodista de Página/12, durante la década kirchnerista fue un destacado asesor del gobierno en asuntos de políticas de Seguridad y Defensa.