El 3 de junio Mariano Ferreyra hubiera cumplido 24 años. En su memoria de militante revolucionario levantamos la bandera de clase trabajadora y el socialismo para que vayan presos todos los responsables políticos y materiales. A continuación reproducimos una versión abreviada del reportaje realizado a María del Carmen Verdú, querellante de la causa y miembro de la CORREPI, en el programa de radio Pateando el Tablero del sábado 6.

¿Cuál es la situación en la que se procesó a la policía?

La jueza Wilma López dividió la causa y avanzó con mucha velocidad en la parte principal imputando el homicidio calificado de Mariano y la tentativa de homicidio de los demás manifestantes que estaban ese 20 de octubre en Barracas al grupo de integrantes que componía la patota de la Unión Ferroviaria y como instigadores del hecho a José Pedraza y el Gallego Fernández. Esas diez personas fueron procesadas. El tribunal oral 21 tendrá a su cargo de acá en adelante todo el trámite previo al debate oral y público.

Por otro lado, y muy a disgusto nuestro, una de las patas de la mesa -que nosotros insistimos en caracterizar como una triple alianza antiobrera formada por la empresa, el Estado a través de su gobierno y todo su aparato, tanto el represivo como la Secretaría de Transporte y los demás ministerios, y la burocracia sindical- fue dividida y se generó una causa paralela para investigar la conducta de los policías que estuvieron en el lugar, como si fuese algo separado. Desde CORREPI planteamos que dividir la investigación implicaba la decisión de mostrar una responsabilidad distinta del personal policial en relación a quienes ya estaban procesados por el homicidio. Nosotros planteamos que la responsabilidad de la empresa concesionaria del Roca, UGOFE, como la del personal policial y la de la patota, debe investigarse en conjunto, porque fueron los tres gestores de este plan criminal.

Entonces según la justicia la policía actuó mal pero no hubo un plan elaborado de conjunto

Esa es la trampa. Hacernos creer que no hubo una participación y un objetivo común. Lamentablemente no pudimos evitar la formación de esta causa paralela porque esto es privativo de la jueza. En esta causa también nos presentamos como querellantes en representación de Nelson Aguirre, de otros heridos y de la hija de Elsa Rodríguez. Allí fueron indagados siete policías. El comisario Lompizano que estaba en la sala de situación del departamento de policía, viendo en pantalla gigante lo que sucedía; el principal Conti y el subcomisario Echavarría, que eran los segundos de él que se comunicaban con los que estaban en el lugar; los dos jefes del operativo, el comisario Ferreyra y el comisario Mansilla; el subcomisario Garay de la comisaría 30ª, que era quien estaba a cargo de los patrulleros que se ven en el video, y el oficial Villalba, a cargo de los videos y la filmación de los hechos, que fue quien justito se distrajo entre las 13.33 y las 13.39, precisamente cuando se produjeron los disparos. Está todo filmado menos ese cachito.

El fiscal pidió que fueran procesados, pero no por haber participado del plan criminal, sino por incumplimiento de los deberes de funcionario público y por abandono de persona. Nosotros planteamos que deben ser procesados como partícipes necesarios del homicidio calificado y los homicidios calificados en grado de tentativa, porque sin su aporte hubiese sido imposible llevar a cabo el ataque de la patota.

¿Qué pruebas hay contra la policía?

La policía llegó al lugar acompañando la columna, mientras la policía bonaerense venía por la calle, detrás de los manifestantes, y se detiene en el límite de la Ciudad de Buenos Aires. La policía federal estaba sobre el terraplén a metros de la patota convocada por Pablo Díaz. Observaron con absoluta pasividad cuando se produce el primer ataque, cuando la gente de la UF baja del terraplén a hacer la primera pedrea antes de llegar a la esquina de Pedro Luján. En ese momento se producen dos hechos simultáneos. Hay una orden de uno de los comisarios para que se retire el personal policial del terraplén. En ese instante bajan corriendo los patoteros. Luego se ve que el subcomisario Garay había dispuesto tres patrulleros interponiéndose entre quienes estaban sobre el terraplén y los que estaban en la calle haciendo una asamblea resolviendo si se quedaban en el lugar. En ese momento se le ordena a Garay replegarse y él ordena retirar los patrulleros de la calle, con lo cual abre la vía al segundo y definitivo ataque donde se generan los disparos. Una vez que se produce el ataque, la policía cambia de actitud. Nuevamente se interponen los patrulleros y cortan el paso de los compañeros que intentaban alcanzar a los agresores. Desde ya que no fue una negligencia.

La policía dejó escapar a la patota con las armas, un tema preocupante desde el punto de vista técnico, porque tenemos las balas pero no tenemos las armas que las dispararon. Con posterioridad tampoco cumplieron con una tarea elemental como preservar el lugar del hecho para conservar la integridad de la prueba, una forma más de garantizar la impunidad de los atacantes.