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(Nota exclusiva en internet)

Maradona, los medios de comunicación y el “habla de los argentinos”

Ya se conocen: las frases las lanzó “el Diego” contra la prensa, generando un gran “revuelo”: muchas “almas bellas” salieron a criticarlo diciendo que “dañaba la imagen del país ante el mundo” y cosas por el estilo. La gran mayoría de los periodistas que trabajan en los grandes monopolios salieron a criticar a Maradona; pero no por lo que realmente hay que criticarle (las expresiones profundamente anti-homosexuales y machistas), sino porque pretenderían defender un “lenguaje culto” –lo que hasta incluyó cierto desdén “clasista”.

Demian Paredes

29 de octubre 2009

Ya se conocen: las frases las lanzó “el Diego” contra la prensa, generando un gran “revuelo”: muchas “almas bellas” salieron a criticarlo diciendo que “dañaba la imagen del país ante el mundo” y cosas por el estilo. La gran mayoría de los periodistas que trabajan en los grandes monopolios salieron a criticar a Maradona; pero no por lo que realmente hay que criticarle (las expresiones profundamente anti-homosexuales y machistas), sino porque pretenderían defender un “lenguaje culto” –lo que hasta incluyó cierto desdén “clasista”.

Los mismos que se horrorizaron con lo que dijo el DT nada dicen de toda la “naturalización” de la violencia hacia las mujeres y minorías como los homosexuales; de todos los insultos degradantes, racistas y machistas; de todo el lenguaje sexista que inunda el 99% (¿me quedo corto?) que hay los programas “exitosos” de la Tv, en radios y en revistas. Ningún periodista señaló esto.

Ahora que las frases se harán “populares” (al menos) por un tiempo, cabe la pregunta ¿cuál es el sentido profundo del lenguaje soez, del machismo y el sexismo que hay allí? Pareciera que todos, actores políticos y “sociales”, lo utilizan. Hasta gran parte de la izquierda lo emplea.

Hoy las “metáforas político-sexuales” las emplean las clases altas y personajes ligados a ellas: como el kirchnerista D’Elía en una rueda de prensa en apoyo a la Tupac Amaru de Jujuy junto a la CTA, Quebracho y el Partido Humanista: allí se vieron las pancartas que decían lo mismo que dijo Maradona al periodismo, dirigidas al monopólico Grupo Clarín. También la llamada “oposición” habló: el empresario De Narváez dijo en un acto que “la gente” (una abstracción utilizada siempre para embaucar) “lo felicitaba” por los resultados de las elecciones de junio y “haberle roto el c... a los pingüinos”. Luego pidió disculpas… pero aclarando que igualmente “eso”, es lo que le dicen “al oído” (pero debería aclarar que seguramente son empresarios y banqueros “anti K” con quienes charla). Y Duhalde, refiriéndose al kirchnerismo: “El liderazgo por dinero es como el sexo por dinero: dura poco”.

Lejos de una visión complaciente, como la del populismo (que dice que se sumerge e “integra al pueblo”), donde la adaptación acrítica es norma obligada, queremos señalar –recordando planteos que hizo Trotsky en los años ’20 - que hay “diferencias de origen social” en el lenguaje: por un lado el lenguaje de las clases dominantes, quienes desprecian a sus esclavos; por otro, el lenguaje de los explotados y oprimidos, donde –muchos- viven un presente sin esperanza ni futuro.

Una clase que vive explotada, desocupada y oprimida, sin derechos elementales de salud y educación, caerá muchas veces en este tipo de expresiones. Hay una gran contradicción cuando los trabajadores festejan en la cancha un gol, o –mejor aún- una huelga o lucha triunfante, ya que muchas veces contienen expresiones sexistas que rebajan o degradan a sus mismos pares (una compañera trabajadora o un compañero morocho –si por ejemplo usan la expresión “negros”).

Sin embargo esto no podrá ser cambiado con iniciativas individuales voluntarias bajo el sistema capitalista -aunque los militantes marxistas y los obreros concientes sí debamos cuidar el lenguaje, respeto y trato para con los demás.

Recuperar y desarrollar un idioma pleno para todos requerirá primero expropiar los grandes medios de producción y comunicación; reorganizar la economía y el conjunto de la vida social (incluyendo por supuesto una educación de calidad para todos/as), para que así surjan, verdaderamente, posibilidades genuinas de comunicación, en un marco de respeto e igualdad en todo el pueblo trabajador.

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