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LIBERTADES DEMOCRÁTICAS

"Malditas policías" en acción

Todos los que leyeron las noticias estos días habrán tenido una sensación, no de sorpresa, pero sí de indignación y bronca. Trascendió la brutal golpiza y desaparición de un delegado sindical de la fruta en Río Negro, y se hicieron públicas las imágenes de una sesión de tortura con “submarino seco” en la comisaría de General Güemes, Salta.

Octavio Crivaro

26 de julio 2012

"Malditas policías" en acción

Todos los que leyeron las noticias estos días habrán tenido una sensación, no de sorpresa, pero sí de indignación y bronca. Trascendió la brutal golpiza y desaparición de un delegado sindical de la fruta en Río Negro, y se hicieron públicas las imágenes de una sesión de tortura con “submarino seco” en la comisaría de General Güemes, Salta. La impunidad también cubrió Santa Fe, donde la complicidad policial permitió el asesinato de un testigo en la causa que investiga el fusilamiento de tres militantes del FPDS. En Tinogasta, los ambientalistas que se oponen a la depredación minera de Cerro Negro fueron reprimidos por la policía, al igual que los aeronáuticos tercerizados de HAS. Las fuerzas policiales hicieron ostentación de su carácter antiobrero y antipopular. Todo, mientras continuaba la huelga policial de Santa Cruz.

Sadismo a la salteña

Un celular filmando. Un preso esposado al frente de la imagen. Un policía, con inocultable actitud de diversión, pregunta algo al preso. No importa qué pregunta, porque en la sesión de tortura carcelaria no hay respuesta ganadora. Con pausa y satisfacción un policía le pone una bolsa en la cabeza para ahogar su respiración y empieza el “show”.

Salta, la provincia donde el feminicidio y las violaciones son casi un “deporte” auspiciado por la complicidad de gobiernos como el de Urtubey, muestra que la impunidad empieza y se garantiza desde el mismo Estado. El preso torturado en el video tenía 17 escasos años; Miguel Martínez, lejos de sentirse seguro al salir a la luz este video, intentó quitarse la vida ahorcándose, porque eran habituales las golpizas recibidas en la comisaría de General Güemes.

Camadas de manzanas podridas

Lejos de la versión de los medios de comunicación, de los gobiernos y organismos de DDHH como el CELS, que pretenden ver en estos hechos algunos “excesos”, las cifras de “gatillo fácil”, de muertos en comisarías o de presos torturados, demuestran que se trata de un hábito cotidiano, una “cultura de estado”, como denuncia CORREPI.

Todas las comisarías implementan una práctica sistemática de torturas para hacer “confesar” crímenes y golpizas para forzar la “colaboración” de jóvenes en las redes policiales de delito y narcotráfico, o directamente para deleite sádico. La corta edad del policía que filmó la tortura a Martínez, 23 años, confirma que la brutalidad no se concentra sólo en los miles de efectivos en funciones bajo la dictadura, sino también en las nuevas generaciones salidas de las escuelas policiales que, por más curso de DDHH que imparte el cínico maquillaje kirchnerista, siguen formando asesinos y torturadores. Cajas enteras de “manzanas podridas”.

Una vez más sobre el apoyo de los sindicatos y la izquierda a los reclamos policiales

Como polemizamos en el número anterior de La Verdad Obrera, sectores de la conducción del gremio docente de Santa Cruz apoyaron la huelga policial. En la prensa de Izquierda Socialista (IS) los compañeros publican los “conmovedores” testimonios de una oficial Lorena y un “agente Balmaceda”, que denuncian los aumentos del costo de vida. Lo que olvidan decir Balmaceda, Lorena y, lamentablemente, IS, es que esas fuerzas policiales reprimieron a los trabajadores que denuncian ese aumento del costo de la vida, como los municipales en 2007, las combativas docentes de Las Heras y las movilizaciones de la Mesa de Unidad Sindical. No toda acumulación de agua es algo bello: puede ser un lago o una cloaca. Algo parecido pasa con los “reclamos policiales”: aunque algunos las consideren “huelgas de trabajadores”, reclaman condiciones favorables para reprimir y endurecer las “jaulas” con las que el capitalismo sostiene la explotación y las opresiones.

La legitimación de las huelgas policiales soslaya el creciente rol de las policías desde 1983. Ante el enorme desprestigio de unas FFAA que actuaron como un “ejército de ocupación” y fueron cobardes en la Guerra de Malvinas, las policías crecieron en financiamiento, miembros, “funciones” e impunidad. Hoy, sólo entre la Policía Federal (poco menos de 60.000 miembros) y la Bonaerense (casi otros 60.000), prácticamente igualan los 130.000 miembros que suman las FFAA.

La eventual “división” de las fuerzas del orden

Frente a fuerzas policiales que juegan simultáneamente el rol político de reprimir conflictos obreros y el de organizar las redes de trata, el narcotráfico y el delito, todo planteo de controlarlas, sindicalizarlas, etc., es “reformista” e incorrecto. La posibilidad eventual de un compromiso de una parte de la policía para no reprimir a los trabajadores e incluso la insubordinación ante esa orden, sólo es posible en una situación de lucha de clases aguda, revolucionaria, que produzca el quiebre y descomposición del Estado y de sus instituciones coercitivas, ante la radicalización de grandes sectores de masas. Sólo bajo esas condiciones la clase trabajadora podría establecer un acuerdo favorable a sus intereses, quebrándose la disciplina vertical ante la alta oficialidad y debilitándose el poder represivo del Estado burgués. La movilización revolucionaria de las masas, la autoorganización y el armamento obrero y popular, son “el” factor que puede ser persuasivo sobre las fuerzas represivas, nunca campañas de “sindicalización” o apoyo a las huelgas policiales en momentos de relativa normalidad de la lucha de clases.

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