El caso ha tomado una gran repercusión, por las implicancias políticas y económicas que tiene. ¿Qué opinas del caso?

Da la impresión que, por lo menos a Forza, había una larga lista de personas que lo quería matar. Si bien no se sabe a ciencia cierta ni el móvil ni la identidad de sus matadores, puso en relieve los sectores que se dedican a la venta irregular de medicamentos, sea adulterados, robados o falsificados. Por otra parte, reactualiza otro hecho que viene sonando y es la presencia en la Argentina de carteles narcos mexicanos y colombianos.

En relación al tema medicamentos, siempre fue un secreto a voces la existencia de estos grupos, pero por primera vez se empieza a hablar de manera más sistemática de cómo funciona la salud en la Argentina. Y la venta de medicamentos es una parte bastante importante del negocio de la salud. De tiempos inmemoriales se sabe del lobby y las presiones que realizan los laboratorios norteamericanos y europeos. Pero el caso pone de relieve los circuitos clandestinos o por lo menos irregulares de la venta de los mismos. Después de esto, hay muy poca seguridad acerca de los medicamentos que consume la mayoría de la gente y especialmente las personas que tienen enfermedades graves. Y además, se está poniendo en tela de juicio un montón de proveedores de medicamentos al Estado.

Evidentemente entre sus redes deben contar con la complicidad de muchos funcionarios. No es que este tipo de medicamentos se introducen en las redes del Estado por engaño, sino que deben contar con una serie de complicidades, coimas.

La otra hipótesis, la de los carteles mexicanos o colombianos...

Han sucedido hechos de sangre en un lapso temporal estrecho, como el de Unicenter o este caso. Esto hace que algunos medios hablen de cartelización, cosa que no creo que sea así. Creo que acá en la Argentina lo que siempre han pesado son las mafias estatales. Aunque mafias de otros países hayan usado Argentina para triangular cargamento, lavar dinero o dirimir ajustes de cuentas con traidores o rivales.

Se podría considerar como un fenómeno reciente que haya algunas ‘fábricas’ montadas por mafias extranjeras que producen drogas de diseño, para lo cuál se necesita el uso de la ahora famosa efedrina, que en la Argentina es más barata que en México. Más que un fenómeno criminal es un fenómeno financiero que hasta podría ser comparable con el boom de la soja.

Desde que escribiste tus libros sobre la Bonaerense, ¿qué cambió de ‘la secta del gatillo y la mano en la lata’?

Mucho no cambió. En época de Arslanián, partiendo de que la corrupción en la Bonaerense tenía una estructura piramidal, entonces elimina la figura de jefe, y arma las departamentales que no tienen conexión entre sí. La recaudación, a partir de ese recurso, se horizontaliza. La Bonaerense es como el agua, adopta la forma del envase que lo contiene. Lo que en la época de la “maldita policía” era una empresa perfectamente aceitada, se convierte entonces en una cantidad indeterminada de jaurías policiales autónomas que se disputan entre ellas el gerenciamiento del delito en la Provincia. Todo esto en complicidad con jueces, intendentes, fiscales.

Ahora, de la mano de Stornelli, se está dando una especie de proceso de contrarreforma: ponen un jefe, intentan centralizar con una estructura piramidal. Desde que escribimos podría decir que se dio una serie de idas y venidas, pero esto no ha hecho que baje la corrupción ni la brutalidad policial, que se traduce en apremios ilegales y casos de gatillo fácil.

El enorme flujo monetario que pasa por las arcas de la Bonaerense y las agencias policiales, hace que toda esa guita no sólo vaya a los bolsillos de los comisarios, que se financien parte de los gastos operativos, sino que se financien a veces punteros, políticos, campañas, y también ciertos sectores del poder judicial dependan de la policía.
Efectivamente, en la actualidad hay 9000 mil tipos ingresaron a la Bonaerense en la dictadura, y habría que ver cuántos de ellos estuvieron involucrados en delitos de lesa humanidad. No creo que depurar a los represores que tiene la fuerza sea una de las preocupaciones de Scioli o Stornelli. Pero hay cosas alarmantes: por ejemplo el actual jefe de la bonaerense, Salcedo, que es vendido como un tipo que viene de la policía ‘científica’, es un tipo que tiene estrechas relaciones con FATSA, una organización católica ultraderechista, un tipo muy facho, que está relacionado con el cura Fosbery. Hay sedimentos muy reaccionarios en la Bonaerense, pero su mayor peligrosidad está en los negocios que en la manera de pensar.

¿Te referís a su relación con el crimen organizado?

Más que su relación con el crimen organizado, ellos son el crimen organizado. Hablar de inseguridad sin hablar de corrupción policial es como hablar del sexo de los ángeles.

Hoy, la criminalización de la pobreza y de la protesta social son fenómenos que tienen que ver con la aplicación de un modelo económico. Se habla de que “los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra”, pero en la actualidad se triplicó la población carcelaria. De los 30 mil tipos que están presos en la Provincia, 5 mil iban a salir porque les armaron una causa. Dos por tres sale una nota en Clarín “estuvo cuatro años presos y era inocente”.

Por un lado está el delito organizado (piratería del asfalto, robo de automotores, etc), y por el otro los pibes chorros, que no tienen tratos societarios con la cana. Pero esos pibes sí le sirven para hacer estadísticas, pedir mayores atribuciones, y que el Poder Legislativo promulgue leyes más duras.

L.A