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El acuerdo de Río

Lula y Kirchner

18 de marzo 2004


Kirchner y Lula firmaron en Río de Janeiro el Acta de Copacabana donde se comprometen a "conducir las negociaciones con organismos multilaterales de crédito asegurando un superávit primario y otras medidas de política económica que no comprometan el crecimiento y garanticen la sustentabilidad de la deuda, de modo tal de preservar inclusive la inversión en infraestructura". Los voceros de ambos gobiernos presentan el acuerdo como "histórico" pero el mismo no es más que la continuidad del pago de la deuda, discutiendo su sustentabilidad, es decir el porcentaje de superávit que se destinará a su pago. La "novedad" es un cambio contable donde la porción de presupuesto de infraestructura y ayuda social, figura como inversiones y no como gastos, con lo cual Brasil –esencialmente- se vería beneficiado en el porcentaje destinado a cumplir sus compromisos. ¡Los "progresistas" de la región discuten cuánto se somete a nuestros pueblos al hambre y la degradación en pos de cumplir con el FMI!. Para que no queden dudas de que no se trata de una jugada tendiente a confrontar con el imperialismo, un ministro argentino aclaró que «no vamos a crear un club de deudores ni nada que se le parezca"1 .
¿Integracion?
Otra lectura del acuerdo tiene que ver con el fortalecimiento de un eje regional Brasilia- Buenos Aires. Así ambos países se pueden reubicar en torno a las discusiones con el FMI y el ALCA. En el primer caso, se trata -para Brasil- de mejorar las condiciones del superávit, mientras que -para Argentina- de negociar la salida del default. En el segundo caso se negocian bilateralmente mejoras para las exportaciones brasileras y argentinas hacia EE.UU. Pero la idea de una posición que contemple un interés regional común choca con la competencia capitalista. Si las respectivas burguesías "nacionales" hoy aceptan este acuerdo es en base a cálculos de conveniencia. Diez años de Mercosur demuestran los límites de la "integración". Ni siquiera se logró avanzar en una moneda común o en superar diferencias en materia de aranceles y subsidios. Hace poco Martín Redrado aseguró que Brasil debía hacer su reforma estructural alegando que "nosotros ya lo hicimos; que Brasil asuma su costo…"2 . Incluso en medio de las tensiones con el FMI, Lula se desmarcab asegurando que apoyaba a Kirchner en las negociaciones pero no a su "estilo" que amenazaba con el default. Las reticencias del Ministro Palocci a incluir la cuestión del superávit es otra muestra en este sentido.
Al servicio de EE.UU.
El frente común entre Argentina y Brasil viene funcionando desde hace tiempo. Así actuaron como garantes de la continuidad institucional ante el levantamiento boliviano de octubre del 2003 y lo hacen actualmente con su silencio cómplice ante la invasión imperialista a Haití, que en el caso del "duro" de Kirchner se complementa con el compromiso para el envío de tropas. Sumemos además su reunión con la oposición golpista venezolana y la intención de Cristina Kirchner de reunirse con los gusanos en Miami.
Unidad antiimperialista
El Acuerdo de Río es ajeno a las necesidades de nuestros pueblos ya que continúa el sometimiento nacional. El hambre en villas y favelas, la desocupación, la carencia de tierra del campesino de Brasil y la concentración latifundista -que en Argentina se revela en que 6200 personas poseen la propiedad del 52% de la tierra productiva- se agravarán. Nuevamente, queda al desnudo la incapacidad de las burguesías semicoloniales y de sus representantes progresistas para defender un interés común soberano, despojando de todo contenido real los llamados a la "hermandad" de una clase social arrodillada frente al imperialismo. Muestra también la pequeñez de miras y objetivos del "antineoliberalismo" que predican estos representantes del "capitalismo nacional".
El desafío común de la clase obrera, el pueblo y los campesinos de nuestra región es el de encarar una lucha antiimperialista consecuente. Este combate no puede quedar en manos de la burguesía nacional y su casta política. Solo una estrategia anticapitalista e internacionalista, de los trabajadores y el pueblo oprimido, que imponga la unidad de clase y militante por encima de las fronteras, puede señalar el camino para frenar la entrega y la sumisión. La unica integración progresiva posible es la que derrote al imperialismo e inicie el camino hacia una Federación de repúblicas obreras y campesinas de América Latina.
 
 
1 Clarín 15/3
2 Julio Gambina. Jornadas de formación sobre deuda externa-Diálogo 2000. 13/3.





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