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EN LA GUERRA DE LA PATRONAL Y EL SMATA CONTRA LOS OBREROS

EN LA GUERRA DE LA PATRONAL Y EL SMATA CONTRA LOS OBREROS

Los trabajadores de Lear ganaron una batalla

Lear Corporation está en Pacheco, Zona Norte del Gran Buenos Aires, a pocas cuadras de 197 y Panamericana. Allí 850 obreros hacen los mazos de cables para los modelos Focus y Ranger de Ford. No hay otra autopartista que haga esos mazos que necesita Ford, de ahí su enorme importancia.

José Montes y Jonatan Ros

18 de abril 2013

Los trabajadores de Lear ganaron una batalla

Lear Corporation está en Pacheco, Zona Norte del Gran Buenos Aires, a pocas cuadras de 197 y Panamericana. Allí 850 obreros hacen los mazos de cables para los modelos Focus y Ranger de Ford. No hay otra autopartista que haga esos mazos que necesita Ford, de ahí su enorme importancia.

Perder la paciencia

Los trabajadores de Lear se hartaron del manoseo patronal. Todos los años venían cobrando un bono anual de 100 horas, pero en 2012 la empresa decidió no pagarlo de forma unilateral. La paciencia tuve su límite: el miércoles 10 se hizo una Asamblea de más de 400 trabajadores, que exigieron que se pagara el bono y decidieron que desde ese momento iban a trabajar como marca el convenio, de forma estricta. Ese mismo miércoles comenzaron.

El ataque de la patronal y el SMATA, la respuesta obrera

El SMATA había aprobado la asamblea, pero la respuesta patronal fue el despido de 16 activistas obreros. Las causas, decían los telegramas, era “abandono de tareas” o “no obedecer la orden de un supervisor”. Todo en el horario de la asamblea, es decir que los despedían por participar de la misma. El jueves 11 se resolvió continuar con la medida dentro de la planta y convocar a un corte de la Panamericana para el viernes. El corte se realizó con más de 100 obreros, pese a que la patronal ese día había hecho salir al turno mañana dos horas antes para debilitar la acción, que igualmente fue exitosa. Ese mismo día el Ministerio de Trabajo de Provincia (delegación Tigre) convocó a una audiencia. El SMATA dió la nota: se presentó y denunció las medidas obreras como ilegales. En el colmo de la traición asumió, por pedido del Ministerio, la tarea de “denunciar” si los trabajadores seguían realizando medidas. La empresa en ese marco no hizo más que ratificar los despidos y ni hablar del bono de 100 horas, ni el aumento en los viáticos que pedían los obreros. El Ministerio delegación Tigre resolvío no resolver nada.

Pero todo esto no hizo bajar los brazos a nadie. El sábado la Interna se reunió con los despedidos y los activistas. Allí debatieron y resolvieron endurecer las medidas.

El lunes por la mañana las medidas siguían firmes adentro, ratificadas en asamblea y se bloquearon los portones. Ese lunes el SMATA fue a la fábrica con unos 20 matones para tratar de quebrar la lucha, pero fueron repudiados por cientos de obreros. Lejos de amedrentarlos, les dió más convicción para luchar. El Ministerio convocó a una audiencia en La Plata para el martes 16.

Las maniobras del SMATA y la firmeza de los obreros

En la mañana del martes la medida seguía firme y la propia base de la Verde (conducción del SMATA) se plegaba. Los obreros decían “100 horas para todos, con todos adentro” y se votaba a mano alzada seguir la lucha. También un nuevo corte de la Panamericana para el miércoles. La burocracia y la empresa hacían correr el rumor de que iban a dar las 100 horas pero los despedidos quedaban afuera. La base de la fábrica miraba con desprecio la maniobra.

Los obreros juntaron el apoyo de los organismos de DDHH y fueron por la base del SMATA: reparten miles de declaraciones en Ford y VW, exigiendo a la dirección del gremio que apoyara la lucha. Entonces ese mismo martes el SMATA reapareció en Lear. Ahora, sin ponerse colorados, decían que la medida era legítima y exigían que se cumplieran todos los reclamos obreros. La desconfianza siguió, pero todos se dieron cuenta de que el cambio mostraba que la fuerza estaba del lado obrero. Mientras tanto, en Ford los problemas empezaban a ser serios. Paradas obligadas en algunas líneas ponían nerviosos a los gerentes, y se veían directivos de Ford en la puerta de Lear intentando convencer a los obreros de que lo de las horas se iba a arreglar pero dejaran salir la producción para que ellos pudieran fabricar sus autos. La respuesta fue negativa.

A las 14 en La Plata comenzaba la audiencia. Los despedidos pudieron entrar. El SMATA pidió la reincorporación, la patronal dijo que tenia que “hablar con Brasil”, el Ministerio puso cara de nada y luego de 4 horas de espera se anunció la conciliación obligatoria. Los trabajadores pidieron que se especificara que los despedidos iban a estar en su puesto de trabajo. El Ministerio se negó. Los delegados le pidieron al SMATA que reclamara por ello. El SMATA se negó de forma poco amistosa, mostrando que junto a la empresa y el Ministerio eran parte de una maniobra contra los obreros para que levantaran la medida sin garantías.

Luchando “por los términos” de la conciliación

No se trata de un problema menor. Cuando en las conciliaciones se deja afuera a los despedidos, o se los “reincorpora formalmente” pero se los aísla fuera de las líneas, se va preparando el terreno para dejarlos afuera definitivamente cuando venza la conciliación. Así pasó en General Motors con el llamado Chevy Club, el lugar donde fueron dejados los obreros “reinstalados”. Así quiso hacerse en Kraft en el 2009 cuando se intentó dejar en un quincho a los despedidos “reincorporados” y nuestros compañeros lo impidieron, peleando contra la Verde y el PCR. Fue por eso que cuando llegó la noche y los delegados volvieron de La Plata, las asambleas resolvieron que las medidas se levantarían cuando la empresa se comprometiera por escrito a que todos iban a estar en sus puestos. O bien cuando todos los despedidos tomaran tareas en sus puestos “normales y habituales”.

Por la mañana dos compañeros se presentaron a trabajar. Uno de los gerentes de Lear dijo que les daba trabajo si levantaban el piquete. La respuesta fue no. Los compañeros finalmente pudieron ingresar y se les asignó el puesto de siempre. Pero la mayoría de los despedidos era del turno tarde por lo que se resolvió mantener el piquete firme. La mañana del miércoles fue tensa. Primero la policía amenazando. Fue a Lear la policía de El Talar, de la Comisaría que es acusada de complicidad y encubrimiento con el asesinato a Micaela, una chica de 14.Luego la absurda citación del fiscal Molina Pico para que a las 13 hs se presentaran todos los delegados en la fiscalía, justo antes del momento decisivo. Luego una escribana de esas que “dan fe” de lo que dice el que tiene la billetera más grande, para apretar a los obreros. Pero nada. Todo siguió hasta las 14:30 cuando llegó la hora de entrar.

Hoy festejan los obreros, llora el patrón

Delegaciones de las Internas de la zona como Kraft y Donnelley (que se movilizó en apoyo a los compañeros de Lear durante todo el conflicto), compañeros del Indec, Telefónicos, estatales de la Marrón de Capital, de Alicorp, los compañeros de STANI, PepsiCO, Fate, Procter, los Centros de estudiantes como el de la UNLU y el 15 de Campana, Filo de la UBA y decenas de militantes del PTS hicieron el aguante frente a la mirada triste de algún que otro patovica verde y la impotencia de la patronal. Así se cantaba en la puerta “hoy festejan los obreros, llora el patrón”. Y de a uno fueron entrando los despedidos frente al aplauso de todos y las lágrimas de varios. A las 15:15 llega la noticia de que están todos en sus puestos de trabajo. Hay festejo, abrazos obreros, confraternización, unidad con los estudiantes.

Una batalla en esta guerra

Los delegados de Lear toman la palabra, agradecen y dicen “esta es una batalla en esta guerra”. Tienen razón. La patronal va a intentar las mil y un maniobras, la reincorporación definitiva no está ganada aún, pero esta batalla dura da la fuerza necesaria para ganar la guerra que la patronal y la burocracia lanzaron contra los obreros de Lear. Ya ganaron varias, son un nuevo ejemplo para la Zona Norte y es un orgullo para el PTS ser parte de esta pelea junto a los combativos obreros de Lear.

Prensa

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