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CHARLA-DEBATE EN LA UNIVERSIDAD DE LA PLATA

Los intelectuales, el kirchnerismo y la izquierda

El martes 11 más de 700 estudiantes y trabajadores colmaron el hall central de la Facultad de Humanidades, en la charla “Los intelectuales, el kirchnerismo y la izquierda”, organizada por el Instituto del Pensamiento Socialista Karl Marx. Debatieron Maristella Svampa, socióloga, investigadora y docente de la UNLP y Christian Castillo, dirigente nacional del PTS y candidato a vicepresidente por el FIT.

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13 de octubre 2011

El martes 11 más de 700 estudiantes y trabajadores colmaron el hall central de la Facultad de Humanidades, en la charla “Los intelectuales, el kirchnerismo y la izquierda”, organizada por el Instituto del Pensamiento Socialista Karl Marx. Debatieron Maristella Svampa, socióloga, investigadora y docente de la UNLP y Christian Castillo, dirigente nacional del PTS y candidato a vicepresidente por el FIT. Florencia Saintout, Decana de la Facultad de Periodismo y referente del espacio kirchnerista en la Universidad, también era parte del panel pero a último momento manifestó su ausencia por problemas de agenda.

Explicó que el kirchnerismo es un gobierno de desvío, que continuó la obra del duhaldismo en lo que hace a restaurar las condiciones de la dominación burguesa puestas en cuestión durante la “crisis orgánica” que se expresó agudamente en diciembre de 2001. La política de alianzas y cooptación de distintos sectores, como parte del movimiento piquetero, organismo de derechos humanos, la intelectualidad progresista o la burocracia sindical, se explica en función de esta necesidad de contención de las masas y lograr la relegitimación del poder del estado burgués. A su vez el fuerte crecimiento económico le permitió avanzar en esta dirección, permitiendo a la vez el reciclamiento de los políticos del PJ que fueron sucesivamente menemistas, duhaldistas y kichneristas y que son quienes tienen el poder real en las gobernaciones e intendencias. Castillo también planteó que, en lo que hace a la precarización del trabajo y las privatizaciones, entre otras cuestiones, se ha mantenido lo esencial de lo realizado por Menem en los ’90. Afirmó que el gobierno de CFK quiere dejar atrás las concesiones que debió hacer al movimiento de masas y tiene un rumbo de acercamiento con los grandes grupos capitalistas mientras se profundiza el ataque a los trabajadores combativos y la juventud, como sucedió con la detención del “Pollo” Sobrero. Terminó planteando que frente a la crisis económica mundial y sus efectos en Argentina, la izquierda, aunque todavía es una fuerza minoritaria, ha conquistado importantes puntos de apoyo en la clase obrera para desarrollar una política independiente.

Por su parte, Svampa señaló distintas tradiciones de la izquierda en Latinoamérica y ubicó al kirchnerismo como exacerbación de la tradición nacional-popular, diciendo que desde 2008 esta política había avanzado en la construcción de una hegemonía a través de un relato de confrontación con las corporaciones, para lo cual se ha servido de sus propios medios de comunicación. Señaló a su vez que la política del kirchnerismo era parte del “consenso de las comoditties” que es la forma en que América Latina se ha insertado en la división mundial del trabajo, dando lugar a un proceso de “acumulación por desposesión” expresada en la explotación de los recursos naturales como el petróleo y la minería o en la extensión de la producción sojera en desmedro de los pueblos originarios y campesinos pobres. Señaló la inexistencia de una “burguesía nacional” y las alianzas con la burocracia sindical, los barones del Conurbano y los gobernadores de las provincias del interior, y por el abandono de toda crítica por parte de la intelectualidad oficialista. Destacó para finalizar, la militancia de los movimientos sociales que surgieron al calor del 2001, desarrollando formas de “poder popular”, horizontales y autónomas, que en su perspectiva serían superiores a las formas tradicionales de partidos de izquierda.

Luego de algunas preguntas, Castillo retomó el debate alrededor del 2001, y explicó que este proceso junto con sus potencialidades había mostrado importantes límites, en tanto los principales sectores de la clase obrera ocupada no habían intervenido activamente, y los fenómenos progresivos como las “asambleas populares” carecerieron de poder social. Pero planteó que es importante pensar estos problemas hacia el futuro porque “un elemento no querido del kirchnerismo fue que fortaleció el poder social de la clase obrera que viene de haber entrado a los lugares de trabajo, y que si en su mayoría hoy vota al kirchnerismo, si se toman medidas antiobreras van a enfrentarse con el gobierno”. Y reafirmó que “en eso sí queda todo lo positivo del 2001, en que hay un enorme acerbo de experiencias de lucha que en condiciones de crisis van a volver a aparecer. Si crece la desocupación, van a resurgir movimientos de desocupados; si hay cierre de fábricas, se van a ocupar las fábricas. Son experiencias en la lucha de clases acumulada, así como las luchas del sindicalismo de base que retomaron mucha de las experiencias de lucha que vimos durante los ‘90 y también en el momento agudo del 2001. Entonces si hay crisis va a haber más enfrentamiento”. Castillo concluyó diciendo que “hoy es el momento que más atención se le presta a la izquierda, y esto implica una responsabilidad: transformar el apoyo de obreros y estudiantes en fuerza militante. Cada militante es un engranaje en la movilización de millones, y un partido es una herramienta colectiva de quienes militan conscientemente por la revolución, en donde deliberan cómo mejor hundir al Estado burgués, cómo conspirar masivamente contra ese Estado”.

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